| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez ante el Comité Federal del PSOE de este lunes.
Pedro Sánchez ante el Comité Federal del PSOE de este lunes.

Cunde el pánico en el PSOE a que Sánchez deje en ridículo a todo el partido

Nadie en el PSOE descarta nada, y más aún conociendo lo imprevisible de su líder. ¿Se rectificará a sí mismo y pactará con Rivera un adelanto electoral? Eso se temen muchos.

| J.R.V España

De nuevo, la política española se asoma a un escenario marcado por la incertidumbre. Fijado ya para este jueves y viernes el debate y la posterior votación de la moción de censura del PSOE contra Mariano Rajoy, se abren 48 horas de vértigo y de negociaciones que pueden acabar, previsiblemente, con otro monumental fracaso político de Pedro Sánchez.

Superado este lunes el trámite de reunir a su Comité Federal para darle detalles de su arriesgada iniciativa parlamentaria, Sánchez va a dedicar la jornada del martes a realizar las primeras gestiones de fondo, telefonear a Pablo Iglesias y Albert Rivera para intentar recabar el apoyo de Podemos y Cs. El líder socialista ya conoce las posiciones de ambos. El primero defiende un programa de gobierno "progresista" o, como plan B si lo primero es imposible, la convocatoria de elecciones anticipadas.

Los de Rivera ya han adelantado, tras reunir a su Comisión Ejecutiva, sus condiciones a Sánchez: que un independiente sea el jueves el candidato y que se limite, tras ganar la moción, a convocar elecciones anticipadas, previsiblemente, en otoño.

Pero Sánchez, en su intervención ante su Comité Federal, insistió en su estrategia: "Moción, estabilidad y nuevas elecciones". Estabilidad que, según fuentes socialistas consultadas por ESdiario, llegaría gracias a un gobierno monocolor de Sánchez "varios meses o cerca de un año".

Sin embargo, nadie descarta en la cúpula socialista -y así lo teme también el PP- que Sánchez acabe rectificando su plan y acuerde con Rivera un adelanto electoral a este otoño. En Cs se especula con el mes de noviembre.

Según las fuentes consultadas, el líder socialista está dispuesto a acortar sus plazos, convencido de que su partido se encuentra en buena disposición para dar un "importante mordisco" electoral a Podemos. Más aún tras la polvareda por el chalet de Iglesias y Montero, que ha provocado tanta indignación entre los votantes del partido morado.

Lo que da por descartado el PSOE es que Sánchez acepte el candidato independiente que propone Rivera. La Ejecutiva socialista reconoce que el discurso de su líder en la tribuna del Congreso sería así la puesta de largo del candidato, una especie de gran mitin de precampaña ante todos los españoles en horario de máxima audiencia.

 

La Comisión Ejecutiva de Ciudadanos, reunida este lunes para fijar su posición sobre la moción de censura de Sánchez contra Rajoy.

 

Ese posible acuerdo Sánchez-Rivera, tras la autoenmienda del primero a sus planes iniciales, cobra fuerza por dos razones. La primera, el PSOE ya ha chequeado las inasumibles exigencias de sus potenciales socios, al margen de Podemos.

Tanto ERC, como el PDeCAT y Bildu, ponen condiciones que son líneas rojas para un importante sector del PSOE. Y Sánchez ya ha comprobado las reticencias del PNV a sumarse a una moción que forme un gobierno socialista que tumbe unos presupuestos muy favorables para el País Vasco.

La otra razón de peso que apuntala el pacto para adelantar los comicios es puramente interna. Todos los barones que presiden las autonomías socialistas han alertado a Sánchez de los riesgos de la ya conocida como coalición Frankenstein. Y más aún del peligro de acudir a la precampaña de las europeas, autonómicas y municipales de la mano de los Torra, Rufián y Otegi.

Tal vez por eso, Susana Díaz lanzó este lunes un mensaje bien claro a Sánchez: "Lo que no puede haber es acuerdo ni concesiones con los independentistas", advirtió. Y a su llegada al Comité Federal, Ximo Puig, Javier Lambán y Guillermo Fernández Vara apuntaron a la conveniencia de que la moción de censura acabe con una llamada inmediata a las urnas.

48 horas frenéticas en las que nadie en el PSOE descarta nada. Y, menos aún, con su imprevisible secretario general al mando de las operaciones.