| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse

La utilización política de los Mossos como policía represora del separatismo

Perseguir a ciudadanos por retirar cruces o lazos amarillos no sólo es ilegal, sino propio de un régimen totalitario que usa a su policía para reprimir a disidentes. ¿Moncloa reaccionará?

| ESdiario Editorial

 

 

 

Retirar lazos amarillos de espacios públicos y sedes institucionales es, a juicio del despótico Gobierno de la Generalitat, un acto a reprimir y a sancionar por los Mossos d'Esquadra, tratados de nuevo como una policía del independentismo, al servicio de sus postulados y dirigida para perseguir políticamente a quienes no los compartan, que son al menos el 53% de la población catalana.

Así lo demuestra la identificación de catorce ciudadanos que replicaron la invasión amarilla del nacionalismo, nada improvisada ni casual y perfectamente teledirigida desde las propias instituciones y sus entidades satélite que, como la Asamblea Nacional u Ómnium Cultural, llevan lustros recibiendo ingentes cantidades de dinero público.

 

Lo más sonrojante es que tanto el Tribunal Constitucional cuanto la Fiscalía General del Estado han avalado la legalidad de esa respuesta cívica, tan valerosa como humilde e ínfima al lado de la poderosa maquinaria separatista que coloniza, de manera asfixiante, todo el espacio público en Cataluña: de manera directa a través del Govern, con TV3 y las aulas como emblemas de su política absolutista; y de forma indirecta a través de sus altavoces sociales con la colocación de lazos y cruces en todos los rincones.

Que a Quim Torra y sus secuaces no parezca importarles lo que diga la Justicia y mucho menos lo que sienta y piense más de la mitad -al menos- de sus propios conciudadanos, lo dice todo del espíritu totalitario del nacionalismo, que funciona siempre de la misma manera: cuando no se puede imponer en las urnas, por la riqueza y pluralidad de la sociedad catalana, hace lo imposible para que ésta se reduzca y adapte ideológicamente a sus delirios.

El soberanismo es totalitario y quiere echar al disidente: el Estado no puede seguir mirando para otro lado

Pero lo realmente grave es la sensación de indefensión que, una vez más, pueden tener los catalanes no nacionalistas, convencidos probablemente de que el amparo de la Justicia es irrelevante y de que el apoyo institucional no llegará de una manera contundente y eficaz: si había dudas con Rajoy -y con todos sus antecesores- por esa absurda idea de que al secesionismo se le calmaría mirando hacia otro lado cuando perpetraba sus fechorías; con Sánchez casi hay certezas de que no tendrán amparo.

Obligación de La Moncloa

Es muy loable que Ciudadanos haya anunciado que serán sus cargos públicos quienes retiren esos lazos y se expongan a las sanciones, toleradas por esos mismos que llamaban 'Ley Mordaza' a evitar los linchamientos de policías en algunas manifestaciones invadidas de antisistemas violentos; pero la defensa de los derechos de los españoles no puede depender del heroísmo cívico de unos cuantos.

 

Ha de ser una obligación indelegable de los poderes públicos, con el Gobierno como principal garante de los mismos e instigador de la respuesta si acaso se pisotean. Pedro Sánchez no puede seguir hablando de "normalidad", en fin, mientras los excesos soberanistas ocurren a diario y se promocionan con impunidad. El abuso, el acoso y la coacción nunca son "normales", presidente.