El partido de Abascal ha sido el más injustamente maltratado de España. Su respuesta debe ser consolidar la alternativa, no desestabilizar Gobiernos que ha contribuido a crear.
Seguramente VOX es el partido que más injustamente ha sido -y es- tratado en España por los mismos que, mientras pactan con Bildu o ERC y alimentan sus peores objetivos, tratan de aplicar un cordón sanitario a una formación perfectamente constitucional que, defienda lo que defienda, lo hace desde el respeto a los procedimientos y cauces establecidos.
La estrategia de acoso y derribo a VOX nace, obviamente, de la lamentable estrategia de Pedro Sánchez de blanquear sus impúdicos pactos soflamando los que pueda trabar su alternativa, hoy reducida a Casado y Abascal por la extinción aparente de Ciudadanos, generando un espacio perfecto.
El PSOE no necesita tener grandes resultados -su presidente es el menos votado de la historia- para gobernar en las compañías más nefandas; mientras que a sus contrincantes se les intenta aislar por el horrible procedimiento de expulsar del juego parlamentario a un partido legal y legítimo.
Frente a esa caricatura interesada, la mejor respuesta de VOX es mantenerse en el lugar correcto, anteponiendo sus principios a sus intereses y evidenciando que su agenda se centra en lo relevante, sin caer en el error de hacer cálculos de parte que al final pasan factura.
Y algo de eso está ocurriendo en Andalucía, cuyo Gobierno es sin duda de los más razonables de España y tiene una enorme virtud: además de gestionar con sensatez la realidad andaluza, desmonta un sistema caciquil que perpetuó al PSOE en una tierra empobrecida durante casi cuarenta años de clientelismo y corrupción.
Sin la aportación de VOX, para completar desde fuera la mayoría de PP y Cs, eso no hubiera sido posible. Tampoco en Madrid. Y quizá en el futuro en el propio Gobierno de España. Por eso no tiene sentido desequilibrar un edificio que se ha ayudado a construir y que se ayudará probablemente a consolidar, participando incluso en la gestión de las instituciones al corto y medio plazo.
Se trata de un reto de envergadura que no puede quedar ensombrecido por polémicas menores ni estrategias cortoplacistas que, rindan o no beneficios, lo hacen a costa de generar perjuicios mayores.
VOX ha llegado para quedarse , por el respaldo de millones de votantes dignos de todo el respeto. Y sus dirigentes deben estar a la altura de un reto mucho mayor que las meras escaramuzas típicas de la política de siempre.