| 16 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Puigdemont y Rajoy, en Barcelona en agosto tras el atentado en Las Ramblas
Puigdemont y Rajoy, en Barcelona en agosto tras el atentado en Las Ramblas

Liechtenstein, el único 'aliado' de las locuras

Una región que opte por la declaración unilateral de independencia (DUI) de un estado no contará con el amparo del Derecho Internacional ni logrará el reconocimiento masivo y unánime.

| M. Villa /EP Opinión

Si la Generalitat anuncia definitivamente el próximo lunes -o en otro momento dada la suspensión del pleno previsto por orden del Constitucional- una declaración unilateral de independencia (DUI), se adentrará en un camino incierto y errático, pues no contará con el apoyo de la comunidad internacional ni tampoco con el amparo de la legislación que rige en el mundo desarrollado.

A la condena ya expresa de la Unión Europea y de todas las grandes potencias occidentales, alineadas sin excepción con la Constitución española y su Estado de Derecho, se le añadiría un ostracismo irrevocable que sumiría a Cataluña en la soledad más absoluta, sin respaldo institucional de nadie y, muy probablemente, en suspensión de pagos.

Una agresión ilegal

Una DUI se produce cuando el gobierno de una región se declara como Estado soberano e independiente sin un acuerdo formal con el país del cual declara su secesión. ¿Qué dice el Derecho Internacional sobre esta acción? ¿Qué sucede con los tratados internacionales? ¿Ha habido algún país que haya tenido éxito en esta deriva? He aquí las respuestas.

Derecho de secesión, autodeterminación e integridad territorial

El Derecho Internacional no prohíbe que los Estados puedan incorporar en sus Constituciones y sus legislaciones procedimientos de separación para las comunidades que los integran.

Sin embargo, la secesión unilateral no es aceptada por ninguna Constitución del mundo, salvo en Liechtenstein, Etiopía y la isla caribeña de San Cristóbal y Nieves. Y ha sido negada por los Tribunales Supremos de países tan descentralizados como Canadá o Estados Unidos, según un artículo del experto en Derecho Internacional José Antonio Perea.

La secesión unilateral no es aceptada por ninguna Constitución del mundo y ha sido negada por los Supremos de países como Canadá o Estados Unidos

En el caso español, el Tribunal Constitucional estableció en 2014 que "en el marco de la Constitución, una Comunidad Autónoma no puede unilateralmente convocar un referéndum de autodeterminación para decidir sobre su integración en España".

La Carta de las Naciones Unidas reconoce el principio de libre determinación o derecho de autodeterminación, en virtud del cual "todos los pueblos pueden determinar libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural".

El principio de libre determinación de los pueblos se introdujo paralelamente al proceso de descolonización y tan solo cabe plantearlo ante los supuestos de territorios anexionados por conquista, dominación extranjera u ocupación y pueblos oprimidos por violación masiva y flagrante de sus derechos.

No obstante, políticos y académicos soberanistas de Cataluña citan "dictámenes recientes" del Tribunal Internacional de Justicia de la Haya que validarían el ejercicio de la autodeterminación también en territorios ajenos a la opresión colonial o dictatorial extranjera, como en el caso de Kosovo.

Finalmente, el Derecho Internacional garantiza el principio de integridad territorial como un elemento básico de su ordenamiento. Sobre esta base, la ONU establece que "todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas".

El ejemplo más reciente de este reconocimiento es la Resolución aprobada por la Asamblea General de la ONU el 27 de marzo de 2014 con el título 'Integridad territorial de Ucrania', en la que reafirma su "determinación de preservar la soberanía, la independencia política, la unidad y la integridad territorial de Ucrania dentro de sus fronteras reconocidas internacionalmente".

Ni Estado miembro ni Estado observador

La Convención de Viena sobre el Derecho de los Estados fija que, ante una declaración unilateral de independencia, se debe garantizar el principio de continuidad de los tratados internacionales; esto es, que el país del que una región decide separarse seguirá suscrito a los tratados internacionales firmados, incluyendo la pertenencia a organizaciones como Naciones Unidades o la Unión Europea.

 

Solo 111 países han reconocido la independencia de Kosovo

 

En el supuesto de una declaración unilateral de independencia que contraviniera el derecho Internacional, la región que declara unilateralmente su independencia no podría ser ni Estado miembro de pleno derecho ni tampoco Estado observador de Naciones Unidas. 

Abandonados

Por su parte, la Comisión Europea afirmó en 2013 que si un territorio de la Unión Europea se independizara de un Estado miembro, dejaría también de formar parte de la Unión Europea: "Un Estado independiente será, por efecto de su independencia, un estado tercero respecto a la Unión Europea y los tratados no serán aplicables en su territorio desde el día de su independencia", aseguró la portavoz Pia Ahrenkilde

En relación a la deuda con otros países o entidades internacionales, rige en primer lugar el acuerdo entre la región que se independiza y el Estado al que pertenecía. A falta de acuerdo entre las partes, el derecho Internacional prevé la transmisión de la deuda en una proporción equitativa, de manera que el nuevo Estado también debería contribuir al abono de las mismas.

De Somalilandia a Kosovo

Además de la necesidad de disponer de territorio, población y soberanía, para que una región se constituya en un Estado independiente debe ser reconocida por otros países y organizaciones internacionales. No todas las regiones que proclaman su independencia de manera unilateral cuentan con el reconocimiento unánime de la comunidad internacional y, en algunos casos, han dado lugar a estados fallidos, no reconocidos, o con reconocimiento limitado.

La noción de declaración unilateral de independencia se introdujo formalmente en el derecho internacional cuando Rodesia —actual Zimbabue— se declaró independiente del Reino Unido en 1965 sin acuerdo con este otro Estado. Ni la corona británica ni la ONU reconocieron la independencia de la región, entre otros motivos, por falta de garantías democráticas, hasta el ascenso al poder de Mugabe en 1980.

 

 

La Comisión recalca desde 2013 que si un territorio se independizara dejaría de formar parte de la UE

 

Somalilandia se declaró independiente de Somalia en 1991, después de una guerra civil. Esta región del cuerno de África posee moneda y constitución propias, así como un gobierno elegido democráticamente según observadores internacionales, si bien no es reconocida como Estado soberano por ningún país.

 Tras la disolución de la Unión Soviética en 1991, Georgia se convirtió en un Estado independiente y Abjasia, una república autónoma dentro de Georgia, fue integrada en este nuevo país. Sin embargo, los roces étnicos entre el Gobierno de Georgia y el pueblo abjasio llevaron a que, en 1992, este último declarara unilateralmente su independencia. Después de una guerra civil, Abjasia ha permanecido como un estado independiente sin reconocimiento pero con el apoyo de la Federación Rusa.

Kosovo, la excepción

En 2008, el Parlamento de Kosovo proclamó la independencia con respecto a Serbia de forma unilateral. "Sabemos que Kosovo es un caso especial y que no sienta ningún precedente, ya que sufrió años de conflicto y violencia", declaró entonces el primer ministro albano-kosovar.  Actualmente, la comunidad internacional continúa dividida sobre el reconocimiento internacional de Kosovo: 111 países, entre los que no está España, reconocen oficialmente su independencia.

Los hechos que ahora encabeza Puigdemont ya se registraron en otras tres ocasiones en España. La última, en 1934, fue la puntilla de la República y comenzó con una declaración de Lluis Companys que, probablemente, le resulte muy familiar a cualquiera que escuche ahora a sus herederos soberanistas. Entonces, como ahora se espera, la asonada terminó en fracaso.