| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Los españoles estamos a la espera de formación de Gobierno y de reacciones al nuevo desafío independentista.
Los españoles estamos a la espera de formación de Gobierno y de reacciones al nuevo desafío independentista.

Puigdemont, Mas o Forcadell se pitorrean de la ley mientras "saquean" España

Los españoles veremos agosto pasar a la espera de que alguien aplique dos medidas; suspender constitucionalmente la sedición catalana y exigir a políticos de pacotilla que vuelvan a su casa.

| Carlos Dávila España

Esta semana que empieza debería ser la definitiva. Esto, si es que no queremos seguir pareciéndonos más a la República Centroafricana que a la Alemana. Y pongo sólo un ejemplo. En la Alemania Federal, una región declarada en rebeldía, en franca sedición contra el Estado central, tendría el siguiente tratamiento: su autonomía quedaría ipso facto suspendida, la presidente (puedo escribir presidenta para que los bobos feministas no se pongan exquisitos) del Parlamento regional no podría entrar a su despacho ni a recoger su estilográfica, y el Gobierno de la Nación dejaría de suplir sus deudas con el dinero de las víctimas de la sedición. Es decir, que para todos los efectos, se aplicaría la Constitución con todo el rigor posible.

Esto por lo que afecta a la revolución separatista catalana. Igual o peor, por lo que respecta al espectáculo cómico, taurino, musical que están protagonizando los nuevos líderes de la coleta, el empaque a lo Espartaco, o la sonrisa a dentelladas. El Estado democrático, o sea, los españoles de a pié, nos tendríamos que poner en jarras, y enviar a sus chozas estivales a personajes de tan escaso fuste y tan pésima calidad como el trío formado por Iglesias, Sánchez y Rivera.

Esto no tiene un pase más. ¿Para qué llegar al final del verano si para entonces, pasado mañana ya, seguiremos en la misma tesitura? Tengo por seguro que millones de paisanos, de los que primorosamente abjuran de otras nuevas elecciones, piensan exactamente así pero no se atreven ni a comentarlo en familia, no vaya a ser que les tilden de agoreros o reventadores de la democracia.

El viernes pasado, el país que aún rozaba las vacaciones, escuchaba entre atónito y admirado, la brillantísima lección de la vicepresidenta Saénz de Santamaría, un prodigio de cultura jurídica que sin duda, le habría conducido a los primeros puestos de su promoción en la Abogacía de Estado. Como eso ya le sucedió hace años, vamos a quedarnos con el presente en el que no menos de cuarenta y pico millones de españoles, inmigrantes y refugiados incluidos, nos preguntábamos en qué consistiría realmente ese “incidente de ejecución” que el Gobierno anunciaba sonoramente contra los subvertidos independentistas catalanes.

Pronto nos enteramos que de nuevo, la Abogacía de Estado se había puesto a trabajar para llevar a los tribunales a sujetos como Carmen Forcadell, Puigdemont o Neus Monté, para abrir un impecable y riguroso proceso al que los citados le harán cuchufletas públicas, en tanto que  nosotros, continuaremos en el papel de los paganos que continúan abonando sus despilfarros cuatribarrados con el dinero que Montoro nos limpia de nuestras escuálidas carteras

Contemplábamos desde el puente de nuestro asombro la explosión de Cataluña, y las risas cara al público en Zarzuela de púberes políticos convertidos, porque este país ahora no da para más, en próceres públicos, y nos preguntábamos, sin ir más lejos: ¿qué más tiene qué suceder para que la Forcadell, hija adoptiva del corrupto Pujol y del incapaz y consagrado gafe Artur Mas sea desalojada del Parlament? ¿Hasta cuándo tendremos que aguantar los españoles de infantería que Sánchez, Rivera e Iglesias, que no han ganado ni siquiera la presidencia de su comunidad de vecinos, tengan que someternos a esta tortura de tenernos sin gobierno sencillamente porque ellos no se han llevado elección alguna?

¿Tenemos que seguir soportando el chuleo a la espera de que los insignes abogados del Estado, dicten otra resolución que promueva, a más a más, otro corte de mangas de los citados secesionistas?

Mientras, la Forcadell, el beatle Puigdmont y Homs, que cada vez que pasa por la capital de España se confiesa, como su antepasado Prat de la Riva, “en tierra extraña”, se chulean y pitorrean de nuestras leyes, proclaman que no tienen la menor intención de respetar las decisiones del Tribunal Constitucional, pero nos sacan las perras gracias a la generosidad que Montoro no guarda la menor misericordia (término de moda gracias a Francisco) con los españoles de bien, entre los cuales se cuenta su colega de Gobierno, García Margallo.  Los contribuyentes de infantería a los que nos están desfalcando sin piedad, ¿tenemos que seguir soportando el chuleo a la espera de que los insignes abogados del Estado, dicten otra resolución que promueva, a más a más, otro corte de mangas de los citados secesionistas?

Como diría Forcadell: esto es para hacérselo mirar. Esta semana, vuelve Sánchez a la Moncloa para desdeñar cualquier oferta de Rajoy, antes incluso de oír alguna; regresa Rivera, fatuo como un graduado de Stanford, para decirle al presidente en funciones que con él no va ni a recoger una herencia porque él, Rajoy, “no está limpio”; y reincide en la misma postura el líder de los asilvestrados podemitas que ni tan siquiera condena las tropelías del estalinista Maduro y su cuadrilla de ganapanes caribeños.

Y después de la gira común, a veranear todos un poco, que se avecina un otoño más caliente que el cenicero de un bingo, según inventa mi colega Quero. Dicen los propios políticos (Fernández Vara) que los españoles estamos hartos, y me pregunto: pero, bueno, ¿en qué y en dónde se nos manifiesta la hartura? Los periódicos y las tertulias de guardia, siempre que no sean de izquierdas claro, seguirán festejado el enorme garantismo de nuestro sistema, lo cual permite lo dicho: la burla de los separatistas y la torpeza torpedera de estos políticos de la nueva casta, alguno de los cuales llevan en la mochila no menos de cuatro partidos.

Y encima, y por fin, la impresión miserable e inquietante de que para esto un Rey no nos vale para nada. O sea, que todo lo escrito hasta aquí, tampoco encierra la menor trascendencia; seguiremos igual, pero eso sí al sol, que calienta más que una arremetida de la Tributaria de Montoro, y a la espera de que alguien aplique, sin ir más lejos dos medidas; suspender constitucionalmente la sedición catalana, y exigir a estos políticos de pacotilla, que, por favor, vuelvan a sus casas, que nos están causando una gastritis intratable, de las que mueven al desacato, a la hipercloridia general. Es decir, y como resumen: si tú no cumples, ¿por qué voy a cumplir yo?