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Protestas de los sindicatos ante el Palau de la Generalitat
Protestas de los sindicatos ante el Palau de la Generalitat

El Sur, sarcófago de Ximo Puig

El Molt Honorable no sabe qué hacerse con el Sur de Alicante, cercano al medio millón de habitantes, sino recordar a Zaplana cuando se lo arrebatara a Lerma para conquistar la Generalitat

| Pedro Nuño de la Rosa Edición Elche

Pedro Ángel Hernández Mateo, aunque acabara tan mal parado como para ir a prisión, ha sido el mejor alcalde que, hasta la fecha, tuvo Torrevieja, al menos, si buscamos semejanzas con su siempre admirado modelo a seguir don Pedro Zaragoza "El hombre que inventó Benidorm". El sueño de Pedro Ángel, ayudante de botica con mando de boticario, que salió alcalde desde las Apas, tras una moción de censura apoyado por la ‘partera Mazón’ –comadrona del pueblo-, fue desde un principio convertir a Torrevieja en otro emporio benidormí, pero en lugar de tirar hacia arriba en rascacielos con la tesis del paquete de tabaco (alturas en proporción a superficies verdes y de servicios), como le sobraba terreno por donde ensanchar, dejó a constructores-promotores tirar a lo ancho en urbanizaciones tan indiscriminadas como invasivas, aplicando sin saberlo la teoría del caos.

De pueblito marinero y salinero, apéndice veraniego de Orihuela y Murcia, con Hernández Mateo (1991-2011) en la alcaldía y mayorías absolutas una tras otra, Torrevieja pasó a convertirse en la quinta ciudad de la Comunidad Valenciana. 100.000 censados y más del doble de veraneantes. Pero también "exponenció" el desorden primando la cantidad de casitas baratas a mogollón sobre el urbanismo racional, y ya no digamos respetuoso con los parajes naturales, trazados racionales o servicios municipales. Las tesis de: "provoquemos el problema que ya vendrá alguien a resolverlo" funcionó por la vía rápida y sin posible marcha atrás. Sin embargo, al insaciable gigante de ladrillo le faltaba lo esencial para su posterior supervivencia, empezando por un hospital bastante al aluvión poblacional (lo que más les dolía a los torrevejenses era tener que desplazarse demasiados kilómetros hasta el Hospital de la Vega Baja en Benejúzar); viarios, canalizaciones, sedes culturales, teatro, auditorio capaz, centro de congresos, etc.

 

Lo de los centros socioculturales se resolvió cheque en mano con la ayuda de la Generalitat, entonces del PP zaplanista, uno de cuyos pesos específicos era el alcalde de Torrevieja, también diputado en las Cortes Valencianas. Pero no lo del hospital que era la pesadilla de Pedro Ángel cuando se sentaba en el bareto anexo al Ayuntamiento para inspirarse con sus "amarguitos" de licor dulce italiano, y los vecinos le reclamaban un complejo sanitario completo con sus quirófanos, camas, consultas, especialidades y demás similitudes y prestaciones con cualquier otro público de la provincia, como La Vila, Elda-Petrer, San Juan... Había dejado de ser "Torrevieja un espejo", que ya le habían quitado la capitalidad de la Vega Baja a Orihuela, y podían presumir de ser la tercera metrópoli después de la capital y Elche.

Parece que Ximo Puig ya le está buscando sucesor a la exalcaldesa de Sax, quedándose para sí mismo lo estupendos que vamos con la pandemia

Y como tras marearlo prometiendo (hoy no se fía mañana sí), en Valencia no se lo dieron idéntico al de los otros hospitales universitarios citados anteriormente, dejándoselo en ambulatorio, Pedrito urdió una fórmula muy del capitalismo liberal que es la del hospital público con gestión privada ("target Alzira"), que además sirvió de ejemplo para otros, como y también el de Vinalopó, cuyo resultado además fue óptimo; aunque ponía en almoneda social la sanidad pública, al demostrar cómo en lugar de sangrantes pérdidas, se pueden obtener magros beneficios. Eduardo Dolón Sánchez, ahijado político de Pedro Ángel Hernández, y persona más presumida que un San Luis yuppie, fortaleció, en sus dos mandatos alternativos hasta la actual alcaldía, las relaciones con la empresa Ribera Salud para que ganara la casa y no perdiese el cliente. El personal hospitalario estaba contento y el pueblo también.

 

Precisamente esa comparativa entre lo público y lo privado ha llevado a la Consellera de Sanidad, Ana Barceló, a arrebatarle la gestión del hospital torrevejense a Ribera Salud, dando por hecho consumado la vía del decreto, que ha tenido que tragarse después de que sus socios del Botànic la dejaran con las posaderas al aire, amenazando incluso con romper el triunvirato. Parece que Ximo Puig ya le está buscando sucesor a la exalcaldesa de Sax, quedándose para sí mismo lo estupendos que vamos con la pandemia.

 

Y es que, como ya tenemos repetido, el Molt Honorable no sabe qué hacerse con el Sur de la provincia de Alicante, cercano al medio millón de habitantes, sino recordar a Zaplana cuando se lo arrebatara a Lerma, para después conquistar la Generalitat. Tanto Compromís, conocedor de que en aquella zona solo habla valenciano-catalán el profe del tema venido de fuera, y su porción de votantes le viene de darle la razón, aunque sea en panocho, al ciudadano de centro izquierda; como Unidas Podem, allí Unidas Podemos alto y claro, cóctel anarco-comunista con toques verdes, han entendido perfectamente que mejor no menear el hospital, no vayan a perder lo poco que tienen en una comarca eminentemente de derechas.

Si a esto de la salud es lo primero, unimos que al enemigo ni el agua del trasvase que ahora quieren en exclusividad los manchegos para regar ababoles, mal lo tiene el President. La crisis del Govern está al caer, sálvese quien pueda antes de que las campanas toquen a muerto.