| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La hispanofobia del mejicano Obrador, consecuencia de la que se azuza en España

| EDITORIAL Editorial

 

 

Resulta sorprendente la irresponsable frivolidad con que el presidente de Méjico, Andrés Manuel López Obrador, ha roto las reglas más elementales de la diplomacia con una insultante carta dirigida al Rey al Papa exigiéndoles una disculpa por la conquista y colonización españolas ocurrida hace 500 años.

La hispanofobia, una variante de la imperofobia que afecta a todas la naciones con un papel relevante en la construcción de la historia global, no es nueva, y resulta un argumento barato y fácil de dirigentes menores para seducir a sus ciudadanos con la resurrección de un supuesto enemigo exterior que explique todos los males que ellos no son capaces de atender.

El gran legado español

La mezcla de ignorancia, sectarismo e injusticia de López Obrador, que juzga hechos del pasado con ojos del presente despreciando que lo único persistente de aquella época es un legado cultural, lingüístico y social de enorme envergadura mestiza; es incontestable y enlaza con el discurso populista de otros dirigentes indigenistas de América que han conducido a sus pueblos a la pobreza.

A España se la desprecia y denigra desde fuera porque se la desprecia y denigra desde dentro primero

Pero también denota un problema serio de autoestima e inestabilidad en España que, al ser atacada y menospreciada desde dentro, facilita los desprecios denigrantes desde fuera. Si López Obrador no fuera consciente del auge y las consecuencias desestabilizadoras del nacionalpopulismo vigente -el de Podemos y el independentismo, alimentado por Sánchez ahora-, probablemente no se atrevería a atacar con tanta virulencia a un país hermano cuyo legado en Méjico es tan positivo.

Un país para quererse

Obrador eleva al terreno internacional un debate sobre la idea de España que es primero doméstico, participando así en una carrera absurda y destructiva con quienes denigran aquí un concepto, un sentimiento y una realidad histórica que tiene razones para quererse y proyectarse.

Y esto es una razón más, si acaso hacía falta, para esperar que el próximo 28 de abril irrumpa un Gobierno sólido, a la altura de su pueblo y nada deudor de Pablo Iglesias o de Quim Torra, en quienes se inspira sin duda el lamentable primer ministro azteca.