| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Sánchez tiene la obligación de explicar los gastos y las actividades de Begoña

| EDITORIAL Editorial

 

 

 

Desde su controvertida llegada a La Moncloa, Pedro Sánchez se ha caracterizado por hacer algo diametralmente opuesto a lo que predicaba en materia de regeneración y transparencia, que a más inri fueron los lemas que utilizó para justificar algo tan controvertido como una moción de censura -tras dos derrotas electorales en seis meses- que, en su caso concreto por la naturaleza de sus apoyos, alcanzaba la categoría de inaceptable.

Sánchez apeló a la regeneración para que los españoles tragaran su asalto a Moncloa sin urnas y con separatistas, pero es un presidente opaco

El mismo presidente que reclamaba a los españoles comprensión ante un asalto tan evidente al poder, arguyendo que todo estaba justificado por la necesidad de regenerar la vida política; se sirve ahora de argucias legales, inconcreciones, opacidad o mentiras para no dar cuenta de casi nada o darla de manera torticera al objeto de confundir a la opinión pública.

Es lamentable en cualquier cargo público, pero especialmente en uno que ondeó esa bandera para derribar a un presidente y a un partido a los que no ganó nunca en las urnas, sirviéndose de las mismas formaciones a las que unos días antes consideraba -con razón- necesario aislar.

Sin explicaciones sobre su esposa

De los múltiples bochornos que provoca esa actitud caciquil -desde la tesis plagiada hasta sus viajes, vacaciones y ocio privado envuelto en un falso halo de oficialidad- el relativo a su mujer es especialmente sangrante, pues extiende el manto de opacidad aplicado a sí mismo a alguien que ni es autoridad del Estado ni está nada claro que, cuando le acompaña, se limite a ejercer de consorte sin estatus institucional.

Porque cuando Begoña Gómez ha viajado con Pedro Sánchez, por ejemplo a Estados Unidos o Canadá; lo ha hecho sin anuncio previo, insertada sin publicidad alguna en la comitiva oficial y protegida -tal vez irregularmente- por un estatus de "Secreto de Estado" reservado a las autoridades y fuerzas armadas y limitado a casos en que se ponga en riesgo la seguridad nacional.

 

Pero además lo ha hecho con una imprecisa "agenda propia" y en unos foros especialmente parecidos a aquellos del mayor interés para la empresa privada que la contrató para desarrollar proyectos de cooperación internacional en África. ¿Y no es acaso Naciones Unidas y la agenda internacional de un presidente un tesoro para un ejecutivo de ese ámbito profesional?

La duda es suficiente

La mera duda, sin afirmar nada, ya debiera ser suficiente para dar todas las explicaciones, pero Sánchez ha hecho justo lo contrario: hacer lo imposible para que La Moncloa no se vea obligada a dar ningún detalle de nada a la ciudadanía.

La realidad es sin embargo tozuda: Begoña Gómez viajó sin que nadie lo supiera antes y sin que se pueda saber nada después al lugar más deseado por un directivo de su rango; algo que contradice el espíritu y la letra que el propio Sánchez ha impuesto a sus parlamentarios al respecto de las incompatbilidades y de la difusión de su actividad.

Llevar a su mujer a la ONU unos días después de su fichaje por una empresa privada dedicada a la cooperación exige aclaraciones sobre qué hizo allí

Si además se confirma que la cobertura legal otorgada a esa opacidad es falaz, estaríamos ante una gravísima mentira orquestada para ayudar y proteger a su pareja de un escrutinio público que, con o sin obligación legal, es imprescindible siempre y en especial en su caso.

Abusar de los recursos públicos sin dar ninguna cuenta, como hace Sánchez con insólito impudor en estas mismas vacaciones navideñas trasladándose a Canarias en avión oficial hasta con su perro, es repudiable en una España que no se puede permitir quince días de costoso asueto de su presidente. Pero hacerlo además sin cobertura legal o fabricando una muy discutible para cubrir el expediente, como parece el caso de Gómez, es un escándalo. Otro más.