| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El doctor Palma, sobre 'La lección de anatomía del Dr. Willem Van der Meer', del pintor  Van Mierevelt (1617)
El doctor Palma, sobre 'La lección de anatomía del Dr. Willem Van der Meer', del pintor Van Mierevelt (1617)

“Teorías completamente erróneas en Medicina han prevalecido durante milenios”

José Alberto Palma es un joven neurólogo español profesor en la Universidad de Nueva York. Su “Historia negra de la Medicina” deja claro que la consulta no siempre fue un lugar seguro.

| Carmelo López Arias Opinión

Durante siglos, ¡incluido el siglo XX!, acudir al médico pudo llegar a ser bastante más peligroso que no hacerlo. Es la sorprendente conclusión a que se llega con la lectura de la Historia negra de la Medicina que ha publicado Ciudadela y cuyo autor, José Alberto Palma, nos hace ver que la palabra matasanos fue, en algunos casos, una descripción más que un insulto.

Sangrías, arrancar dientes, tostar heces, usar grasa de muerto o la orina propia, algunos de los 'métodos' más horribles

“Hay un gran surtido de personajes que pasaron a la historia por las barbaridades cometidas”, comenta Palma a este periódico, y no exagera un ápice al repasar algunas relativamente recientes: “El entusiasmo del médico francés François Broussais por las sangrías (fue probablemente el médico más sanguinario de la historia) provocó cientos de miles de muertos, particularmente durante una epidemia de cólera que azotó París en 1832. A finales del siglo XIX, el estadounidense Robert Battey extirpó los ovarios a miles de mujeres, convencido de que la histeria (un término genérico para denominar cualquier estado de ánimo alterado) tenía su origen en los órganos genitales femeninos. El también estadounidense Henry Cotton, convencido de que el origen de toda enfermedad mental se encontraba en los dientes, extrajo alrededor de 11.000 dientes durante su carrera, hasta 1930”.

Palma es un joven investigador jiennense, médico en una familia de cuatro generaciones de médicos, especializado en neurobiología y en el funcionamiento del cerebro humano, y actualmente profesor de Neurología en la Universidad de Nueva York. Tras El médico escéptico y Cómo tomamos las decisiones, éste es su tercer libro de divulgación, en este caso en respuesta a la pasión por la Historia de la Medicina que heredó de su padre.

En todas las civilizaciones

“Durante milenios han prevalecido teorías complemente erróneas tanto en la medicina occidental como en el resto de civilizaciones”, explica: “Por ejemplo, en el siglo II antes de Cristo, los médicos de Qin Shi Huang, el primer emperador de China, el que hizo construir los famosos Guerreros de Terracota, proporcionaban a su soberano pastillas de mercurio porque pensaban que esta sustancia haría que su vida se prolongase eternamente. En realidad, lo único que consiguieron es que su majestad muriera precozmente, haciendo que la dinastía Qin durase sólo 15 años”.

Palma añade que los enjuagues de orina eran “práctica común” en la India y que las temidas sangrías “se efectuaron desde tiempos inmemoriales en prácticamente todas las culturas, incluyendo la antigua Mesopotamia, Egipto, Grecia, y las civilizaciones de la América prehispánica”.

 

 

La Historia negra de la Medicina es una mirada al pasado, pero no una mirada altiva sino comprensiva y que reconoce el esfuerzo y los desvelos de quienes se han consagrado a lo largo de milenios a curar a los demás: “No se les puede negar experiencia y buenas intenciones”.

Grasa humana y heces

Pero “la experiencia sin humildad y espíritu crítico no sirve de nada”, afirma Palma, y por eso “incluso los médicos con más experiencia de la época propugnaban tratamientos inútiles. Es el caso del médico español más prestigioso del siglo XVIII, el salmantino Francisco Suárez de Rivera: recomendaba excrementos humanos ‘bien tostados, y reducidos a carbón’, para tratar la fiebre y las crisis epilépticas; sangrías, sanguijuelas, ventosas, y mercurio para tratar los dolores de cabeza; o el unto de grasa de cadáver por el cuerpo del paciente para paliar la pérdida de peso”.

Entonces (como hoy) existían también el efecto placebo y la curación espontánea, y por ello “es probable que, en algunos pacientes, estos tratamientos sin base científica tuvieran cierto éxito. Por ejemplo, si un paciente con presión arterial o niveles de colesterol en sangre elevados era sometido a una sangría, tanto la presión como el colesterol disminuían”. Pero “el éxito, en este caso, no era consecuencia del saber sino del azar”, puntualiza el doctor Palma.

Galileo

Todo esto cambió con el auge de la medicina científica, pero mucho más recientemente de lo que suponíamos: “El método científico consiste en realizar experimentos controlados para aceptar o rechazar teorías (hipótesis). Algunos historiadores sitúan el nacimiento de la revolución científica con el físico italiano Galileo Galilei, a principios del siglo XVII.

Sin embargo, en medicina, hubo que esperar bastante más porque los conocimientos básicos en fisiología y microbiología y el desarrollo de la antisepsia no se completaron hasta finales del siglo XIX y principios del XX”.

Hoy, concluye José Alberto Palma, acudir al médico sí es algo razonablamente saludable y eficaz, y podemos decir que esta excelente Historia negra de la Medicina, entretenida y pedagógica relación de tratamientos "absurdos, desagradables y terroríficos” que anuncia el subtítulo, comienza a ser solo eso: historia.