| 05 de Abril de 2024 Director Benjamín López

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse
El Rey Felipe VI durante el desfile de la Fiesta Nacional.
El Rey Felipe VI durante el desfile de la Fiesta Nacional.

El Rey se echa la manos a la cabeza: no tiene información sobre la investidura

Felipe VI no juega con ventaja, están equivocados. Recogemos rigurosamente el ambiente de perplejidad y hasta de medido pánico que reina donde se Reina, pero no se manda. Esa es la cuestión.

| Carlos Dávila España

Es más que posible que cada vez que en la Casa del Rey escuchen que Felipe VI ha convocado a los partidos porque TIENE LA SEGURIDAD de que Rajoy ya cuenta con mimbres suficientes para su investidura, se echen las manos a la cabeza. Dicho más directamente: en el Palacio de la Zarzuela se decidió la convocatoria sólo porque no había otra opción, porque esa era la línea directa que marca la Constitución, porque, castizamente, “por el Rey no va a quedar” y porque, en definitiva, lo poco que le permite nuestra Norma al monarca es espolear a los partidos a que se pongan de acuerdo.

¿Seguridad en la investidura?: ninguna. ¿Información por parte de La Moncloa de que ésta gozaba de todas las certezas posibles? Tampoco. Así que los que suponen, algunos incluso de buena fe, que Felipe VI juega con ventaja, están equivocados. Y el cronista que suscribe esto no lo transmite a humo de pajas; está convencido de que está recogiendo rigurosamente el ambiente de perplejidad y hasta de medido pánico que reina donde se Reina, donde se reina, pero no se manda, que esa es la cuestión.

Por tanto, hay que insistir; al día de hoy y a escasas fechas de la celebración del Comité Federal del PSOE, lo prudente es remitirse al socorrido tópico: las espadas están en alto. La Gestora, mayoritaria, pero no unánimemente, trabaja por la abstención, porque está a su favor, pero los residuos sólidos de Sánchez que son tan pertinaces, tan obstinados, tan sectarios y tan estúpidos como su antiguo jefe, siguen sin encontrar socios para la operación más atrevida que nunca haya realizado el PSOE desde al advenimiento de la democracia.

Felipe VI tras consultar a los más reputados constitucionalistas del país, decidió en solitario abrir las consultas, entre otras cosas porque ha heredado de su padre un cierto olfato político

En este momento, el partido se divide, casi milimétricamente en dos: cincuenta por ciento por el sí, cincuenta por ciento por el no. Y más aún: no parece que pueda cambiar en los próximos días. Algunos cronistas que marchan por la vida como si fueran portavoces de lo que se cuece, profetizan que todo está hecho. Mentira; no lo está. Algunos de ellos, se remiten a lo antedicho: que si no estuviera hecho, el Rey no hubieran llamado a rebato. Pues con su pan se lo coman. Repito, mentira; Felipe VI tras consultar a los más reputados constitucionalistas del país, decidió en solitario abrir las consultas, entre otras cosas porque ha heredado de su padre un cierto olfato político y sabe que si se hubiera quedado quieto, le hubieran afeado la conducta.

Es más: ya había suficientes plumas preparadas para impartir la siguiente especie: “¿Para que nos vale éste?” Felipe ha percibido en estos días cómo algunos de sus visitantes habituales le prevenían sobre tal riesgo y le advertían que los propagandistas más entusiastas, incluidos los más indecentes,  de la revolución republicana, ya estaban intoxicando al personal  con una aseveración envenenada: “Este sistema no nos vale y su protagonista principal menos aún; ni uno, ni otro nos resuelve el problema”.

Y, ¿saben lo que les digo? Pues que estos barreneros guardan un punto de razón porque la indigencia institucional a que está condenada la Corona según la Constitución, no le deja margen alguno de maniobra; desde luego mucho menos del que tienen el presidente de la República italiana o el de la francesa que ese es un perfecto virrey. Cuando se redactó nuestra Norma Suprema algunos advertimos que las esqueléticas competencias que se le asignaban al jefe del Estado “alguna vez podían lamentarse”. Este es el caso. Tan difícil en esta ocasión lo tiene el Rey como, sin ir más lejos, el aseado presidente de la Gestora socialista que en su vida se ha visto, ni se verá, en otra encrucijada semejante.

Las pistas del Rey

El Rey, como todos los españoles, tiene pistas de que, al final, al PSOE le entrará un  ataque de sentido común y permitirá que Rajoy sea presidente. Pero sólo son pistas; seguridad, ni una, porque sencillamente no la hay. Ahora la teoría más común es “de penalti y en el último minuto”. Pero, ¿quién garantiza que Fernández consiga que se pite ese penalti? Nadie. Como decía la pasada semana un socialista de los de siempre: “El PSOE ahora mismo a no es un equipo, es una banda”, cosa en la que coincide también el portavoz reafirmado, qué papelón el suyo, Antonio Hernando, cuando va diciendo. “Ya no es que tengamos diferencias políticas, es que nos odiamos”.

De forma que es simplemente atrevido descartar las terceras elecciones para las que el PSOE, paradójicamente, se encontraría en mejor situación que hoy siempre y cuando la “Gurtel” funcione un poco mejor que hasta ahora y logre acreditar otra vez la imagen de un PP encharcado de corrupción hasta las canillas. Este es el argumento que están manejando los que con crudeza exigen a Fernández que no se presente al Comité con la abstención, que pueden venir tiempos mejores y que el gran golfo de Bárcenas (nunca se ha conocido un mentiroso igual) puede trabajar a favor del agónico PSOE.

Así están las cosas, pero algo debe quedar asentado: al día de hoy, el Rey no las tiene todas consigo, y si ha llamado a los partidos es porque no podía hacer otra cosa, no porque alguien le haya transmitido que todo está resuelto de antemano. Mentira: el panorama sigue incierto. Lo mejor en esta tesitura es no apostarse almuerzo alguno a favor de la investidura, sobre todo porque los que pierden luego nuca pagan el ágape comprometido. El cronista acumula gran experiencia en el caso.