| 29 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Aceptamos la República

El autor, liberal, propone con ironía aceptar el desafío de la izquierda y cambiar la Constitución hasta donde quieran. Pero con unas condiciones que, cree, no se atreverán a aceptar.

| Daniel Ortiz Guerrero Opinión

Bien, izquierdistas furibundos. Comunistas fanáticos de una idea fracasada que sólo conduce al resentimiento y la miseria. Progresistas pijos que os declaráis ‘de izquierdas’ porque queda guay y votáis a Sánchez o a Iglesias porque creéis que estáis contribuyendo a un mundo mejor.

Aceptamos una República Federal. Pero como en todo proceso Constituyente, tiene un precio que desde la derecha liberal nos pensamos cobrar

Analfabetos de la bancada izquierda actual, más radicalizada que nunca en las últimas décadas. Partidarios de erradicar el capitalismo y la libertad económica, totalitarios varios. Escuchadme bien: aceptamos la República. La tercera República para España. Aceptamos ir a un proceso constituyente que destierre la arraigada tradición monárquica de nuestro país.

La medieval Dinamarca

Aceptamos que dejemos de ser como Reino Unido o Dinamarca, atrasados reinos medievales -como todo el mundo sabe-. Además, vamos más lejos: aceptamos una República Federal para España. Pero como en todo proceso Constituyente, esta cesión tan relevante y tan significativa tiene un precio. Un precio que desde la derecha liberal nos pensamos cobrar céntimo a céntimo. Vamos con la letra pequeña.

El primer punto será deshacernos por completo de la Constitución de 1978. Cuando digo por completo, quiero decir de la Ley a la Ley ir derogando uno a uno pero en una sola reforma todos los artículos de dicha Carta Magna. Borrón y cuenta nueva. A tomar viento el ‘candado del 78’ que tan preocupado tiene al pequeño Lenin español. Una vez que tengamos el solar desescombrado, empecemos a construir.

 

 

Los liberales sólo aceptamos tal derribo si se dan las ciertas condiciones irrenunciables en la construcción de la nueva edificación.

La primera de ellas es que la Constitución pasará a tener veintitantos artículos. Sería una Constitución corta, fácil de entender y clara. Un preámbulo apelando a la Nación española como elemento clave y único pueblo soberano. Un primer artículo dejando claro este punto, sin ambigüedades.

El segundo artículo regulando el poder legislativo con una estricta separación de poderes y con dos cámaras: una representando a la Nación y otra a los Estados de la federación. Ambas con poderes efectivos y sin mandato imperativo de ningún tipo, ni del partido.

Nada de endeudarse

El tercer artículo que regule las funciones del ejecutivo, que irremediablemente correspondería al presidente de la República, elegido por sufragio universal. Un cuarto artículo que regularía un poder judicial que en ningún caso permitiría aforamientos ni injerencias de ningún tipo del poder político.

Después, un articulado claro y conciso que prohíba la financiación pública de partidos, sindicatos, medios de comunicación y confesiones religiosas. Que establezca como sagrado, fundamental e inviolable el derecho a la propiedad privada. El derecho a la libertad personal y a la soberanía del individuo sobre su vida y su patrimonio. Otro artículo que establezca un límite porcentual máximo a la carga impositiva que quede muy por debajo de la media actual.  Otro artículo que prohíba el endeudamiento sistemático de las administraciones públicas.

Librecambismo

No tendrá la Constitución por objeto regular derechos sociales que dependan de circunstancias económicas propias del momento, sino exclusivamente el funcionamiento del Estado y los derechos civiles y políticos. Queda cerrado por completo el ámbito competencial que corresponda a los Estados y a la Federación, sin que pueda comerciarse con las correspondientes competencias. Queda prohibido el establecimiento de aranceles y se establece el librecambismo en materia económica como política económica base de cara al exterior.

Si la izquierda acepta estas premisas –que tachará de fascistas aunque ya me dirán ustedes dónde ven el fascismo en ellas-, nosotros aceptamos la República.

 * Daniel Ortiz Guerrero es abogado