| 28 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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La cúpula de Podemos
La cúpula de Podemos

La Corona sin duda no, ¿pero es Podemos una herramienta para delinquir?

Quien tiene que responder a esa pregunta no es Felipe VI, como pretende Pablo Iglesias con infinita demagogia, sino su propio partido y él mismo.

| ESdiario Editorial

 

 

Con una virulencia inusitada, Podemos cargó el día de Navidad contra el Rey Felipe y la Monarquía Parlamentaria tras el discurso en Nochebuena del primero, un canto a la concordia, el consenso, el trabajo en equipo y la solidaridad que nadie, por muy alejado que se sienta de la institución, puede dejar de suscribir y que tanto se echa de menos en la política del momento.

Y  lo hizo con un desprecio insultante, próximo a la calumnia, resumido en la pregunta que lanzó en público el diputado Rafael Mayoral, uno de los intérpretes y portavoces más evidentes de Pablo Iglesias: "¿Es la Monarquía una herramienta idónea para delinquir?".

La mera formulación de esa duda es propia de un partido antisistema. Y sin duda incompatible con su presencia en un Gobierno democrático, pues coloca en las instituciones a dirigentes que no creen ellas y las utilizan para minar el sistema que, paradójicamente, les permite a ellos representar al conjunto de los españoles.

Una cosa es preferir una República y otra, bien distinta, zaherir, humillar y acosar con falsedades e insultos a la Jefatura del Estado; impulsando constantes medidas de coacción y sosteniendo un discurso público agresivo con ella que incluye, incluso, acusaciones de golpismo.

 

Esto debería ser suficiente para que Pedro Sánchez hiciera una remodelación urgente del Gobierno que alejara del poder Ejecutivo a la coalición de populistas e independentistas que trabajan por la demolición del sistema democrático vigente, gracias a él desde dentro y con una influencia que solo existe por la entrega del PSOE a sus postulados.

Los ataques a la Corona, que lo son a la España constitucional y obedecen al deseo de Podemos, ERC y Bildu de implantar un régimen nuevo en el que unos puedan desarrollar su agenda populista y otros, simplemente, marcharse.

Es indigno que el PSOE mantenga en el Gobierno a un partido antisistema repleto de condenados e imputados que se dedican a derribar al Rey

Pero puestos a plantear esa pregunta, a quien hay que trasladársela es a Podemos. Son sus dirigentes, como Pablo Echenique, quienes han sido condenados por fraude a la Seguridad Social o por acusar de violación a la pobre víctima de un asesinato.

O quienes han protegido a otro asesino como Rodrigo Lanza, que mató a Víctor Laínez por llevar unos tirantes con la bandera española. Quienes tienen condenados a su líder madrileña, Isa Serra, o al borde del banquillo a su coordinador, Alberto Rodríguez.

Quienes se inventaron una trama sexual para estigmatizar al abogado que denunciaba sus manejos contables. Y quienes tienen preimputado al propio Pablo Iglesias por el "caso Dina", que ya le tendría en el banquillo de no ser por su aforamiento.

Podemos está imputado

Y sobre todo es Podemos quien está imputado, formalmente, por las serias sospechas de financiación irregular, con resoluciones firmes del Tribunal de Cuentas que ya confirman trucos contables ajenos a las obligaciones más elementales de un partido financiado con dinero público.

Sus manejos con Neurona o sus siniestras relaciones con Caracas y Teherán, entro otros casos, perfilan un retrato muy oscuro de Podemos y obliga a lanzarle esa pregunta, suficientemente contestada por la Casa Real con sus decisiones cotidianas, que no se pueden oscurecer por los problemas de don Juan Carlos, un gran Rey cuyos evidentes errores no le convierten en culpable de nada ni arrastran su legado ni ponen en entredicho a la institución.

Que un partido con delincuentes confirmados y causas abiertas tan graves se permita dar lecciones de nada y ponga en peligro la estabilidad institucional de España es indecente. Y que en lugar de recordárselo se libre el debate que propone, injusto e indigno a partes iguales, es una prueba más del deterioro político de España: los que más sobran intentan echar a quienes más falta hacen.