Sánchez tiene un ministro que mancha y al que no puede buscar acomodo

“En política jamás se deja caer a los nuestros”. Quizá sea una frase al uso, hecha, si se prefiere, pero que se cumple en tantísimas ocasiones. Los ministros caídos, sin ir más lejos, suelen ser recolocados en puestos más o menos relevantes. Carmen Calvo y José Luis Ábalos conservaban su escaño y han amarrado sendas presidencias de comisión en el Congreso. Arancha González Laya encabeza un grupo creado por la Comisión Europea en busca de ideas para modernizar la Unión Aduanera. Suma y sigue, José Manuel Rodríguez Uribes ha pillado al vuelo la embajada ante la Unesco.

Aunque siempre hay excepciones que confirman la regla. Vean, si no, a Juan Carlos Campo. Su paso por el Gobierno de Pedro Sánchez como titular de Justicia será recordado en exclusiva por tramitar los indultos a los políticos presos por el golpe de Estado en Cataluña. 

El exministro de los indultos reaparece para intentar juzgar al PP

 El vínculo de su imagen con el “trabajo” de las medidas de gracia lo dejó sin asiento en el Gabinete. Fue uno más de los trabajos “sucios” que le tocaron en suerte, como el de torpedear la entrega de “El Pollo” Carvajal a Estados Unidos. Campo “saltó al barro”, reconocen en Ferraz, y Sánchez no quiso darle una salida digna.

Algo que molestó sobremanera a Campo que, siendo juez, pidió regresar a la carrera judicial al día siguiente de ser cesado como ministro. Reclamó su plaza en la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. En el traspaso de su cartera a Pilar Llop, ni mencionó a Sánchez. No existió en su discurso. Nada tenía que agradecer al presidente. Mal antecedente, cuando recientemente terceros se movilizaron buscando que ocupase un lugar en la renovación del Constitucional pactada entre el PSOE y el PP.

Campo jamás apareció en la terna de nombres que el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, entregó al secretario general de los populares, Teodoro García Egea para el Constitucional

Jamás apareció en la terna de nombres que el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, entregó al secretario general de los populares, Teodoro García Egea. Y es que, entre otros extremos, su situación tampoco parecía nada fácil para La Moncloa cuando el Tribunal Constitucional debe pronunciarse sobre recursos contra medidas del Gobierno y Campo, como ex miembro del Consejo de Ministros, hubiera sufrido un reguero de recusaciones.

Cerrar la “herida” con el ex ministro fue, por tanto, descartado, a pesar de los riesgos de dejarse en la cuneta ambiciones frustradas. Es proverbial la frialdad de Sánchez con quienes fueron considerados “próximos” y dejan de serle útiles. ¡Líbrate, ay, de los fantasmas que acaban por escapar del armario donde estaban encerrados, para que no asusten al personal!