| 18 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La indecente, injustificada y sectaria intervención de Andalucía desde Moncloa

Sánchez se sirve de nuevo de la ley para utilizarla a su antojo contra una Comunidad que ve la luz tras casi cuarenta años de nepotismo y corrupción socialista.

| EDITORIAL Editorial

 

 

 

Andalucía ha mejorado todas sus variables económicas, algunas de manera espectacular, desde que el popular Juanma Moreno llegara a la presidencia. Y lo ha hecho en un entorno hostil por la herencia recibida, ruinosa y plagada de escándalos; la incipiente crisis española y la sonrojante presión hacia su Gobierno.

Además, la salida del PSOE de San Telmo ha venido aparejada de una tremenda sentencia por los EREs que demuestra hasta qué punto el régimen clientelar creado por los socialistas con dinero público existió y explica sus reiteradas victorias pese a su desastrosa gestión.

Un escándalo, por cierto, que pone en cuarentena al conjunto del PSOE, que ha obtenido desde 1978 en torno al 20% de sus votos nacionales en una región mastodóntica donde acudía a las urnas dopado.

Es en ese contexto donde hay que ubicar la inaceptable intervención de las cuentas andaluzas desde un Ministerio, el de Hacienda, dirigido por la responsable de las cuentas andaluzas hasta el año pasado: roza la desfachatez, cuando no la supera, que la ministra María Jesús Montero decrete una medida unilateral tan traumática contra una gestión que, en realidad, es suya.

Es una medida política destinada por Moncloa a intentar dañar al Gobierno de Moreno aunque en el viaje perjudique a los andaluces

Porque el déficit andaluz es un legado de Susana Díaz, de José Antonio Griñán, de Manuel Chaves y, en resumen, de todos los gobiernos socialistas que durante décadas han colocado a Andalucía en el furgón de cola en renta, desempleo o fracaso escolar. Magnitudes que miden la calidad de vida de los ciudadanos y que, como era de prever, han mejorado con el cambio y la llegada de Moreno.

De la arbitrariedad de la intervención da cuenta la impunidad con que otra Comunidad como la valenciana, dirigida por el socialista Ximo Puig, triplica ese déficit sin que Hacienda intervenga. O que Cataluña y Baleares lo iguales sin problema alguno.

Es una medida política, pues, destinada por Moncloa a intentar dañar al Gobierno del PP y de Cs aunque en el viaje perjudique a los andaluces a los que se iba a bajar los impuestos y, sin embargo, a mejorar servicios esenciales como la Sanidad o la Educación.

Que un presidente en funciones ejecute venganzas tan soeces e injustificables da cuenta de cómo entiende el manejo del poder Pedro Sánchez, como una mera herramienta a su servicio, destinada a prolongar su permanencia y a dañar con juego sucio a sus rivales. Y revela cómo será si consigue la investidura en unas condiciones más estables y con unos socios igual de sectarios. Para llevarse las manos a la cabeza.