| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez, en el G20 de Roma con Nadia Calviño
Pedro Sánchez, en el G20 de Roma con Nadia Calviño

Las piruetas de Sánchez con la reforma laboral revuelven a sus aliados

Podemos no quiere "tragar" con una "minireforma laboral" que el presidente no tiene más remedio que aceptar para no soliviantar más a Bruselas: el pulso está servido.

| Yolanda Lorenzo España

 

Según con quien hable, Pedro Sánchez parece comprometer algo distinto, o incluso antagónico, con la reforma laboral: a sus socios y aliados, desde Podemos a Bildu; les garantiza una derogación. A Bruselas o a los empresarios, les anuncia a través de Nadia Calviño que no tocará prácticamente nada, y en todo caso para aumentar el "espíritu Báñez" de la actual legislación. Y a la opinión pública, una mezcla de todo ello bajo el paraguas del lema "Salimos más fuertes".

El penúltimo lío se ha provocado desde la reunión del G20, tras una semana de aparatoso enfrentamiento público entre el PSOE y Podemos con Yolanda Díaz al frente de la ofensiva. Desde el G20 en Roma, Pedro Sánchez ha reculado sobre sus propias palabras, pronunciadas hace dos semanas, y ya no anuncia una derogación total de la reforma laboral, como había anunciado una decena de veces desde 2015 hasta ayer mismo.

Ahora se queda en un mero "perfeccionamiento", con la inclusión de supuestas "mejoras" que no precisa pero no coinciden con la promesa de derogación total que firmó por escrito a Podemos y espanta a todas las instituciones y agentes sociales a excepción de a los sindicatos, que se juegan en el envite recuperar o no el monopolio de la negociación colectiva y de los convenios frente a los pactos entre las empresas y sus trabajadores, sin intermediarios.

 

Y ese tirabuzón, el enésimo de un presidente capa de firmar un 155 para intervenir en Cataluña y pactar un mes después una moción de censura con los independentistas, amenaza con pasarle factura definitiva: sus "amigos" se sienten engañados. Y sus "jefes", los que ponen los Fondos Europeos en Bruselas, inflexibles.

Un ejemplo de ello lo ha puesto el dirigente de Podemos Pablo Echenique, raudo en replicar a Sánchez en un confuso discurso desde Roma en el que no confirma ni desmiente nada del todo, un recurso típico de la retórica política cuando no se puede decir toda la verdad.

 

 

Ese "pacta sun servanda", latinajo para insistir en que "los pactos deben cumplirse", refleja la indigestión provocada en Unidas Podemos por los "bailes" del presidente, a quien se le agota el tiempo: en diciembre tendrá que presentar en Bruselas el proyecto definitivo de mercado laboral español, ya presentado antes del verano en el expediente de petición de los fondos de rescate.

Y no parece que su socio de coalición vaya a tragar con una componenda que signifique una cosa en Europa y otra, incompatible, en España: fuentes del entorno de Podemos explican a ESdiario que el mensaje de Echenique no es personal y refleja la posición del partido y de su secretaria general, Ione Belarra

Sánchez dice una cosa en Bruselas, otra a Podemos y una más a la opinión pública, pero se le acaba el tiempo para cuadrar un círculo imposible

Falta por conocer la de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que sería la gran perdedora de un pulso mantenido hasta el final en el que se juega una parte de su autoridad. De momento guarda silencio, pero no parece probable que acepte una "contrarreforma" que, por ejemplo, no devuelva el protagonismo a los sindicatos, algo que ni Europa ni los empresarios avalan, más partidarios de los convenios de empresa y de la flexibilidad laboral.

¿Vuelta al pasado?

"España no puede volver al pasado. Es el país con más destrucción de empleo de Europa. Y la creación de la última EPA viene del ámbito público y de sacar del paro a los ERTES", explican fuentes económicas a este periódico.

A la oposición de Podemos, además, se le añadirá la de Íñigo Errejón y Más País. "Pedro Sánchez ahora evita hablar de derogación y dice que solo hay que reconstruir "algunas cosas" de la reforma laboral, pero se comprometió en el Congreso y no puede quedarse a medio camino", ha dicho.

En ese escenario, cuadrar el círculo como suele intentar Sánchez, se antoja imposible. Y el tiempo se le agota. Quizá también la paciencia de sus socios, cuyo enojo si se impone la "vía Calviño" puede tener unas consecuencias ahora mismo insondables.