| 25 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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El diálogo de los cobardes

El autor lanza un alegato contra este 'diálogo', propuesto por quienes han pisado la ley y sólo buscan convertir ese delito en un derecho. Todas las cesiones posibles, llevan años hechas.

 

 

Los cobardes ahora quieren dialogar. Los cobardes que llamaban fachas a todos los que anunciaban que en Cataluña  iba a pasar lo que está pasando, ahora piden diálogo.

Pedir diálogo es una forma de decir que no tengo valor para aceptar que me equivoqué, y mucho menos güevos para reconocer que los fachas tenían razón, así que ahora no me quedan más cojones que ponerme de perfil y llamarlo equidistancia, para luego correr a esconderme detrás de una palabra que me pueda salvar de la vergüenza dadas sus connotaciones positivas en la sociedad, todo el mundo entiende el dialogo como algo bueno.

¿Pero, dialogar de qué?

El diálogo en política implica siempre cesiones por ambas partes para llegar a un acuerdo, ¿y qué más vamos a ceder aquí?

Y si las competencias están todas cedidas, entonces dialogar de qué, ¿del concepto de nación?

Sanidad, educación, policía, siete canales de adoctrinamiento público… si ya está todo cedido

El diálogo entre el gobierno central y el autonómico catalán durante décadas ha sido una farsa donde unos listos saciaban sus ansias de tener un cortijo propio para salvaguardar sus oscuros y mezquinos intereses con sede en Andorra, y unos tontos cedían hasta la camisa por miedo a ser acusados de fachas por parte de los mismos que hoy piden diálogo; bueno, y en muchas ocasiones porque necesitaban los votos de los listos para poder gobernar, y claro, donde esté el poder para trincar durante cuatro años que se quite la tontería esa de ser un estadista y anteponer los intereses del país a los del partido.

La historia

Y si las competencias están todas cedidas, entonces dialogar de qué, ¿del concepto de nación?

Una nación tiene su origen en la historia, es algo que viene dado, algo que no pueden ponerse a discutir  cuatro rufianes de mierda. Una nación es el fruto de siglos de vida en común, de juntarse en armas para defenderse del invasor, de navegar juntos para conquistar nuevos mundos.

Aquí cualquier Sabino pasado de anís o cualquier Vicenç hasta arriba de vino se pone a pintar un trapo y se inventa una bandera y un país.

Oiga mire no, la Estelada no es la bandera de Cataluña, es sólo la de un grupo organizado que pretende dominar un territorio para hacer y deshacer a su antojo.

Y la Señera, que sí es la bandera de Cataluña, no es más que una reminiscencia de la bandera del Reino de Aragón, que unió sus destinos con Castilla para junto a Navarra y Granada acabar de dar forma a un proyecto de siglos en común. Los romanos ya llamaban a esta porción de tierra Hispania.

¿Oprimidos?

¿Se creen que nuestra historia la vamos a negociar con una mezcla de  Harry Potter  y Benjamin Button, una niña pija que se cree radical por cortarse el pelo como un mono y sacarse mocos como un mono, y un oso yogui nieto de burgueses educado en colegios de pago, intentando hacernos creer que es un paria oprimido?

¿Con esta cuadrilla vamos a negociar siglos de caminar juntos? ¿Y a quién se supone que debemos poner al otro lado de la mesa de negociación? ¿A la patrulla canina?  ¿Al chavo del 8?

Luego no nos extrañemos que salgan referendos con urnas de plástico de los chinos,  y donde el voto telemático sea que la familia Gómez Casado, independentistas de toda la vida, lleven quince papeletas dentro de una tartera al párroco de la iglesia del barrio. Y eso que en casa de los Gómez son sólo Carmina, Javier y los niños.

La democracia tiene su límite en la ley, no se negocia nada con quien traspasa esa ley. Si no negociamos con un ladrón ¿por qué sí con un golpista?

La ley es lo que protege a los débiles de los poderosos, sin ella los poderosos de Cataluña, que son los que han montado todo este tinglado, podrán hacer y deshacer a su antojo.

 

Ya pasó el tiempo de dialogar con los que envían a la calle a niños, mujeres y ancianos

 

Los que traspasan la ley también tienen derecho a dialogar claro, pero con la Policía, la Guardia Civil, los jueces y los fiscales. Como nos pasaría a todos los españoles.

Pedir diálogo ahora con los que han llevado a Cataluña al abismo, con quienes están jugando con el futuro de millones de personas y su bienestar, con quienes se llenan los bolsillos mientras mandan a la calle a buscar un enfrentamiento civil a mujeres, niños y ancianos es de cobardes, aquí ya se pasó la etapa del diálogo.

Un ejemplo

Llegas a tu casa y te encuentras de frente al tío que acaba de forzar tu puerta, agredir a tu familia y llevarse tu dinero y ¿qué haces? Partirle la cara, claro.

Ahora imagina que sale el vecino podemita pesao del quinto a llamarte facha y pedirte diálogo, o mejor, a ofrecerse de mediador entre las dos partes. ¿Qué haces? Pues bofetón que se lleva, por supuesto.

Al día siguiente enciendes la tele y aparece tu vecino pesao y podemita con un ojo morado entrevistado en La Sexta sobre el rótulo: "Vecino de Algete agredido por un radical sólo por querer mediar en una disputa".

¿Cómo lo ves?

Pues eso es España en estos momentos, Berlanga en estado puro.