| 24 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Iglesias pone al límite la paciencia de los ministros socialistas: "Agitador"

En el PSOE están convencidos de que fue él quien hizo correr el rumor de que Escrivá quiere marcharse, generando así más inestabilidad. Ahora le toca a Ábalos. Pasado mañana, a saber.

| Antonio Martín Beaumont España

 

Pablo Iglesias sigue con su guión de agitador de la coalición”. Así me lo suelta un cargo del equipo económico del Gobierno. En buena medida resume el hartazgo de su ala socialista con el líder de Podemos. La batalla de las pensiones o la futurible Ley de Vivienda, motivo de profundos choques, le sirven para erigirse en defensor de las clases más populares frente a un PSOE al que, sin reparos, define abiertamente como “permeable a las presiones de los poderes económicos y mediáticos”.

Instalarse en ese discurso puede servir a Iglesias como intento desesperado para retener a su menguante parroquia, aunque, cuando uno se convierte en “casta”, difícilmente cuelan ya algunos gestos. De hecho el partido morado ya no tiene estructura sólo un “soviet” dirigente formado por “bien pagaos” que pululan por los ministerios de su órbita. Al socio mayoritario, como es de cajón, están lejos de gustarle las salidas del vicepresidente segundo, que a sus ojos solo sirven para mantener enfrentado al Consejo de Ministros.

Los socialistas creen que fue Iglesias quien hizo correr el rumor de que Escrivá quería irse

Y más aún, como subrayan con indignación dirigentes socialistas, cuando hizo correr como la pólvora que José Luis Escrivá, un profesional ajeno al vaivén de la política, tenía ganas de dar la espantada. Ahora ya no hay corrillo donde no pueda oírse la cantinela de que “se siente tan herido que cualquier día pega media vuelta y se va”.

José Luis Escrivá tras el Consejo de Ministros de este martes.

 

Hasta ahora, de creer los rumores, Escrivá solamente habría dejado caer ante Sánchez sus deseos de ganar peso en el Gabinete. Vamos, que lo de ser titular de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones le sabe a poco. Sobre todo para defenderse de la guerra que le ha declarado Iglesias en su faceta de supuesto conseguidor de los desfavorecidos.

Cuando la economía está tocada de muerte, en puertas del hundimiento total como alertan tantas voces, difícilmente puede un Gobierno permitirse el lujo de desplegar medidas sociales hasta el infinito, prohibir de manera permanente desahucios o expropiar bancos y fondos de inversión, farmacéuticas, etc...

Estos días es José Luis Ábalos quien está en la mirilla de tiro del cazador Iglesias. Constante y sonante, su cabezona demagogia obstaculiza los cada vez más débiles intentos de Nadia Calviño y del propio Escrivá por mantener el barco a flote. Hasta María Jesús Montero ha acabado por echar el freno a tanto disparate populista.

Pero, no se olvide, la última palabra será siempre de Sánchez. Y el presidente ha demostrado que, por muchas diferencias con su vicepresidente, opta por dejar que los demás vivan un permanente vía crucis. Es lo que tiene no contemplar otra mayoría donde apoyarse más allá de la que le guisa el jefe de los morados.