| 24 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Sánchez, el presidente opaco que presumía de venir a regenerar

| EDITORIAL Editorial

 

 

Sánchez sufrirá un merecido calvario en la Comisión de Investigación de su tesis en el Senado, por la que desfilarán durante un año decenas de personas concernidas por su expediente académico y la gestión posterior, ya incluso desde La Moncloa.

Antes de que se culminen los trabajos, ya se pueden emitir dos conclusiones lamentables que, en sí mismas, harían incompatible su permanencia en La Moncloa si se aplicaran los estándares democráticos más elementales o, incluso, las propias palabras literales de su inquilino: la tesis contiene plagios escandalosos e irrebatibles y, para ocultarlo, la Presidencia mintió al lanzar a la opinión pública un informe desde la Moncloa que negaba la copia con supuestas pruebas científicas al respecto.

Ya probado

Esto último lo demostró documentalmente ESdiario, desvelando que La Moncloa anunció un examen favorable a Sánchez que en realidad no conocía ni había encargado y ni siquiera está claro que exista. Suficiente para dimitir en cualquier país, pero especialmente en uno que se gobierna despreciando los votos en las urnas y apelando a una regeneración luego inexistente.

 

Porque Sánchez incluso tuvo el descaro de utilizar un ejemplo de Alemania, donde un ministro dimitió por plagio, para justificar el relevo de Rajoy de la mano de Podemos y los independentistas, y situó ahí el nivel de exigencia ética que nadie, salvo él, al parecer podía cumplir. 

Ya hay dos conclusiones irrebatibles: Sánchez copió en su tesis y mintió o hizo mentir para protegerle

Tener un presidente que copia su tesis acreditativa de doctor, bien de manera directa bien con un ayudante, es de una gravedad extrema. Si además miente o hace mentir para fabricar una coartada verosímil pero ya desmontada, el bochorno roza ya el terreno judicial.

Porque además llueve sobre mojado: la falta de transparencia y la opacidad son la característica fundamental de la triste legislatura de Sánchez, tanto en los asuntos públicos cuanto en los privados. Desde la negociación presupuestaria -resumida en la visita de su socio Pablo Iglesias a Lledoners- hasta los acuerdos desconocidos con el soberanismo que le invistió, todo está envuelto en un oscurantismo inquietante.

Opacidad en sus viajes

El mismo con el que intenta proteger sus viajes en el Falcon o en los helicópteros de Presidencia, a menudo acompañado de su mujer y para asuntos familiares o lúdicos: intentar declarar todo ello "secreto de Estado" es, amén de un insostenible desmán jurídico, un deleznable abuso político.

 

La dureza contra Sánchez no responde a una manía ideológica, sino al respeto a las reglas del juego, que ha de ser especialmente exigente con quien más las ha retorcido para lograr los objetivos políticos negados por los ciudadanos en las urnas. Retratarle como un ambicioso plagiador y opaco, que moldea la realidad a su antojo y desprecia las normas, no es más que describir una realidad sonrojante que esta Comisión- y no solo ella- ha de contribuir a aclarar.