Selección: una vacunación necesaria gestionada por el Gobierno con torpeza

El Ministerio de Sanidad intentará pactar este miércoles en el Consejo Interterritorial las restricciones a la hostelería que intentó imponer con una norma, publicada el sábado en el BOE, sin consenso autonómico.  

El departamento de Carolina Darias toma esta decisión por la fuerza, tras la decisión de la Audiencia Nacional de aceptar el recurso interpuesto por la Comunidad de Madrid.  Las regiones han tenido que apañarse en los peores momentos de la pandemia sin la intervención de Sanidad y con la desaparición del Gobierno, pese a disponer del estado de alarma.  

Resulta razonable que esa experiencia puedan aplicarla ahora que la incidencia está en sus mejores cifras: 113 casos por cada 100.000 habitantes y 20 millones de ciudadanos con al menos una dosis de vacuna. Y es lamentable que el Gobierno haya obviado esa evidencia, quizá por mantener su pulso con Madrid, hasta que se lo ha recordado la Justicia.

Compromís se alinea con Bildu en criticar la vacunación a la selección de fútbol y se desmarca de Más País

A la falta de dirección de Sanidad en la pandemia se le ha sumado el caos en las pocas decisiones que ha adoptado o la falta de un criterio claro en asuntos capitales: desde la gestión de periodos vacacionales como la Navidad o la Semana Santa hasta la falta de decisión con la segunda dosis de AstraZeneca. 

Resulta sorprendente que el Gobierno también convierta en una polémica algo tan obvio como vacunar a la Selección

Esa confusión también incluye la ausencia de una decisión clara con respecto a la vacunación de la Selección Española de fútbol: tras anunciar que sus jugadores serían vacunados, otro positivo le ha hecho a Sanidad aplazar la decisión y delegarla en el Consejo Interterritorial. 

Favor a Bildu

Sanidad ha pasado de no querer permitir a los presidentes autonómicos gestionar los horarios de la hostelería a cederles la decisión de vacunar a un grupo de personas que enviadas por España a una “misión” oficial que les equipara, salvando las distancias y en términos institucionales; con soldados, médicos o cualquier colectivo esencial que representa a un país o atiende sus necesidades básicas.

No vacunar a los jugadores es aún peor que vacunarles de tapadillo, en el último momento y con una galopante mezcla de ocultismo y temor que, entre otros efectos negativos, ha espoleado a formaciones como Bildu, Junts o Compromís a arremeter contra la Selección. Que es su forma de dejar sin defensas a España. obviamente.