| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Margarita Robles
Margarita Robles

Vergüenza, sumisión y peligro

Pedro Sánchez y Margarita Robles firman uno de los capítulos más oscuros de la democracia con la destitución de la responsable del CNI para contentar a los principales enemigos de España.

| ESdiario Editorial

 

Pedro Sánchez ha escrito uno de los episodios más bochornosos de la democracia española al destituir, por exigencia de ERC con el respaldo de Podemos y Bildu, a la directora del CNI que, en el cumplimiento de sus obligaciones constitucionales y con pleno respaldo de la ley, había dirigido la investigación de 18 líderes independentistas cuya trayectoria amenazaba la seguridad nacional.

La salida de Paz Esteban por hacer bien su trabajo, plenamente conocido y tutelado por el mismo Gobierno que ahora la despide, corona la historia de vergüenza y rendición de Sánchez ante el separatismo y consagra el peligro que supone tener un presidente en España que le debe todo a los mayores enemigos del país.

 

Pero que sea un bochorno escandaloso no significa que no sea bien coherente con la trayectoria del personaje: es un capítulo más en la larga saga de inaceptables cesiones a los dirigentes y partidos a los que, como presidente, debía haberse opuesto y debería haber aislado: desde el traslado y liberación de etarras hasta el indulto a los golpistas catalanes, todo en Sánchez ha sido un burdo cambalache sustentado en su interés personal por llegar a La Moncloa y mantenerse en ella a cualquier precio.

El mensaje que se lanza a los servidores públicos es que no merece la pena cumplir con su misión y que, por hacerlo, pueden ser sancionados, relevados o intervenidos

Que incluya en ese juego a la Inteligencia española y castigue con oprobio a la responsable de tutelar la seguridad relativa a la cohesión territorial o las amenazas externas rebasa todos los límites y sitúa al Gobierno en un punto sin retorno: si es capaz de sacrificar hasta eso, es capaz de sacrificarlo todo.

Contra España

Porque el mensaje que se lanza a los servidores públicos es que no merece la pena cumplir con su misión y que, por hacerlo, pueden ser sancionados, relevados o intervenidos, como ha ocurrido con el CNI ahora o antes con el Tribunal Supremo. Y el que se le envía al separatismo, por contra, es a la inversa: nada puede negárseles si con ello se pone en jaque el triste trono de Sánchez.

Que alguien tan en principio respetable como Margarita Robles se haya prestado a este tristísimo enjuague resulta desolador: la misma ministra de Defensa que hace una semana defendió al CNI y su actividad, enmarcándola en el evidente derecho del Estado a protegerse, firmó la salida de su subordinada y se prestó a hacer de coartada del nefasto presidente del Gobierno. Su hoja de servicios queda así manchada de por vida. Veremos con qué consecuencias para España.