| 26 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Pablo Iglesias, en abril de 2014
Pablo Iglesias, en abril de 2014

¿Por qué 5 millones de personas creyeron que lo mejor era votar a Podemos?

El autor sostiene que el auge de Podemos, a costa del PSOE, tuvo que ver con el estímulo que a sus líderes se les dio en miles de horas de televisión... en una emisora rescatada por el PP.

 

 

Corría el año 2011 cuando las calles españolas se llenaron de indignados.

Crisis económica brutal, corrupción política, líderes mediocres… y el consiguiente hartazgo de la gente que deja de quejarse en los bares, y decide salir a las plazas.

Lo hemos visto mil veces en la historia.

Y es la propia historia la que nos alecciona sobre la peligrosidad de esos momentos en donde se manejan tantas emociones incontroladas.

Cuando la gente deja de pensar de forma individual sólo es cuestión de tiempo que aparezca un pastor

Cuando la gente deja de pensar individualmente, y pasan a pensar como colectivo, como “rebaño”,  es sólo cuestión de tiempo que aparezca un pastor; alguien que les diga lo que quieren oír, y les guía en este mundo de tinieblas.

Ha sido siempre así, no hemos inventado nada.

Total, que a finales de ese mismo año, y ya con el cambio de Gobierno y con Mariano Rajoy de Presidente, sucede algo que provoca como poco cierta sorpresa e incredulidad.

El rescate inesperado

La Sexta —una cadena de televisión con un perfil claramente de izquierdas, y muy crítica con el partido que ahora empezaba a mandar— está al borde de la quiebra. Si el Gobierno se hubiera limitado a no hacer nada, la cadena habría desaparecido, y con ella el 75% de la munición mediática contra el PP.

Sin embargo, la Jefa de Operaciones del Partido Popular: Soraya Sáenz de Santamaría decide contra todo pronóstico llamar a uno de los apoyos en la sombra más fuertes de su formación, el líder de uno de los dos grandes grupos de comunicación en España: José Manuel Lara.

La conversación bien podría haber sido así: 

SSS: José Manuel…te necesitamos…

JML: Usted dirá Sra. Vicepresidenta.

SSS: Necesitamos que nos compres un tele.

JML: ¿Otra?

SSS: Sí… otra… necesitamos que rescates a La Sexta, está al borde del cierre.

JML: Vale, pero luego habrá que cambiar toda la línea editorial, y para eso hay que echar a mucha gente, Ferreras, Wyoming… puede volverse contra vosotros.

SSS: Tranquilo, no hay que echar a nadie. Están empezando a colar un producto nuevo, chavales de izquierda radical… hay que darles vía libre, que aparezcan mañana, tarde y noche.

JML: No entiendo nada.

El acaudalado empresario que fuera hijo de un Capitán de la Legión, no entendía cómo la Vicepresidenta quería rescatar una cadena que estaba a punto de echar el candado, para dársela a sus contrincantes ideológicos.

Quizá el Presidente del Grupo Planeta no pensaba en clave política, no tenía a su alrededor decenas de asesores generando cascadas de ideas para retorcerlo todo con el único propósito de alcanzar, o en su caso mantener el poder.

El bipartidismo, tocado

Soraya sí sabía bien lo que hacía. Las últimas elecciones, aunque muy propicias para su partido, habían significado un toque de atención al bipartidismo.

El PSOE había perdido nada menos que cuatro millones de votos: era un animal herido

El PSOE había perdido nada menos que cuatro millones de votos, cosechando el peor resultado de su historia, era un animal herido… y la vicepresidenta quería matarlo.

Parte de esos votos se habían ido a un nuevo partido presidido por una ex socialista, Rosa Díez, que había logrado formar grupo propio al obtener cinco diputados: UPYD.

Este partido comenzó a denunciar algunos de los casos de corrupción política que han estallado en los últimos años, y a proponer leyes incómodas para la coyuntura política que antepone apoyos para conservar el sillón a la dignidad, leyes como la ilegalización de los partidos pro-etarras, o la obligatoria utilización del castellano en las instituciones del estado, y el derecho de todos los españoles de ser atendidos en esa lengua.

