| 23 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Rovira, los gritos del silencio

La candidata de ERC se esconde para no acudir a un debate televisivo con Ana Pastor. Se equivoca cuando no acude y falla cuando sí va: una metáfora del deterioro intenso del procés.

| Javier Rodríguez Opinión

Ana Pastor es tal vez la moderadora menos moderada de la televisión mundial, pero también la que más y mejor ha sentado a políticos en un plató para someterles a todo tipo de torturas gratas para el espectador: entrevistas a cuchillo, hemerotecas malditas, debates a cara de perro y bailes de toda laya que han enterrado, definitivamente, la horrorosa costumbre de la clase política de elegir cómo, cuándo y para qué se va a televisión: ya no eligen ellos, y si lo hacen, no les sale gratis.

Rovira hace el ridículo cuando va a un debate y cuando se queda en casa, escondida por su propio partido

La imagen del día trae a los candidatos a la presidencia de la Generalitat de los partidos con presencia en el Parlament. O a sus delegados, con una única ausencia clamorosa:en ausencia de Junqueras, por razones penitenciarias obvias, la jefa de filas es Marta Rovira, una política de otra dimensión inédita hasta la fecha: es el único caso conocido en que su propio partido la esconde para evitarle bochornos, aunque no lo logra del todo. No acudir por no hacer el ridículo es, al final, la peor manera posible de hacer el ridículo.

No resulta sencillo distinguir a los representantes de En Común Podem, ERC y la CUP; quizá porque los tres terminan pareciéndose como tres gotas de agua, por mucho que el delegado de Iglesias y Colau se empeñe en el imposible de estar, a la vez, contra el 155 y contra la independencia. Lo que equivale, en la práctica, a estar más cerca del soberanismo, por muchos eufemismos y engañabobos que se utilicen para despistar a un personal que ya debería de estar curado de espanto.

El debate mostró el antagonismo entre el realismo constitucional y el delirio separatista. Y dejó bien claro que España y Cataluña necesitan tanto aferrarse al primero como escapar del segundo. Algo en lo que Arrimadas, Iceta y Albiol coinciden: un buen punto de partida, diferencias aparte, si los catalanes deciden darles a los 3 la mayoría suficiente para no depender de nadie. Que no parezca probable o significa que sea imposible, y viendo la solvencia de los aspirantes de Ciudadanos y del PP y la tajante oposición del PSC a apoyar a un presidente independentista, todo puede ocurrir.

¿Tripartito?

Pero no nos engañemos. Las malas lenguas, que son las mejor informadas, ya dan por hecho un pacto entre ERC, PSC y En Comú que, con renuncia al unilateralismo mediante, reedite un nuevo Tripartito y ponga las bases para un acuerdo similar con el objetivo de llegar a La Moncloa cuando haya Generales.

Ninguna partida electoral se juega sólo al corto plazo ni enseñando todas las cartas de primeras. Y especialmente la que se desarrolla en Cataluña: con ser importante lo que allí ocurra, lo relevante es cómo va a afectar a la política española y a los juegos de alianzas en el próximo bienio. Y tiene pinta de lo hará, y en unas proporciones nunca vistas antes.

 Y un último apunte: el debate se retransmitió para toda España. Y los intervinientes hablaron, por tanto, en español. Parece una obviedad. Pero no lo es: la semana pasada TVE emitió un programa prácticamente idéntico -también sin Rovira- y los participantes impusieron el catalán y obligaron a la cadena pública a doblarles al castellano en directo. Sólo Albiol y Arrimadas utilizaron ambas lenguas.  Con la Sexta no se atrevieron.