| 18 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez
Pedro Sánchez

Sánchez adapta el relato de la corrupción a su favor "minimizando" los ERE

El líder socialista quiere imponer la idea de que los ERE no fueron el mayor caso de corrupción de la historia de la democracia criminalizando al PP

| Esther Jaén España

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La cúpula socialista ha decidido mantener contra viento y marea su versión de los hechos sobre los condenados por la sentencia de los ERE en Andalucía, un fallo de la Audiencia Provincial de Sevilla que fue recientemente ratificado por el Tribunal Supremo (TS). Se empeñan en el PSOE en establecer parámetros distintos para diferenciar la corrupción: la que enriquece a los corruptos y la que no. Este último supuesto es el que se despacha en el caso de la condena a los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán. 

En su descargo, ponen por delante que la propia sentencia de la Audiencia de Sevilla menciona que ni Chaves ni Griñán se lucraron personalmente de esos 680 millones de euros que fueron desviados de su fin legítimo, para ser repartidos entre personas que, sencillamente, no eran las que establecía la Ley que debían recibir esos fondos, sino amigos, conocidos y parientes de quienes debían administrarlos por el bien común y no el propio. 

Como es lógico, el argumento desquicia a la oposición y, en especial, al PP, que vio cómo una sentencia en la que se señalaba el Caso Gürtel, como una trama de corrupción y se castigaba a los culpables, acabó siendo el motivo que alegó el PSOE de Pedro Sánchez para presentar la moción de censura contra el entonces presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy. El líder gallego compareció entonces ante la Justicia como testigo, nunca como imputado y, por supuesto, no fue condenado. Pero su partido sí se consideró “culpable” a título lucrativo y fue él quien “pagó” las consecuencias.  

Si entonces el PSOE dijo que el PP acudía “dopado” a las elecciones, ahora es el PP quien acusa al PSOE de haber acudido “dopado” durante décadas a las elecciones andaluzas, uno de sus feudos tradicionales. Admitiendo -porque no son pocos los dirigentes del PP que lo hacen- que Griñán y Chaves no se lucraran del asunto de los ERES, lo que subrayan los populares es que el “dopaje” existió igualmente, porque si bien no se enriquecieron personalmente,   consintieron un sistema clientelar que aupó electoralmente al PSOE. 

No les falta razón a los populares, pero en el seno del PSOE no pelean por la razón, sino por el relato. Y ese es el que han elaborado y mantendrán a la vuelta de las vacaciones estivales, cuando se conozca el texto íntegro del fallo del TS y se retome la pelea por la corrupción (ajena, que siempre es la peor y más abyecta).

Difícilmente el PSOE pueda obtener un buen resultado electoral que le permita mantener opciones de crear un gobierno en las elecciones generales si Cataluña y Andalucía no funcionan como tradicionalmente funcionaron: como granero electoral del PSOE. El resultado de las últimas elecciones andaluzas (48% de voto emitido para el PP, con mayoría absoluta) le pone muy cuesta arriba ese buen resultado para el PSOE, de comportarse de idéntica forma el electorado llegadas las generales. Si a eso le añadimos los votos de Vox, veremos que más del 60% del electorado andaluz votó por opciones de derechas. 

Sin embargo, Sánchez y su entorno sostienen y se sostienen en la convicción de que el votante que se pasó al PP en elecciones autonómicas no tiene por qué hacerlo, si consiguen volver a polarizar el voto entre el PSOE (De Griñán y Chaves, sí, pero un PSOE que fue bien valorado y estimado por sus votantes) y un PP que se obsesiona por ver en la cárcel a un José Antonio Griñán, fuera ya de la política desde hace años. En el relato socialista afirman que el pecado de Griñán fue tan “in vigilando” como pudo ser el cometido por la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.  Y, del mismo modo que ella no está entre rejas, tampoco quieren que lo esté Griñán. Creen que a fuerza de repetir sus argumentos y mantenerse firmes en el relato, lograrán, cuando menos, sembrar la duda y, en el mejor de los casos, y si el PP comete algún error, recuperar el voto perdido. 

“¿Quién quiere ver a Griñán entre rejas?” se pregunta un dirigente socialista en voz alta y se responde a sí mismo que casi ningún votante andaluz. “Es algo parecido a la sensación de los que fueron condenados y encarcelados por el 1-O en Cataluña”, asegura este mismo dirigente. En su opinión, sólo los más hiperventilados de la ciudadanía catalana tenían interés en seguir viendo entre rejas a Oriol Junqueras y el resto de presos, tres años después de su ingreso. 

Por eso, en Cataluña, el PSC sube en intención de voto, según las últimas encuestas publicadas, al tiempo que baja el suflé catalán. Y por eso, según sus cálculos, presentar al PP como un atajo de “hiperventilados” puede dar sus frutos. Es una de las formas de “meter una marcha más”, tal como pidió Pedro Sánchez a los suyos recientemente o quizás de “agarrarse a un clavo ardiendo”, pero es el camino marcado por Sánchez y que van a seguir todos en el PSOE, sin fisuras.