| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Anna Gabriel (CUP) y Arnaldo Otegi (Bildu), en el Parlamento de Cataluña hace unas semanas
Anna Gabriel (CUP) y Arnaldo Otegi (Bildu), en el Parlamento de Cataluña hace unas semanas

PP y PSOE, recuperen la educación para el Estado

El autor señala el inmenso error de Pedro Sánchez en su gestión del secesionismo y le sugiere encabezar la recuperación de la educación desde el Estado, como en Francia.

| Fran Carrillo Opinión

 

 

El PSOE sigue en su deriva hacia la nada política y quizá por ello acabe alcanzando la gloria del gobierno. Ayer volvió a retratarse en el Parlamento cuando, en un alarde de tacticismo incomprensible, se juntó con Podemos y nacionalistas en contra de la proposición de ley impulsada por Ciudadanos, que buscaba apoyar al gobierno de España en su lucha contra el golpe de estado encubierto que desde la Generalitat -con sus acólitos- se ha impulsado.

Este nuevo PSOE que Pedro Sánchez ha dividido hasta convertirlo en un Frankenstein ideológico

Siempre en democracia se ha actuado así. Pero al igual que en el 23F la Justicia, el gobierno y todos los partidos de la oposición se fusionaron en un Fuenteovejuna político, ayer el mosaico parlamentario nos dejó una división inaudita que merma la credibilidad de nuestro sistema.

Ver a los comunistas abusando del término democracia, usando la falacia del concepto gente a cada discurso, es hilarante para quienes conocemos la trayectoria del pensamiento que rige sus acciones.

Lo chocante fue la actitud del PSOE, de este nuevo PSOE que Pedro Sánchez ha dividido hasta convertirlo en un Frankenstein ideológico que prefiere definirse en la nebulosa del contexto, dejando que la marea gobierne su posición política.

Este viraje coyuntural le puede perjudicar a medio plazo entre sus votantes más moderados, refractarios a apoyar la senda protonacionalista de Sánchez y asociados.

Golpismo sobrevenido

En Ferraz lo tendrían fácil si dejaran a un lado tanto movimiento de ajedrez inútil y trabajaran en cambiar la desigual percepción que los ciudadanos le tienen respecto a su futuro en Moncloa.

Dado el ecosistema actual y la senda insoportable a los que nos llevan golpistas sobrevenidos y desconocedores de la historia de Cataluña y España, podría capitanear una proposición de ley para que el Estado recupere las competencias de educación, siguiendo el modelo francés, una cuestión que nadie parece querer abordar pero que es más imprescindible que nunca.

 

El PSOE podría capitanear que el Estado recupere la educación, siguiendo el modelo francés

 

Y sin oportunismos políticos que abuse de una sociedad anestesiada y manipulada por la adocenada intoxicación nacionalista. Porque han pasado más de treinta años y siete leyes educativas después y el problema de España sigue teniendo la misma raíz: una educación espantosa, lamentable, hecha por políticos, a espaldas de docentes y educadores, de padres y alumnos y con la nota ideológica como fundamento denominador.

Se descentralizó para que las comunidades autónomas pudieran dar rienda suelta a ese café para todos que desestructuró al país y cuyos restos vivimos hoy.

A esa propuesta del PSOE, se sumarían PP y Ciudadanos y así tendrían mayoría suficiente en el Congreso. Para ello tendrían que dejar de lado la habitual discrepancia política que les sitúa a ambos lados de las preferencias ciudadanas y atajar un problema enquistado de forma abrupta.

Recuperar para el Estado dichas competencias es obligatorio. Porque la raíz de gran parte del problema de desafección y desconexión, de sedición y falta de gota patriótica está ahí. Las autonomías afectadas recurrirían seguramente dicha ley ante las altas esferas judiciales, pero ésta pasaría sin problemas el trámite en las dos cámaras para su aprobación.

El ejemplo de Francia

Quienes impulsen esa proposición deben mirarse para ello en el espejo de Francia. En la patria de la Ilustración, a principios de los ochenta, entendieron que los departamentos y regiones debían tener un papel fundamental en la evolución del sistema educativo, y por ello, se les reforzó su poder para impulsar iniciativas, amén de permitirles libertad para proponer y desarrollar mejoras.

Pero había un muro innegociable: el Estado seguiría teniendo las competencias en la elaboración de los programas, la contratación y pago de los profesores y la orientación de los contenidos a estudiar. Se intentaba con ello que la Historia de la nación francesa no se desvirtuara y se enseñara a los alumnos aquello que realmente les resulta práctico y provechoso.

Aquí, el problema es que la Constitución no fue revisitada tiempo después de ser promulgada y celebrada por la mayoría de los españoles. Como tampoco se ha hecho el análisis correcto de una Transición que con el tiempo hemos visto que supuró de concesiones y abuso de concesiones.

Para entonces se necesitaba sentido de Estado, altura de miras y humildad política. Cuatro décadas después y con la perspectiva que te da el tiempo, no parece probable alcanzar ese estadio. Ni el PSOE está por la labor mientras Sánchez sea un trasunto colegial de buen estadista, ni el PP tendrá los redaños para impulsarlo, por la compleja complejidad de sus complejos, ni Ciudadanos cuenta con mayoría siquiera para idearlo.

Ya lo intentó ayer en el Congreso para unir a los que quieren gobernar España y se encontró con que algunos se bajaron del barco antes de tiempo. Nunca sorprendió que las ratas huyeran por estribor ante el grito de ¡nos hundimos! Lo raro fue ver al capitán tirarse por la borda.