| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Salvador Illa, al final del 14F
Salvador Illa, al final del 14F

Cataluña sigue sumida en una situación infernal y contagiosa tras el 14F

El 14F deja una panorama desolador que o bien reforzará la pinza nacionalpopulista para toda España o bien agravará el desafío secesionista desde la Generalitat.

| ESdiario Editorial

 

 

Las Elecciones catalanas no dejan ninguna buena noticia ni allí ni en el resto de España, y mantienen o agudizan el infernal panorama asentado en Cataluña desde hace años, contagioso y con efectos perversos para el resto del país.

La victoria del PSC de Salvador Illa, llamativa por tratarse del ministro de Sanidad que peor ha gestionado la pandemia en la práctica totalidad de Europa, le da una alegría a Pedro Sánchez frente a nacionalistas en Cataluña y populares en España, pero le servirá de poco para gobernar en la Generalitat y no digamos para frenar al independentismo, que logra su mejor resultado histórico con más del 50% de los votos y una participación, eso sí, desplomada.

Con estos resultados, y más allá de los anuncios pronunciados por todos en campaña e incluso de lo que digan en los próximos días por mera táctica negociadora, solo hay dos opciones y en ambas parece probable que gobierne ERC: bien repitiendo la explosiva alianza con Junts y la CUP, llena de enfrentamientos cainitas e infausta en términos de convivencia; bien intercambiando con el PSOE el respaldo republicano a Sánchez.

 

Y todo indica que finalmente se impondrá esta última fórmula una vez fracase el intento de investidura ya anunciado por Illa, tan simbólico como estéril, y se imponga la evidencia de que solo ERC puede formar Gobierno, y con dos opciones a su alcance.

Apostar de nuevo por el bloque independentista podría parecer lo natural, pero la historia reciente demuestra que eso conduce al juzgado, a la cárcel y a la competencia fraticida entre socios incapaces de gobernar en equipo, con una plan sensato y sin desvaríos secesionistas.

Las dos opciones son malas: estabilizar la alianza del PSOE con ERC o intensificar el bloque secesionista

En cambio, reforzar la evidente alianza de ERC con el PSOE en Madrid con un puente aéreo en Barcelona entra dentro de la lógica: si el unilateralismo ha muerto en la práctica, por la acción del Estado de Derecho y por la histórica abstención de los catalanes; el posibilismo con que socialistas y republicanos intentan definir sus pactos por el simple poder, parece más viable.

¿Puente aéreo?

Trasladar a la Generalitat lo vigente en Moncloa, con papeles intercambiados entre el PSOE y ERC, se antoja lo más probable. Y enlaza con un plan mayor que lleva vigente en España desde 2018 y, pese a los disimulos, puede perdurar lustros: el bloque que conforman PSOE, Podemos y el independentismo ha llegado para quedarse, pese a su pernicioso origen y sus siniestras consecuencias.

Y eso se agrava por la fragmentación del centroderecha y su constante deterioro en sucesivas Elecciones, más centradas en una competición entre sus distintas siglas que en presentar una alternativa solvente al apogeo del nacionalpopulismo implantado definitivamente en España.

 

El sorpaso de VOX a PP y Ciudadanos en Cataluña o la irrelevancia de todos ellos en el País Vasco son síntomas de un mal mayor, que se resumen en la incapacidad de todos ellos de generar una propuesta ganadora capaz de frenar a una mayoría artificial pero aritméticamente ganadora por la falta de escrúpulos de todos sus impulsores.

La izquierda clásica, el populismo y el separatismo han descubierto su manera de entenderse, como forma de acceder y de conservar el poder al precio que sea. Pero el centroderecha sigue ubicado en un combate interno por ver quién se impone en ese sector poblacional, sin percatarse de que cada vez menos gente confía en su capacidad de alcanzar el único objetivo que PP, VOX y Cs deberían marcarse: sustituir al PSOE en España o a ERC en Cataluña. Hoy, eso parece aún más inalcanzable que ayer.