| 16 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Montero, el 8M
Montero, el 8M

De mentira en mentira: así ha intentado tapar Sánchez el pecado original del 8M

Todo arrancó antes del 8M, cuando el pulso feminista entre Calvo y Montero le hizo al Gobierno ignorar las alarmas y provocar el estallido de una bomba biológica. Ésta fue la secuencia.

| Fernando de Rosa Opinión

 

 

Es necesario recordar los inicios de las grandes mentiras para nunca olvidar a los grandes mentirosos. Así, el poeta inglés, Alexander Pope, llegó a afirmar que “El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera”.

Esta afirmación define claramente el papel que están asumiendo tanto el Presidente Pedro Sánchez, como el Vicepresidente Pablo Iglesias. Pedro y Pablo, Pablo y Pedro, es decir los referentes socialista y comunista de España.

Sánchez inició la crisis sanitaria intentando tapar la mentira referida a que no se supo la dimensión de la pandemia del covid-19 antes del 9 de marzo, y toda su estrategia posterior ha estado cimentada en ir creando mentiras para tapar el pecado original de esta  actuación basada en el sectarismo ideológico.

Hay que recordar que los días previos a la manifestación del 8-M el debate en España se encontraba en la Ley de Libertad Sexual de Irene Montero y la pugna feminista entre la Ministra de Igualdad y la Vicepresidenta Calvo.

Esta dura pelea por la bandera morada saltó de las televisiones a la calle, y ninguna de las dos contendientes quiso quitar el pie del acelerador, por eso llegaron a afirmar que en manifestarse ese día “les iba la vida” a las mujeres, pero lo realmente cierto, es que mentían, les iba la vida política a ellas.

 

Importándoles muy poco la salud de las mujeres que, siguiendo sus consignas, se manifestaron por las calles de las ciudades, llegando a convertir la manifestación de Madrid en una bomba biológica, como reconoció de forma bastante explícita la Ministra Montero, en la ya famosa grabación.

Por eso ha sido  necesario tapar esta mentira con la propaganda. Hemos visto cómo el Presidente del Gobierno y sus terminales informativas comenzaron cerrando el Portal de Transparencia para eliminar cualquier acceso a la información sobre las actuaciones gubernamentales.

Siguieron con la política de evitar  las preguntas en libertad de los medios de comunicación. Continuaron amordazando a los Poderes Legislativo y Judicial, y sobre todo, han limitado derechos y libertades con la monitorización de las redes sociales, utilizando todos los mecanismos autoritarios a su alcance.

Ha sido una clara escapada hacia adelante intentando estirar el tiempo lo máximo posible para que los ciudadanos olvidáramos el pecado original de que una pelea ideológica y sectaria, entre qué ministra era la más feminista, había provocado un shock social de enormes dimensiones.

Han querido que el transcurso del tiempo y un confinamiento aplastante, el más duro de los países de nuestro entorno, sirviera para crear un síndrome de Estocolmo en la ciudadanía y así que cualquier medida de relajación  del confinamiento lo recibiéramos como un regalo del que “trabaja por nuestro bien”.

 

 

 Lo único que les afeaba esta fotografía era la realidad del número de muertos, por eso había que esconderlos y por encima de todo, mentir sobre las cifras reales, y en esa fase de negación nos encontramos en este momento: los muertos han de ser invisibles.

La verdad oficial también alcanza a la negación absoluta de cualquier afirmación que haga pensar a los españoles sobre lo que pasó durante los primeros días de marzo, y en esta fase, entra a jugar el Vicepresidente segundo Pablo Iglesias, experto en la puesta en marcha de las campañas de desinformación y en la utilización de las técnicas del odio como método de enfrentamiento social, para hacer olvidar la mentira inicial.

El guerracivilismo

La parte comunista del Gobierno ha considerado que hay que desenterrar los miedos históricos de la sociedad española, y así está hablando de “golpe de Estado” para  que los electores  radicales de la  izquierda antepongan la ideología contra las Fuerzas Armadas  y la  Guardia Civil y no se planteen exigir responsabilidades por una nefasta gestión de la izquierda oficial.

Esta estrategia tiene como segunda vertiente  crear miedo en los electores de la derecha al escuchar consignas guerracivilistas y radicalizarlos hacia posturas extremas, fracturando la tendencia moderada que en España se instauró con la Transición.

Pablo Iglesias va a utilizar todos los medios a su alcance, sobre todo su presencia en el CNI, para desacreditar al Poder Judicial , que es el verdadero peligro para este Gobierno, así como a todos aquellos que no sigan la verdad oficial del régimen: periodistas, políticos, guardias civiles, militares, líderes sociales, deportistas, acusándoles de crispar a la sociedad y de pertenecer a las cloacas del Estado en permanente conspiración para evitar un Gobierno progresista.

Por eso, este Gobierno haría bien en recordar el viejo proverbio judío: “Con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver”.