| 27 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Grisolía y Orihuela

El sabio investigador puso de manifiesto su gran conocimiento de Orihuela y dibujó los perfiles desde los que nuestra ciudad debe conjugar sus profundas raíces históricas y culturales

La muerte, a los 99 años de edad, de Santiago Grisolía, pone de actualidad la relación entre el sabio científico valenciano y Orihuela, un vínculo que nace de su condición de discípulo del Nobel Severo Ochoa, cuya abuela Carmen Liminiana era oriolana y también los antepasados de su abuelo Manuel Albornoz. Este afecto especial de Grisolía hacia Orihuela se mantuvo a través del tiempo desde su cargo como presidente del Consell Valencià de Cultura que se reunió un par de veces en la capital cultural de la Costa Blanca. El alto órgano consultivo de la Generalitat estuvo en nuestra ciudad en diciembre de 2012 y siete años después volvió a reunirse, el 12 de diciembre de 2019, para trabajar sobre el informe solicitado tras la DANA por el Consell con el objetivo de utilizar la cultura como elemento de progreso en la Vega Baja. 

El Consell Valencià de Cultura –según informó durante el acto el profesor Grisolía-  había seguido con preocupación los efectos de la DANA y, a sus 96 años, quiso estar presente en esta reunión en la que aseguró venían a trabajar por la Vega Baja: “Contamos con la ayuda de los mejores especialistas en agua, desertificación, agricultura y patrimonio, y con el apoyo de las autoridades. A ellos les agradezco su predisposición, su tiempo y su esfuerzo. Lo hago en nombre del Consell que presido y en el de todos los valencianos.La Vega Baja necesita todo este esfuerzo y por supuesto que lo tendrá», afirmó Grisolía quien añadió que la comarca de la Vega Baja “es un territorio privilegiado, por lo que hay que cuidar y mejorar su gran huerta y sus industrias de agroalimentación, que es la garantía de su porvenir”. Asimismo, dijo que “en este grupo de trabajo que hemos creado en el Consell Valencià de Cultura contamos con los mejores especialistas en agua, desertificación, agricultura y patrimonio, así como con el apoyo de autoridades”. 

La finalidad de esta reunión era que el grupo de trabajo constituido elaborara un informe donde se recogieran las medidas que se pueden adoptar en la Vega Baja para que, desde diferentes perspectivas (agua, turismo, agricultura, patrimonio…), sirvieran para poner en valor la riqueza artística, monumental y patrimonial de la comarca, convirtiéndola en elementos de progreso. A este respecto, el entonces alcalde Emilio Bascuñana recordó que “Orihuela tiene mucho que ofrecer y mucho que recibir (siendo calificada como la Capital Cultural de la Costa Blanca), porque su patrimonio es el patrimonio de toda la Comunidad Valenciana y necesitamos que se pongan en marcha cuanto antes todos los mecanismos oportunos para poder ponerlo en valor”. El primer edil agradeció también la disposición de los miembros del Consell Valencià de Cultura, y especialmente de su presidente, Santiago Grisolía, así como la iniciativa de la Generalitat Valenciana de crear este grupo de trabajo. 

El grupo del CVC estaba compuesto por Gerardo Muñoz (coordinador), Irene Ballester, José María Lozano, Joaquín Santo e Inmaculada Vidal. Además, a esta primera reunión celebrada en Orihuela asistieron también los concejales de Cultura, Patrimonio Histórico, Turismo y Urbanismo (Mar Ezcurra, Rafael Almagro, Mariola Rocamora y José Aix, respectivamente), así como Antonia Moreno, delegada territorial de Presidencia de la Generalitat Valenciana; Adrián Ballester, vicepresidente 5º de la Diputación de Alicante; Juan José Ruiz, rector de la UMH; Antonio Gil Olcina, rector honorario de la Universidad de Alicante; Rafael Martínez Campillo, abogado urbanista; Juan José Sánchez Balaguer, codirector de la Cátedra de IARICC de la UMH; Antonio Luis Galiano, cronista oficial de Orihuela; Julio Calvet, presidente del Patronato Histórico de Orihuela; José Antonio Martínez, presidente de la Comisión de Bienes Culturales de la Diócesis Orihuela-Alicante; y Carles Cortés, vicerrector de Cultura, Deporte y Lenguas de la Universidad de Alicante. 

Más tarde, el 26 de julio de 2021, el Consell Valencià de Cultura (CVC) se adhería a la petición del Ayuntamiento de Orihuela para recuperar el Llibre dels Repartiments, una serie de documentación de "inmenso valor histórico, documental y sentimental" para la población oriolana que en estos momentos se encuentra en la Biblioteca de Catalunya. El informe del CVC -que se remitió a la presidencia de la Generalitat Valenciana, la Conselleria de Educación, Cultura y Deporte y el Ayuntamiento de Orihuela- señala que “habida cuenta antecedentes expuestos, el inmenso valor histórico, documental y sentimental que para toda la ciudadanía oriolana y los estudiosos de su Medievo tiene la pieza singular del Llibre dels Repartiments y a tenor de la solicitud de mediación que le ha demandado el Ayuntamiento de Orihuela a este Consell Valencià de Cultura, consideramos favorablemente el apoyo y la adhesión al empeño de aquel en la recuperación definitiva de la precitada obra, recomendando que las instituciones públicas involucradas, se pongan de acuerdo en su devolución". 

