Andalucía y Valencia mandan un mensaje atronador y necesario a Moncloa

La saludable reunión en Sevilla entre los presidentes de Andalucía y de Valencia deja una frase que debería marcar la agenda política del Gobierno de España para mucho tiempo y le obliga a dar explicaciones y adoptar medidas: “No hay igualdad entre los españoles y eso hay que corregirlo”.

La denuncia conjunta de Juanma Moreno y Ximo Puig se refiere a la financiación autonómica y tiene un valor formidable porque, por primera vez, la dicen juntos y a la vez un dirigente del PP y otro del PSOE, lo que le otorga un poder especial y dinamita la estrategia de Moncloa de politizar las reivindicaciones cuando vienen de Comunidades populares.

La alianza entre Juanma Moreno y Ximo Puig revoluciona el tablero autonómico

Y tiene aún más valor al coincidir con el inicio de las negociaciones para aprobar los Presupuestos Generales del Estado que, previsiblemente, aumentaran los agravios territoriales para primar a Cataluña y al País Vasco sobre el resto por las necesidades parlamentarias de Sánchez: ERC, PNV y Bildu van a vincular de nuevo su apoyo a cesiones económicas y políticas incompatibles con los derechos del resto de regiones.

Es saludable la imagen de Moreno y Puig juntos. El resto de barones del PSOE quedará retratado si no se suman

En el caso de Puig, conviene destacar su valor para superar la imagen de subordinación a Sánchez que caracteriza a los barones autonómicos. Y preguntarle si, en adelante, va a mantener sus acusaciones fiscales a Madrid: es incompatible denunciar que un 30% de España sufre problemas de financiación… y después señalar a Ayuso por encabezar y promover un supuesto "paraíso fiscal" que no existe. Al contrario, la región madrileña impulsa el 70% de los fondos de cohesión interterritorial y logra ser la más solidaria de España con el resto sin asfixiar a impuestos a sus ciudadanos.

¿Y el resto de barones del PSOE?

La imagen de Sevilla debería prosperar y repetirse con otras Comunidades y presidentes del PSOE ante la evidencia de que su jefe antepone sus intereses con ERC y PNV a sus obligaciones con todos los ciudadanos. Este primer paso demuestra que eso puede pasar y que los barones empiezan a tener miedo a las consecuencias electorales de apoyar en todo a Sánchez.

Si se callan con las concesiones políticas a los independentistas y lo hacen también con las económicas, ya ostentosas en el País Vasco y Navarra y en camino en Cataluña, su futuro en las urnas quedará escrito: no podrán pedirle el voto a nadie mirándole a los ojos y sosteniendo que sabrán defender sus intereses si antes toleran este abuso en marcha.