| 16 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Cospedal, Rajoy y Cifuentes en el Congreso del PP madrileño a principios de año
Cospedal, Rajoy y Cifuentes en el Congreso del PP madrileño a principios de año

La hora de los barones del PP

Es el PP el que debe liderar el discurso en defensa del futuro de España, desde los principios constitucionales de unidad y diversidad y garantía de los derechos y libertades.

| Antonio Martín Beaumont Opinión

 

 

Ya está claro, lo que hace meses podía parecer una locura, sigue siendo una locura, pero real: España afronta el momento más crucial de su historia reciente. La inédita irrupción este martes del Rey Felipe VI, con su impecable mensaje contra la grave "deslealtad" de la Generalitat, no hace sino constatar que el Gobierno cuenta con todo el respaldo institucional y con los instrumentos del Estado de Derecho para atajar de raíz la sedición del Gobierno catalán.

Pero Mariano Rajoy afronta este difícil trance con algunas piedras en su mochila. Un Gobierno desbordado, a cuya estrategia frente al problema catalán le ha sobrado tecnocracia bienintencionada, incomunicación, y le ha faltado política desacomplejada.

Y una oposición, fundamentalmente la del PSOE, lastrada por sus históricos complejos sobre España y por la esquizofrenia con la que Pedro Sánchez y Miquel Iceta están conduciendo a los suyos en un momento tan importante. ¿O de verdad cree el líder del PSOE que sus votantes y simpatizantes piensan que lo prioritario es ahora la reprobación de una vicepresidenta del Gobierno que busca restablecer la legalidad democrática y no la reprobación de unos mandatarios independentistas que han sacado a la gente a la calle para cometer una ilegalidad, o la de unos Mossos que han decidido convertirse en policía política ignorando la ley y los mandatos judiciales?

Lo de Podemos

Y qué decir de Podemos. Paradójicamente, no ha sido al final la brutal crisis económica de la última década, sino el desafío de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, lo que ha quitado la careta a Pablo Iglesias y sacado a la luz su objetivo: dinamitar el sistema constitucional del 78, derogar nuestro modelo de Monarquía parlamentaria e instalar un régimen nacional-populista impropio de la moderna Unión Europea.

Sin embargo, el presidente cuenta para esta encrucijada (que ya ha marcado para bien o para mal su trayectoria política y su destino) con un poderoso aliado, el PP. El partido más grande de este país. La gran formación de centro derecha, la más votada por los españoles en las últimas elecciones autonómicas, municipales y generales, que vertebra España, debe ser quien tome protagonismo y nutra al Gobierno del discurso político que contrarreste la vergonzosa tarea de manipulación y agitprop que el separatismo, sus plataformas satélites, bien alimentadas con dinero público, llevan décadas ejerciendo.

"Me duele España", afirmó este miércoles el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, en el arranque del debate sobre el estado de su comunidad. Y el líder del PP gallego subrayó que lo que ocurre en Cataluña afecta a toda España, por lo que llamó a "defender la convivencia". "Yo lo hago sin paliativos", enfatizó, crítico con la postura "ambigua" de otros partidos.

También este miércoles se escuchó la voz de la presidenta madrileña, Cristina Cifuentes. "Por encima de ese Gobierno carente ya de legitimidad está la Constitución, el Estatuto de Autonomía, las leyes, y la Justicia encargada de velar por su cumplimiento". "Y también está la Policía, para que conductas tan irresponsables como las que estamos viendo estos días, no puedan destruir la España que tanto nos ha costado construir entre todos durante siglos", enfatizó.

 

Rajoy, en la última reunión de los presidentes provinciales del PP para analizar la crisis catalana

 

Feijóo, Cifuentes, la líder del PP de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, el presidente del PP andaluz, Juan Manuel Moreno, Alfonso Alonso, José Antonio Monago y Alfonso Fernández Mañueco, y otros más. Todos ellos líderes que pertenecen a una generación clave, la del propio Rey Felipe, y que cuentan además con la legitimidad en su partido de haber sido recientemente elegidos por el más democrático de los sistemas: el voto de todos los militantes. Y que, no se olvide, representan a Comunidades Autónomas, con el apoyo del voto de sus ciudadanos, con tanto peso y pedigrí como Cataluña.

Un paso al frente

El PP, el partido mejor implantado por todos los rincones españoles, debe tomar protagonismo en un momento tan crucial, cuando las libertades y derechos de los españoles, plasmados en nuestra Carta Magna, se ponen en entredicho por quienes abanderan legitimidades desde todo punto de vista ficticias.

Es el Partido Popular, con sus dirigentes regionales a la cabeza, quien debe salir de la mudez para enarbolar un relato que cree certidumbre en la gente. Desde sus inamovibles principios de unidad y pluralidad de España. Si Puigdemont y compañía abrazan una inventada e impuesta nueva legalidad catalana, los líderes autonómicos del PP, desde su legitimidad, deben explicar que asistimos a un golpe de Estado impulsado por quienes desean arrebatar al pueblo español los derechos constitucionales conquistados. Son los golpistas los que deben sentirse acorralados, no los que portan la ley que nos hace a todos libres e iguales.

No hay nada más moderno y renovador que defender la Constitución. Toda, de principio a fin. Es nuestra norma de convivencia para vivir en paz. Se puede reformar, claro que sí, pero obteniendo los votos suficientes en las urnas para que esa reforma sea legal.

El orden

Ahora, por encima de todo, hay que restablecer el orden democrático violentado. Y el Gobierno, con el apoyo del PP y de quienes quieran sumarse a la tarea, no debe tener miedos a la hora de aplicar cualquier recurso que la legalidad democrática pone a su disposición. Hay que defender la democracia. Y el artículo 155 y otros están en la Constitución precisamente para, en situaciones límite como ocurre ahora, garantizar el interés general de España.

Estamos próximos a conmemorar el 12 de Octubre, la fiesta de una nación milenaria. No es hora de políticas descafeinadas. Nunca han dado resultado con los nacionalistas y, además, nos han traído hasta aquí. Es hora de líderes políticos de verdad que sepan estar en su sitio.