| 09 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Una de las decenas de pancartas que poblaron la plaza de Colón.
Una de las decenas de pancartas que poblaron la plaza de Colón.

El clamor ciudadano sin siglas en Colón acentúa la crisis del sanchismo

No ha sido una reedición de la foto de 2019. De serlo Sánchez correría a convocar elecciones, y no lo hará. En términos partidistas no hay ganador. En términos políticos sí hay un perdedor.

| Ana Martín España

Si realmente la de este domingo hubiera sido una reedición de la foto de Colón de aquel 10 de febrero de 2019 en que el PP, Vox y Ciudadanos se unieron sobre el escenario, el próximo viernes Pedro Sánchez convocaría elecciones generales.

Que es, precisamente, lo que hizo hace tres inviernos asesorado por Iván Redondo, con un discurso en el que apeló a la ciudadanía: "España -sostuvo en aquella comparecencia- es de sus ciudadanos, no pertenece a ningún partido político. Es de los españoles. España es suya. Y ahora, ellos y ellas deberán decidir si damos pasos hacia atrás o avanzamos para lograr la España que queremos".

Pero no. Esta vez el presidente no se plantea ni remotamente convocar a los españoles en las urnas para que estos respondan a su operación reencuentro -eufemísticamente así llamada- y a sus llamamientos a la "magnanimidad" de los ciudadanos para con los independentistas que sacan pecho y presumen de que lo volverán a hacer. No preguntes lo que no quieras saber, dice el refrán. 

Y a estas alturas de su segunda legislatura, con su popularidad en mínimos y embarcado en una operación política de altísimo riesgo que cada vez se parece más a una amnistía que a nueve indultos parciales (ojo al futuro de Carles Puigdemont), Sánchez no quiere saber. Así que no preguntará. Menos teniendo en cuenta los sondeos -todos- tras los comicios madrileños del 4 de mayo y el proceso de reunificación de populares y naranjas.

"España no te indulta"

Una de la infinidad de pancartas que este domingo poblaban la plaza de Colón rezaba: "Sánchez a ti España no te indulta". Y ahí, en esas siete palabras está condensado el sentir de las miles de personas que desafiaron al sol abrasador de Madrid en defensa de la Constitución y más allá de unas u otras siglas. 

Se sabía que el PP, Vox y Ciudadanos, "las derechas" como se refiere a ellas despectivamente la izquierda, acudirían por separado al llamamiento de Unión 78, la plataforma ciudadana de Rosa Díez y Fernando Savater. Nadie esperaba, pues, una foto conjunta de Pablo Casado, Santiago Abascal e Inés Arrimadas. Casado no la quería, Abascal no la necesitaba y Arrimadas la habría aborrecido.

Salvando las enormes distancias, tampoco el PSOE y Unidas Podemos se manifiestan codo con codo, ni antes ni ahora que comparten Gobierno, cuando llega el 8 de marzo o el 1 de mayo. Cada uno con su espacio. 

Los convocantes, sobre el escenario de Colón.

 

No fue la de este domingo una protesta que capitalizara ninguno de los partidos del centro derecha. No Casado, pero tampoco Abascal, aunque hubiera alguna pancarta crítica con el Gobierno de Mariano Rajoy -El PP dejó que se fugara Puigdemont, decía una de ellas- que provocó ciertas tensiones durante el acto.

En términos partidistas no hubo un partido ganador. En términos políticos sí hubo un político perdedor

El PP, Vox y Ciudadanos no convocaron; secundaron. Hablaron menos y escucharon más. Dejaron que el protagonismo fuera para Unión 78 y para discursos como el del escritor Andrés Trapiello, quien hizo extensivo el rechazo a los indultos a todos los constitucionalistas, también los de izquierdas: "Aquí hay personas de derechas, pero también de centro y de izquierdas", señaló. 

En términos partidistas no hubo un partido ganador. En términos políticos sí hubo un político perdedor: Pedro Sánchez, que guardó un silencio sepulcral durante toda la jornada, a resguardo en La Moncloa.   

Perfil bajo hasta que llegó Calvo

El PSOE trató de dar un perfil bajo a la concentración, señal de que no le hacía ningún bien. No compareció en Ferraz ningún primer espada, sino que a la hora de la manifestación el partido difundió unas declaraciones del número dos del grupo parlamentario socialista en el Congreso, Rafael Simancas. 

Éste acusó a los presentes en Colón de promover "la discordia, la división y la confrontación" frente a quienes están apostando por "la concordia, el entendimiento y la unidad". Para los socialistas solo hay buenos y malos.

Ocurrió que, cuando el PSOE estaba intentando apagar cuanto antes los ecos de Colón llegó la vicepresidenta Carmen Calvo a votar en las primarias del partido en Andalucía y atacó: "En la plaza de Colón, lanzando proclamas de cartón piedra, no significa más que la impotencia de hacer política de la derecha española, de la ultraderecha española".

No obstante la número dos del Ejecutivo estuvo algo más contenida que el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, que llamó a Colón "narcosala de la ultraderecha". 

Entre eso y los 25.000 asistentes que contó la Delegación del Gobierno en Madrid (según los convocantes tirando muy por lo bajo), a Sánchez se le vieron las costuras.