Era un partido no radical, que en un momento dado también podía llevarse a potenciales votantes de derechas hartos de tanta corrupción.

En el PP entendieron que lo que le había pasado al PSOE era una simple cuestión de coyuntura política: les había tocado gestionar la crisis más brutal de las últimas décadas; y que por tanto, era algo que en un momento dado, también les podía suceder a ellos.

Si ese momento llegaba, no era bueno tener una tercera vía moderada y fresca a la que también pudieran ir en masa sectores liberales y centristas del PP.

Tercera vía... radical

Si el partido volvía a ser sólo la casa de conservadores puros, retrocedería a las cifras de votos de los tiempos de Alianza Popular… y eso no era nada bueno.

 

Podemos, en su asamblea fundacional de 2014

Si había una tercera vía, ésta debía ser una opción radical de izquierdas que cumpliera dos objetivos

 

Así que llegaron a la conclusión de que ni por la derecha ni por el centro podía aparecer una tercera vía beligerante que pusiera en peligro su hegemonía. Si había una tercera vía, ésta debía ser una opción radical de izquierdas que cumpliera dos objetivos:

1- Dividir aún más a la izquierda, debilitando así al PSOE.

2- Generar el miedo suficiente entre los votantes de centro-derecha para que los que dudaban en abandonar el redil… no lo hicieran.

Todo esto se traducía en el plano político de una forma sencilla: había que acabar con UPYD, y apoyar cualquier atisbo de nueva formación radical de izquierdas.

Tanto el PP como el PSOE tenían y tienen sus servicios de información, sus cloacas del estado para advertirles con antelación de nuevos movimientos y nuevas corrientes de opinión.

A rebufo del 15M

Así que Soraya ya sabía por aquel entonces que un grupo de jóvenes fanáticos, nostálgicos de uno de los regímenes más sangrientos de la historia: el comunismo, se estaban organizando aprovechando la base de descontento que había supuesto el 15M.

La idea original era asaltar IU, partido al que todos estos jóvenes radicales de la Complutense estaban ligados de una manera u otra,  pero al no conseguirlo, decidieron ir por libre.

Es imposible entender el fenómeno Podemos sin las miles de horas de televisión que en los dos siguientes años les brindarían en una cadena que, de no haber sido por la ayuda del PP, habría quebrado.

Sólo con La Tuerka y Fort Apache jamás Podemos habría llegado a entrar en el Congreso

Sólo con La Tuerka (programa que los jóvenes marxistas emitían por internet) y Fort Apache, tertulia que habían logrado colar en la televisión pública iraní HispanTV gracias a la mediación de su adorado Hugo Chávez (amigo y socio del entonces presidente de Irán Ahmadineyad), jamás habrían llegado a entrar en el Congreso.

Podemos existe, porque así lo quiso el PP. 

Miedo, pero menos

Pero ningún plan es perfecto, y entonces surgió el primer problema con la llegada desde Cataluña de Ciudadanos al panorama nacional, que supo ser más listo que UPYD y atraer a aquellos descontentos con el PP que no querían seguir votando a la formación por mucho miedo que diera Podemos; y también con la Comisión Nacional de la Competencia que veía que con esta operación (compra de la Sexta por Atresmedia) el panorama mediático quedaba reducido a un duopolio Mediaset/Atresmedia.

El Gobierno volvió a maniobrar en la sombra, y la Jefa de Operaciones Santamaría logró rebajar las condiciones impuestas por Competencia para que la estrategia saliera adelante.

El 01/10/2012 se consumó la operación. El Gobierno del PP salvaba la vida a La Sexta, e iba a ser en esta cadena donde la gente pasaría a conocer la “nueva política” a la hora del desayuno, de la comida y de la cena, non stop.

Un plan perfecto

El PP no tuvo que hacer nada, sólo dejar que siguieran trabajando con libertad los primeros espadas del canal: Ferreras, Évole, Wyoming, etc.

Era el plan perfecto para convertir en los siguientes dos años a cinco millones de rojos… en morados.

Divide et impera (divide y vencerás).