| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez, de espaldas, con parte de su Gobierno en marzo
Pedro Sánchez, de espaldas, con parte de su Gobierno en marzo

Sánchez arrebata a Podemos su poderío mediático y quién sabe si sus votos

El presidente tiene un plan y no va a dejar que lo estropee su socio, con el que piensa gobernar hasta el final, por muchas tormentas internas que puedan darse con Podemos.

| Esther Jaén España

 

 Para todos aquellos que aventuran una posible ruptura dentro del Gobierno de Pedro Sánchez, entre la parte socialista y Unidas Podemos, conviene aclarar que esa coalición goza de buena salud o, para ser más exactos, no tiene visos de romperse si no fuese estrictamente necesario, siempre por necesidades del guion que se ha marcado el presidente, Pedro Sánchez, con su entorno más próximo.

Y eso sería pocos meses antes de la celebración de las próximas elecciones generales. Vamos, que pese a la afición de los miembros de la formación morada por airear sus discrepancias en los medios de comunicación, son sólo tormentas mediáticas que, si no se resuelven, sí  se disuelven y se disolverán siempre que así lo decida Sánchez, como un azucarillo.  

Así lo aseguran todas las fuentes consultadas por ESdario en el PSOE, mientras que en UP dan por hecha su permanencia en el Ejecutivo hasta el último suspiro de la legislatura.

 

Comenta un ex ministro socialista con cierta sorna que “los socios de Unidas Podemos, cuando había un problema encima de la mesa, no se preguntaban cómo solucionarlo de entrada, sino que se preguntaban cómo les afectaba políticamente y cómo podían sacarle provecho desde el punto de vista mediático”.

Señala directamente este exministro al vicepresidente del gobierno, Pablo Iglesias, como gurú del mencionado modus operandi. Sin embargo, advierte que, “con Iglesias fuera del Gobierno y de su partido, las cosas son parecidas, porque la línea seguida por el resto de miembros de UP mantiene la forma de proceder que dejó su líder… otra cosa es que ahora lo consigan”.

Por lo que respecta a la parte socialista, a excepción de Marlaska, ya solo quedan caras amables , no abrasadas por la acción de gobierno

Uno de los más recientes encontronazos entre UP y el Gobierno Sánchez tiene como telón de fondo el dichoso recibo de la luz y la llamada efectuada desde la formación morada a que los ciudadanos se manifiesten… ¡contra el gobierno del que forman parte!

Con todo, el último movimiento de Sánchez y su promesa de que a finales de año habremos pagado aproximadamente un importe similar al abonado en 2018 no tiene nada que ver con la presión que pretende ejercer UP sobre el socio mayoritario en el Ejecutivo, sino con la constatación, a través de los sondeos de opinión que manejan en el entorno del presidente, de que el recibo de la luz es un tema que ha logrado prender la mecha del cabreo ciudadano de forma transversal y con la orden de Sánchez de solucionar ese problema “cueste lo que cueste”.

La recuperación

Convencido como está de que el tirón de la economía y el impacto de la llegada de los fondos europeos a nuestro país son la baza más potente que debe jugar para revertir los malos augurios de las encuestas publicadas en los últimos tiempos, no está dispuesto a que el recibo de la luz modifique su guion, diseñado para tornar malestar en expectativas de mejora de numerosos colectivos.

Así, en su pauta de actuación hasta el final de la legislatura es él quien anuncia públicamente y por sorpresa las “buenas noticias” o las iniciativas más sociales, con el consiguiente impacto mediático, como ocurrió con el anuncio de que España sería el hub de llegada de refugiados afganos, con su anuncio sobre el inminente aumento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) o como ha ocurrido con su promesa de acometer modificaciones que permitirán rebajar la factura de la luz.

Ninguna de las titulares de los ministerios implicados lo avanzó, tampoco se filtró previamente, como ocurría en tiempos de cohabitación con Pablo Iglesias, cuando eran los morados la principal fuente de información de los planes del Ejecutivo y de las medidas a tomar.

 

En la nueva versión que persigue Sánchez de sí mismo, el gobierno (o una parte del mismo) puede hacer ruido, amenazar y/o tratar de agitar a las masas, pero tiene que ser su intervención y nada más lo que el ciudadano visualice. Eso siempre que se trate de dar buenas noticias. Para marrones, están los ministros en sus ministerios.

Y por lo que respecta a la parte socialista, a excepción del titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, ya solo quedan caras amables ministeriales, no abrasadas por la acción de gobierno. Y algo parecido ocurrirá en octubre, cuando renueve su Ejecutiva en el PSOE.

Es la apuesta de Sánchez para los próximos dos años. Está por ver si en UP le permiten llevarla a cabo como hasta ahora y si el electorado compra y respalda con su voto el último intento de reinvención de Pedro Sánchez.