| 27 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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No se puede insultar a los "cayetanos" y permitir un nuevo 8M "antiracista"

El Gobierno ha estigmatizado las protestas por su negligente gestión de la pandemia y tolera manifestaciones peligrosas con coartadas emocionales que nada tienen que ver con España.

| ESdiario Editorial

 

 

Miles de personas se manifestaron ayer en la Puerta del Sol para protestar contra el racismo, con una imagen forzada que se ha repetido en distintas ciudades de toda España, con escenas tan deplorables como la de San Sebastián: allí colgaron un monigote con un cartel en el que ponía “Policía asesina”.

La manifestación de Madrid carecía de permiso. Los convocantes eran el sindicato de manteros, el sindicato de estudiantes y la Comunidad Negra Africana, que solo tenían autorización para que 200 personas se concentraran en la Embajada de los Estados Unidos en España: acudieron miles, sin respetar la distancia social imprescindible para evitar contagios, y nadie se lo impidió. 

Sobre el problema en América, conviene recalcar algunas realidades, tapadas por la demagogia nada inocente que suele recubrir cualquier conflicto social: la desigualdad racial existe y se refleja en dos datos. La renta media de una familia blanca es de 70.000 euros. La de una negra, de 40.000. Y el porcentaje de familias negras que vive por debajo del umbral de pobreza casi triplica al de familias blancas: del 5.8% al 17%.

La miseria siempre explica la delincuencia. Y ésta es mayor entre la población negra por eso: no son más peligrosos por razones genéticas, pero delinquen más porque su situación es peor. Y ésa es la profunda herida que hay que cerrar.

Si a esa certeza estadística se le añade la evidencia de que Estados Unidos es un país violento, con 15.000 asesinatos al año, tres veces más que en Europa, el paisaje se entiende mejor. Pero hay que añadir otros dos datos muy relevantes: allí mueren 200 policías al año de media (tres en España según Interior) en altercados en las calles.

 

 

Y mueren también 1.000 personas abatidas por la policía: más blancos que negros, por cierto, pero porque son más en términos absolutos. En proporción, sin embargo, mueren 2.9 blancos por millón de habitantes y 6.6 negros por millón.

Hay que ver el problema en toda su extensión para buscar soluciones, pues. Que no son ni movilizar al Ejército en las calles, como pretendió Donald Trump. Ni tolerar la estigmatización de la Policía americana ni, mucho menos, disculpar los vergonzosos altercados ni la evidente politización de un conflicto que se quiere, además, extender por todo el mundo. 

 

Y volviendo a España, esa manipulación emocional es especialmente indignante en tiempos de pandemia, viendo la tolerancia de las autoridades hacia una protesta artificial que no respetó los criterios sanitarios vigentes en estos momentos.

No puede ser que el propio presidente Sánchez apele al autocontrol y denuncie las "imprudencias" para referirse a un cumpleaños con veinte personas y que luego tolere, sin más, las presencia de miles de personas juntas en las calles de Madrid. En cualquier situación, desde luego, pero especialmente tras el linchamiento público que sufrieron miles de personas por manifestarse, hace dos semanas, subidas a sus coches.