| 26 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Imagen del atentado de Hipercor en 1987, la acción más sanguinaria y criminal de ETA
Imagen del atentado de Hipercor en 1987, la acción más sanguinaria y criminal de ETA

El libro que pone sobre la mesa los doce años más sanguinarios de ETA

'Historia y Memoria del Terrorismo en el País Vasco' recuerda la "fiereza" de los etarras entre 1982 y 1994, el tiempo en el que cometieron los atentados más brutales.

| M. Villa España

Entre los devaneos del Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos por blanquear a EH Bildu, herederos de ETA con Arnaldo Otegui al frente, para contar con sus apoyos y la resistencia de estos últimos a condenar abierta y sinceramente el legado de sangre y terror que segó la vida de 850 personas, un nuevo libro explora cómo pudo persistir la banda asesina durante tantos años y con tanta fiereza. Sobre todo entre 1982 y 1994, doce años en los que cometieron los atentados más sanguinarios.

Se trata del segundo volumen de 'Historia y Memoria del Terrorismo en el País Vasco', que recoge desde los años en los que ETA era "omnipresente" y tenía "una gran capacidad de intimidación social", hasta que llegó a su "declive" con la detención de su cúpula en Bidart (Francia), presentado en el Centro Memorial Víctimas del Terrorismo de Vitoria. El libro ahonda en los orígenes de la organización terrorista para tratar de explicar "cómo pudo persistir con aquella fiereza" durante tanto tiempo.

 

Particularmente, entre 1982 y 1994 se produjeron las acciones más mortíferas. Como el atentado de Hipercor del 19 de junio de 1987, que acabó con la vida de 4 niños, 5 hombres y 12 mujeres. Ese mismo año, el 11 de diciembre, la explosión de un coche bomba en la Comandancia de la Guardia Civil de Zaragoza se saldó con la muerte de once personas, entre ellas cinco niñas. Año y medio antes, el 14 de julio de 1986, cuando doce agentes de la Guardia Civil fallecieron al estallar un coche bomba en la plaza de la República Dominicana, en Madrid, al paso del autobús en el que viajaban.

La obra que revisa ese periodo monstruoso es el resultado de un convenio realizado entre el Memorial y el Instituto Valentín de Foronda de la UPV/EHU. El director de este Instituto, el catedrático Antonio Rivera, ha señalado que, con esta obra, los historiadores que "trabajan con mirada larga" quieren proponer "recursos para la gestión política de una memoria democrática" sobre el terrorismo.

Ha puesto de relieve "la situación de crisis" que se daba en el País Vasco en los años 80 y ha destacado algunos acontecimientos que representaron momentos importantes "en la respuesta social y política al terrorismo". El primero de ellos, según ha recordado, fue el asesinato de la exdirigente de ETA Dolores González Catarain, 'Yoyes', que "despertó el alma de muchos nacionalistas que pensaron que el terrorismo también iba con ellos".

A su juicio, un segundo acontecimiento fue la articulación de los primeros movimientos que iban a desembocar en la creación de Gesto por la Paz como "respuesta social al terrorismo" y, en tercer lugar, el Pacto de Ajuria Enea, "que representó la confrontación entre los que defendían proyectos plurales y democráticos" con los que defendían la violencia.

De la mayor barbarie al declive

El historiador José Antonio Pérez, coordinador del equipo que ha elaborado la obra, señaló que, para explicar el terrorismo, hay que ahondar en sus orígenes. "Tratamos de explicar cómo pudo persistir el terrorismo de ETA con aquella fiereza", ha indicado. Pérez, que cuenta en detalle el contenido del libro, asegurando que la obra "pone el acento en las víctimas del terrorismo y las incorpora al relato histórico".

 

Rivera, por su parte, ha explicado que, en el periodo que discurre entre 1982 y 1994, se ponen sobre la mesa "las claves de la futura derrota de ETA", aunque "todavía tardaría dos décadas en llegar".

Por su parte, el director del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo de Vitoria, Florencio Domínguez, ha destacado que el libro se inicia con el estudio de los años en los que ETA se encontraba en "un punto máximo de recursos y capacidad terrorista", y termina cuando el grupo inicia su declive después de haber sufrido la captura de su cúpula al completo en Bidart.

Domínguez ha recordado que, en 1982, la organización terrorista desplegaba "una gran actividad y estaba sobrada de militantes, bien nutrida de recursos económicos que le facilitaban el abastecimiento de armas y explosivos". "Era una ETA omnipresente, con una gran capacidad de intimidación social", ha remarcado. Y no tuvo reparos en hacer uso de su fuerza sanguinaria; esa sobre la que hoy se trata de correr un pesado velo.