| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Feijóo, en el acto de homenaje a Miguel Ángel Blanco
Feijóo, en el acto de homenaje a Miguel Ángel Blanco

Feijóo, en modo presidencial y preparado ya para sustituir a Sánchez

Las decisiones, los contactos y las propuestas del líder del PP ya son propias de quien se ve a corto o medio plazo relevando al peor presidente que nunca ha tenido ni tendrá España.

| ESdiario Editorial

 

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha anunciado en estos días una ronda de contactos con todos los partidos políticos a excepción de Bildu pero incluyendo a ERC, con una hoja de ruta eminentemente presidencial que se remata con sus frecuentes contactos con Europa.

Su anuncio le coloca en modo claramente presidencial y solo deja abierta una incógnita: si las Elecciones Generales respetarán el calendario formal y se convocarán para noviembre de 2023 o si, como cree el PP y una parte del PSOE, se adelantarán a otoño por la factura de la crisis económica y la división de la coalición de Gobierno.

 

Pedro Sánchez parece definitivamente desahuciado por cuatro factores: la inflación desbocada; la subida de los tipos de interés, las subidas fiscales y la factura energética, que no tienen pinta de aminorarse a corto plazo y siempre se han llevado por delante Gobiernos.

A su favor rema la liquidez de las arcas públicas, infladas artificialmente por los Fondos Europeos y por la recaudación extra derivada de la inflación. Y las ganas de ser el Presidente de turno de la Unión Europea en el segundo semestre de 2023, para explotar su imagen como en la reciente cumbre de la OTAN.

Aunque la situación económica es agónica, Sánchez tiene a su favor también la suspensión de las reglas de disciplina fiscal hasta 2024, un balón de oxígeno que le puede ayudar a demorar las medidas de ajuste del gasto y dejar un panorama infernal para su sucesor o para él mismo si renueva.

El relevo a Sánchez

En ese contexto, Feijóo acierta en abrir desde ya una ronda de contactos nacional y otra europea: denota un conocimiento profundo de la situación que se va a encontrar y empieza a cerrar ayudas y colaboración, que la va a necesitar y mucho: la situación económica que se encontraría sería la peor desde la Guerra Civil y, además, no está en su mano el control de la inflación, dependiente más de la política monetaria del Banco Central Europeo.

Pero la expectativa de que, pese a ese paisaje desolador, pueda llegar a corto o medio plazo a La Moncloa, concede un poco de esperanza a la política española: cualquier proyecto sensato que sustituya al de Sánchez, resumido en la ruina económica, el bochorno político y la falta de pudor con episodios como el de ir a Ermua y pactar con Bildu a la vez; es una buena noticia.