| 25 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Sánchez y Arrimadas, en uno de sus encuentros
Sánchez y Arrimadas, en uno de sus encuentros

Arrimadas se juega en Cataluña todo: si se hunde, la revuelta interna crecerá

El sector crítico en Ciudadanos empieza a ser enorme, con cargos autonómicos y europarlamentarios cansados de la deriva del partido. Todo depende ya de un resultado.

| Antonio Martín Beaumont Opinión

 

A Inés Arrimadas le cuesta trabajo apagar los fuegos que ella misma prende. La lideresa naranja corre el riesgo de convertirse en humo. Quizá no repara en cuánto contamina pegarse a Pedro Sánchez para salir en la foto. Es pura chirigota oírla retar al presidente a elegir entre ella y Frankenstein.

Porque, mientras tanto, con sus votos le otorga el más valioso de los cheques: el tiempo. Seis meses para tener al país bajo un estado de alarma sin control, o años aprobando unos Presupuestos que permitirán a Sánchez atar la legislatura. Todo lo demás son zarandajas.

Lo que hasta ahora ha conseguido Arrimadas es reforzar la imagen de Sánchez. Bueno, y también que La Moncloa pueda dar aire a su argumentario sobre una “derecha responsable” -así llaman a Ciudadanos- frente a un PP echado al monte. Sirve de coartada.

Tan demoledor es el papel de doña Inés para su formación, que no ha tenido más remedio que pisar el freno. Ya fuera de plazo, tuvo que escenificar nuevas condiciones al Gobierno. La teatralización fue trasladada de antemano al equipo personal del presidente para evitarle sorpresas.

Todo parece señalar que la desdicha ha llegado para quedarse. Si vuelve la debacle en las urnas, nadie será ya capaz de impedir la catarsis

Pero Sánchez, ya en otra pantalla, no alteró el guion de la calculada estrategia con la que busca el tesoro de poder hasta 2023. Quedó meridianamente claro que Arrimadas y sus lugartenientes no le producen ningún desvelo. Fue en este punto cuando asomó Albert Rivera y copó todo el interés.

El ex líder de Cs alertó entre líneas, para mí con toda la razón, sobre la deriva suicida de su sucesora. La rebelión interna toma cuerpo en Ciudadanos. En Madrid ya han empezado los movimientos de los críticos. También en el seno de algún que otro gobierno autonómico. No digamos entre el grupillo de eurodiputados en Bruselas.

¿Adiós Inés?

La alternativa a Arrimadas debería surgir de un congreso extraordinario. Cada día hay más dirigentes preocupados por una formación que cae a plomo como opción política. Lógicamente, el  epílogo está por escribirse en las elecciones catalanas del 14 de febrero.

Arrimadas sólo podría superar la bola de partido si salva los muebles en Cataluña. Así podría seguir siendo el mojón en la carretera que recuerda que el PSOE fue un partido constitucionalista. Entonces la conspiración criará malvas. Aunque todo parece señalar que la desdicha ha llegado para quedarse. Si vuelve la debacle en las urnas, nadie será ya capaz de impedir la catarsis. Es la dura vida de quien milita en unas siglas cuyo líder sí supo conjugar el verbo dimitir cuando vinieron mal dadas.