La máxima implicación del profesor Santiago Grisolía con la ciudad fue con motivo de la publicación del libro Los Síndicos de Orihuela

Pero, en mi opinión, la máxima implicación del profesor Santiago Grisolía con la ciudad fue con motivo de la publicación del libro Los Síndicos de Orihuela, patrocinado en 2019 por la concejalía de Festividades dirigida por Mariola Rocamora. En un prólogo de lujo para esta edición, puso de manifiesto el sabio investigador su gran conocimiento de Orihuela y dibujó, en preclara visión, los perfiles desde los que nuestra ciudad debe conjugar sus profundas raíces históricas y culturales con un ambicioso planteamiento de futuro. Comenzaba el texto confesando que “a la responsabilidad de la firma se añade mi particular aprecio por la ciudad que se sostiene en otro tipo de memoria, ésta mucho más familiar y personal, relacionada con la familia de mi maestro el Dr. Severo Ochoa. Recuerdo el amor con el que hablaba él de su familia oriolana, de su abuela en particular, perteneciente a una rama de los Sánchez Albornoz, esa estima supo transmitírmela hasta el punto que visité Orihuela en su compañía repetidas veces y con el tiempo y siempre que he tenido ocasión, he regresado por mi cuenta o con la excusa de las representaciones institucionales. Ni que decir tiene el profundo agradecimiento que siento por el trato recibido una y otra vez”.  

Por estas razones –sigue explicando- “Orihuela ha sido centro de mi interés, desde hace mucho tiempo. Me he visto obligado a seguir sus vicisitudes desde la distancia la mayor parte de las veces, y siguiendo la tradición de tantos observadores la he comparado a otras ciudades que he conocido o en las que he vivido y me he hecho las preguntas pertinentes a estos casos, intentando salvar la distancia entre lo más personal y el interés más general, colectivo. ¿Qué ideas se tienen de Orihuela desde fuera de ella? ¿Qué es, qué significa la ciudad para el resto de los valencianos? ¿Qué ideas sobre esta misma cuestión tienen los propios oriolanos?”. 

Y se contesta Grisolía sin dudarlo: “Orihuela fue nuestra gran ciudad del sur. Marcó desde hace siglos la frontera del Antiguo Reino, una frontera militar pero también mental y cultural en el sentido moderno de estas palabras. Lo fue con eficacia y distinción y recorrió un camino bastante paralelo a su espejo del norte, la ciudad de Valencia y capital del Reino. Las dos se observaron, se reflejaron por así decirlo y se mantuvieron firmes en su papel de principales hasta la Guerra de Sucesión. Orihuela pagó muy cara su resistencia de entonces. Pero todo esto es algo sabido, aunque quizá poco recordado en su largo alcance, en sus consecuencias hasta nuestros días”.  

Santiago Grisolía y Juan José Sánchez en Orihuela

Más adelante afirma don Santiago: “A mi juicio, Orihuela sigue siendo el referente del sur para los otros valencianos. El marco de la historia no ha sido destruido ni siquiera la capitalidad provincial es decisiva aquí. Hay como si dijéramos una continuidad psicológica que, aunque dañada, hace que una gran capital como Valencia mire como hermana a la antigua capital de la Governaciò de llà Xixona. Ayuda en esto enormemente que Orihuela no haya cedido a la tentación de la despersonalización, al rompimiento del vínculo del territorio común.  No siquiera en momentos como hoy, cuando la llegada de tantas gentes de otros lugares podría presionar en esta dirección con más fuerza. Se diría incluso que este fenómeno ha ayudado a un nuevo interés por el pasado, como si se tuviera la feliz intuición de que reconocerse en lo propio favorece abrirse al mundo con mayor seguridad”.  

Grisolía apuesta también por el futuro de la ciudad: “Orihuela vuelve a poseer capital humano. No me cansaré de repetir que nada es posible en lo humano si no se consigue que muchos, con la formación suficiente y en diversos campos, trabajen y creen en una sociedad que sepa valorar la vital importancia de la formación y el talento. En el entorno de nuestra capital del sur [Orihuela] se ha ido tejiendo en estas últimas décadas una trama empresarial y educativa que podría hacer posible un salto impensable no hace tanto. Es una sociedad muchísimo más interesante que antes”.  

Y añadía el sabio profesor: “En la encrucijada de nuestro tiempo, entre la globalización total y la nostalgia de un mundo más seguro que hemos conocido bien pero que va desapareciendo ante nuestros propios ojos, quizá un ecosistema como el oriolano podría ser capaz de todo, de tener éxito de nuevo, si consiguiera el muy difícil equilibrio entre la creación hacia afuera y hacia adentro”. Para ello, concluye D. Santiago pidiendo: “Desde el norte, desde Valencia, nuestra histórica alianza, que tantos frutos dio”; y que sus “muy queridas Valencia y Orihuela sepan crear una fructífera complicidad para un futuro mejor”.  

Así sea, don Santiago. Y que usted descanse en paz. Que Orihuela le recordará siempre.