| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez, en una imagen reciente
Pedro Sánchez, en una imagen reciente

Sánchez, un presidente multado por el Supremo y definido por sus abusos

El presidente acumula resoluciones adversas de las principales instituciones de control que demuestran su apuesta por la opacidad y las injerencias. ¿Y no pasa nada?

| ESdiario Editorial

 

El Tribunal Supremo ha confirmado la multa que la Junta Electoral Central impuso al presidente del Gobierno por la entrevista que dio el 25 de octubre de 2019 a La Sexta desde Moncloa en periodo electoral al considerar que con ello quebrantó el principio de neutralidad de los poderes públicos.

La sanción económica es simbólica, de 500 euros. Pero su significado político es de enorme envergadura: demuestra la perversa utilización del Estado para fines particulares, una de las características fundamentales de la gestión de este presidente.

 

Su invasión de poderes como la Justicia y la colonización de todos los resortes del Estado, desde TVE hasta Correos, forma parte de una inquietante deriva legislativa que también intenta imponer en España el “monocultivo ideológico”: desde la educación hasta la vida, pasando por la convivencia; Sánchez ha legislado siempre desde el enfrentamiento en lugar de para apuntalar la concordia… que solo reserva al parecer para los condenados por sedición.

Nadie como Sánchez se ha saltado tantas veces las normas ni cosechado tantos mandobles de las instituciones de control de sus abusos

El fallo del Supremo coincide, en su espíritu, con otros igual de adversos y en el mismo sentido de otras instituciones del Estado: el Consejo General del Poder Judicial, el Consejo de Estado y el Consejo de Transparencia han emitido decenas de resoluciones en idéntica línea de denuncia del carácter invasivo del Gobierno.

Todas ellas juntas y ubicadas en la línea del tiempo dibujan la hipocresía legendaria de Sánchez, capaz de justificar una moción de censura por razones de higiene democrática para, a continuación, sumergirse en una mezcla de opacidad e injerencias sin precedentes desde 1978.

Nadie como este presidente ha estirado tanto las leyes, o directamente se las ha saltado, para aprovecharse de ellas por acción u omisión. Y aunque parezca que todo ello queda impune, de una profunda huella que sin duda le pasará algún día factura.