| 23 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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El cordón sanitario no es a Vox, presidente, sino al independentismo

| EDITORIAL Editorial

 

 

Con la falta de pudor que caracteriza sus decisiones y mensajes políticos, Pedro Sánchez ha expresado una insólita doble petición este fin de semana: de un lado, aplicar un 'cordón sanitario' a Vox. Y de otro, el respaldo del PP y de Ciudadanos a sus Presupuestos Generales del Estado, presentados como un 'asunto de Estado' para revertir los célebres "recortes sociales" que jamás se precisan.

Que un dirigente político aupado a la vez por Puigdemont, Junqueras y Otegi -además de Iglesias- se atreva a exigir el aislamiento de un partido recién llegado, sin pasado delictivo y plenamente constitucional; es insólito. Y que lo haga a las horas de registrarse hasta cuatro ataques violentos contra esa misma formación, resulta deleznable.

¿Derechas radicales?

Y lo mismo cabe decir de sus apelaciones a la oposición. No tiene nombre que Sánchez interrumpiera el proceso de estabilidad de la economía española -ya en retroceso bajo su mandato- logrado por Rajoy para acceder a cualquier precio a La Moncloa y que ahora, tras negociar sus cuentas con los separatistas y ahondar  en la deuda y déficit que lastran a España, se atreva a reclamar su respaldo a la vez que les incluye, por si fuera poco, en el epígrafe de las derechas radicales.

No es Vox quien merece un cordón sanitario, sino todos los socios que llevaron a Sánchez a La Moncloa y él blanquea ahora

Si alguien merecía -y merece- un cordón sanitario en la política española, es todo aquel que busque la ruptura del país, pisotee la Constitución, rompa la convivencia e intente destruir la arquitectura social, jurídica, histórica y democrática que garantiza la igualdad y la libertad en un país. Pero Sánchez se apoyó en todos ellos para lograr así lo que le habían negado los ciudadanos con su voto, por dos veces en seis meses.

De Le Pen a socio

Los mismos ciudadanos a los que se niega a preguntar en las urnas, anunciando que ocurra lo que ocurra, él hará lo imposible por agotar la legislatura. Todo en Sánchez es un despropósito político, intelectual y ético, que sólo se sostiene por la complicidad mediática a su servicio.

Sin ese escudo, nadie podría dudar, con los hechos en la mano, el terrible perfil del actual inquilino de La Moncloa: un político capaz de hacer y decir lo uno y lo contrario -Torra era Le Pen e Iglesias Chávez antes de concederle la presidencia y en Cataluña hacía falta un 155 más duro-, de blanquear las peores ideas mientras estigmatiza a sus rivales y de actuar como si en una democracia europea no hiciera falta el plácet de las urnas y bastara con buscar el resultado al precio que sea.