| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Enric  Juliana, escribiéndose encima
Enric Juliana, escribiéndose encima

Enric Juliana y sus momentos peligrosos

Estrenamos sección de réplica a todo aquello que El Lector Perplejo encuentre y le provoque un grito. Con respeto pero sin límites, la respuesta llegará para honrar o atizar según el día.

| El Lector Perplejo Opinión

 

El célebre periodista catalán Enric Juliana, vinculado a La Vanguardia, nos ha dejado una "nota de urgencia", como si se estuviera escribiendo encima y tuviera que soltarlo a toda prisa, sacrificando toda comodidad por la certeza de que el mundo no respiraría hasta que él no aclarara los arcanos de Cataluña.

El artículo se titula 'Un momento peligroso', pueden leerlo ustedes íntegro en este enlace, e incluye ya de entrada un glorioso comienzo que no bajará en intensidad hasta la última letra:

"Creo que desde los centros de poder españoles se infravalora la profundidad de la protesta y la desafección, que contiene muchos grados y matices". El tono no baja, e incluso asciende, con otra solemne sentencia: "El riesgo del actual momento es el ensimismamiento crónico de las élites madrileñas, enamoradas de su poder relativo y poco acostumbradas entender España como una sociedad compleja".

Y, entre medias, deja otra gota de su micción analítica entre redoble de tambores: "Se está abriendo el ciclo histórico de la separación de Catalunya de España, con el insensato aplauso de las tertulias de Madrid. Los europeos lo ven, la corte, poseída por el Partido del Escarnio (políticos, opinadores, conspiradores de distinto rango...)".

Sólo hay algo más perjudicial que un secesionista: un equidistante, versión blanda del soberanista y blanqueador de éste

Ahí lo deja, aunque hubo y vendrán más; sin una mención siquiera tangencial a la responsabilidad de la Generalitat; a la conculcación de las leyes; a la aplicación del Estado de Derecho con arreglo a la ley desde juzgados catalanes; al papel de ciertos medios catalanes para soflamar un imposible; al largo historial rupturista del secesionismo contra monarquías, repúblicas y democracias en general; a la fractura entre catalanes provocada por sus gobernantes y al ataque directo de éstos a la separación de poderes y al procedimiento legal, dos pilares de una democracia digna de tal nombre.

No, según Juliana y sus urgencias, todo esto pasa por una panda de madrileños tertulianos y políticos, poseídos por un Franco redivivo, incapaz de entender "los matices" que sacrificados intérpretes de la realidad como él vienen advirtiendo desde la noche de los tiempos, agotados por la burricie del resto, exhaustos por un despliegue neuronal al alcance sólo de unos pocos elegidos.

El secesionista blando

Sólo hay algo más perjudicial que un secesionista: un equidistante, que no es más que la versión blanda del soberanista y el blanqueador de éste. Pero como todo diagnóstico necesita terapia, la de Enric, con sus sopas de letras a la juliana, es una relectura pausada de otro peligroso españolista de ultraderecha, un tal Manuel Azaña, presidente de la República, y autor de este artículo sin urgencias en 1939, desde su exilio francés:

"El gobierno no se proponía suprimir el Estatuto autonómico de Cataluña. Tampoco tenía atribuciones para suprimirlo. Se trataba de restablecer, dentro de sus límites, el funcionamiento normal de los poderes públicos establecidos en Cataluña por su Estatuto peculiar. Subvertidos los poderes, que no tenían otra base que el sufragio universal directo, ni otra hechura que la democracia, era inadmisible que, con pretexto de ser Cataluña una región autónoma, fuese gobernada por un grupo irresponsable, al amparo de una antigua popularidad.

 

Manuel Azaña, un peligroso centralista radical devoto de un Rajoy que no había nacido, según la tesis de Juliana. Aunque fuera de izquierdas y presidiera la República

 

Ciertamente, los republicanos catalanes han aprobado o consentido (alegando necesidades de la guerra y el hecho indominable de la «revolución») transgresiones flagrantes del Estatuto. Pero estoy muy inclinado a creer que los mismos republicanos veían con despecho y alarma la destrucción, o por lo menos el secuestro, de la base democrática de su régimen, gracias a la invasión sindical.

O todas las instituciones liberales de la autonomía funcionaban por entero, o la autonomía no funcionaba en modo alguno. Quienes más obligados estaban a comprenderlo así, y a proceder en consecuencia, eran los que desde el comienzo echaban cuentas con un porvenir victorioso. Porque ninguna cosa fundada durante la guerra sería duradera, si el día de la paz no podía resistir el juicio libre de la opinión española. Esta era la cuestión, y no otra. Que haya sido bien o mal entendida, no se deberá a falta de razones, dadas y demostradas irrefutablemente".

 Malditos tertulianos centralistas, sí.