| 23 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Casado y Ayuso celebrando la victoria en el balcón de la sede del PP.
Casado y Ayuso celebrando la victoria en el balcón de la sede del PP.

Madrid acelera la reunificación del centro derecha y catapulta a Casado

Los populares, exultantes, proclaman el inicio de un tiempo nuevo en la política nacional, marcado por la desaparición de Cs, la dimisión de Iglesias y un castigo durísimo al sanchismo.

| Ana Martín España

La victoria aplastante de Isabel Díaz Ayuso sobre el trío de izquierdas y la volatilización de Ciudadanos en las urnas de este 4 de mayo dan inicio a un partido nuevo en el terreno de juego de la política nacional. 

Uno que ya no será un dos -izquierda- para tres -centro derecha-, sino un dos para dos por primera vez desde que Vox pidió y tuvo bola en las elecciones andaluzas de diciembre de 2018. Y uno marcado por el cambio de titularidad en Unidas Podemos, con Pablo Iglesias anunciando su abandono de la política después de una derrota humillante.

"Hoy Madrid ha hecho una moción de censura democrática al sanchismo. Madrid será el kilómetro cero del cambio en España", proclamó exultante Pablo Casado desde el balcón de Génova 13, abrazado a Isabel Díaz Ayuso.

"Vivimos un punto de inflexión en la política nacional. Uniendo el centro derecha y el constitucionalismo se puede. Hay partido, hay futuro, hay esperanza, hay ilusión", añadió. Y a su lado ella remató: "El sanchismo no entra en Madrid".

Era el apoteosis de una fiesta que se inició en el cuartel de los populares a media tarde. En los despachos los trackings atronaban un triunfo arrollador. En la calle la música sonaba a gran volumen. 

 

Había ganas de celebrar. Consejeros, diputados nacionales, autonómicos, jóvenes de Nuevas Generaciones, alcaldes, miembros de la dirección nacional bailaban eufóricos a medida que avanzaba el recuento. 59, 62, 64, ¡65! A cuatro de la mayoría absoluta y siete por delante del triunvirato de izquierdas.

Una década después

Las banderas ondeaban en la noche madrileña, sonó el Libre de Nino Bravo en honor al lema de Díaz Ayuso: libertad. Y, antes del toque de queda de las once, los focos se apagaron. Los más veteranos no recordaban una noche así en Génova 13 desde la mayoría absoluta de Mariano Rajoy de 2011. Y desde entonces ha llovido casi una década. 

Para el PP éste es un paso de gigante en la tan ansiada reunificación del centro derecha. Que, al menos en lo que respecta a Cs, es imparable. La desbandada de cargos madrileños de Cs que antecedió a estas elecciones tiene todos los visos de repetirse cuando se acerquen las andaluzas, municipales y resto de autonómicas. Curioso que uno de los primeros en dejarse caer por la zona de prensa fuera precisamente Toni Cantó.

Desde la dirección nacional del PP también se mostraban satisfechos con el frenazo en las expectativas de Vox. Los de Santiago Abascal y Rocío Monasterio sumaron un escaño de los 26 -todos- que perdieron los naranjas. De 12 a 13. Monasterio también se apuntó al discurso del "cambio de rumbo para toda España" y prometió facilitar la investidura de 

La cúpula de Vox celebrando los resultados.

 

La gestión de la derrota y el control de daños que las terminales de Ferraz y La Moncloa venían haciendo desde días atrás, poniéndose la venda antes de la herida, fue el mejor indicio de que se temían una noche aciaga.

Y tanto que lo fue. Ya bien avanzado el recuento se produjo el sorpasso de Más Madrid al PSOE, no en escaños -empatados a 14- pero sí en votos. Podía haber anunciado Gabilondo este mismo 4-M su retirada de la política en aquel desangelado Hotel Princesa Plaza y a nadie le habría extrañado; pero ello no habría hecho sino amplificar los decibelios de la derrota del sanchismo.

Para Sánchez este miércoles amanecerá un nuevo día en La Moncloa, sí, pero uno muy distinto a como soñó cuando convenció a Inés Arrimadas para intentar matar al PP. Hasta que el Mar Menor de Murcia acabó siendo el mal mayor de Ciudadanos y, por extensión, del presidente del Gobierno.

La varita de su mago Iván Redondo empieza a fallar, su relación con ERC será más conflictiva -todavía- cuando los de Oriol Junqueras sellen un nuevo gobierno de coalición con Junts per Catalunya, Europa comienza a apretarle las tuercas y enfrente tiene a un Partido Popular revitalizado. 

En las próximas horas los altavoces del sanchismo repetirán mil y una veces que Madrid no es España, intentando extender un cortafuegos para que las llamas no lleguen a La Moncloa. Pero la cuestión es si, como afirmó Díaz Ayuso desde el balcón, España empieza por Madrid.