| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pablo Iglesias con Angels Barceló en la Ser
Pablo Iglesias con Angels Barceló en la Ser

El "numerito" de Iglesias en la Ser, otro acto de su campaña para el 4M

Desde la denuncia a las amenazas que recibió, conviene aclarar un punto: su sobreactuación estuvo perfectamente calculada y obedece a un estricto objetivo electoral.

| Antonio Martín Beaumont España

Durante una campaña, lógicamente, te mueves más. La pandemia ha tenido tantas cosas paradas que incluso algunas relaciones periodísticas hay que volver a engrasarlas. No cabe duda de que el 4-M es un buen aliciente para ver de nuevo a personas con las que desde hacía tiempo sólo tenías contacto telefónico o por videoconferencia.

Desde el viernes pasado he tenido ocasión de hablar con muchísima gente sobre las "cartas con balas” a Pablo Iglesias, Fernando Grande-Marlaska y María Gámez, que fueron luego motivo de la gran trifulca entre el líder morado y la candidata de Vox, Rocío Monasterio.

La violencia que a Iglesias no le preocupa

Cabe decir que todo el mundo está de acuerdo en que la violencia en una democracia es inaceptable. Pero, igual que digo esto, digo que la mayoría de las personas con las que hablo creen que el secretario general de Podemos está sobreactuando. “Es un montajista, y no precisamente de andamios”, me dice un socialista que, como Fernando Savater, se inclina ya por Isabel Díaz Ayuso.

 

Lógico, lo he dicho en otras ocasiones: Iglesias es un experto en “numeritos”. Pero tanto va el cántaro a la fuente… que, como en la fábula del pastor mentiroso y el lobo, llega un punto en el que ya no hay credibilidad alguna. Así que, cuando viene el lobo de verdad, todos miran para otro lado.

La violencia que gusta a Pablo

Más aún si tenemos en cuenta que él ha amparado demasiadas veces el fanatismo intolerante cuando lo han ejercido sus amigos. Hay que recordarle a Iglesias que su “número tres” en el partido, Alberto Rodríguez, está procesado ante el Tribunal Supremo por atentar y lesionar a policías en el ejercicio de sus funciones. O que la número dos de su lista, Isa Serra, está condenada por insultar gravemente a una mujer policía que también cumplía con su deber.

He debatido muchísimas veces con Iglesias en platós de televisión. Le he escuchado proferir insultos graves contra quienes estábamos enfrente. Es un faltón, siempre. Y también he oído a algunos de sus rivales regalarle “piropos” bien cargaditos. Algún “caramelo envenenado” le he mandado yo también.

Por esas experiencias me atrevo a decir  -y desearía equivocarme- que Iglesias fue a los estudios de la SER dispuesto a marcharse. Forzó su salida. Se hubiese ido por entender que no se condenaban con entusiasmo las balas o por cualquier otra cuestión. No quería más debates en los que Isabel Díaz Ayuso no estuviese presente.

Su marcha de los estudios fue un acto más de su campaña.

Y quede claro: quien esto escribe cree que las amenazas, como todo tipo de violencia inaceptable democráticamente, deben ser investigadas hasta las últimas consecuencias. Soy un damnificado. Perdonen de nuevo la personalización: he recibido amenazas -y las sigo recibiendo- muy serias. Y, por desgracia, algunas de ellas, de “amigos” de Iglesias. 

“Las colas del hambre” de Maroto 

La desmesura se ha incrustado a golpe de “piedras y balas” en la última semana de campaña. Ver a la ministra de Industria, Reyes Maroto, mítinear con ¡500 millones! de pobres en Madrid es todo un símbolo. Por supuesto. No porque no piense que ha sido un lapsus linguae. No tengo duda.

 

Es ministra de Pedro Sánchez, pero no una enajenada. Pero algo sí le pierde su subconsciente. “Tensión, tensión”, le marcan desde el pinganillo de La Moncloa. Y, claro, tanto  estirar la cuerda, Madrid se convierte en una “cola del hambre” casi tan millonaria como los hablantes en español del mundo entero.  

La moderación de Ayuso y Casado 

Hacen bien Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado poniendo cordura. Cuando los decibelios suben tanto de tono, cuando los bronquistas profesionales embarran el terreno público, decir que ellos no quieren ni balas ni piedras es lo mejor que pueden hacer quienes defienden una democracia plena donde la coacción, el sectarismo y la barbarie son un asunto de orden público, no de acto electoral.

Madrid, aunque viendo a algunos políticos pueda ponerse en duda, es moderación y tolerancia. Y este griterío -crean lo que crean Pablo Iglesias y los “estrategas” monclovitas-, cuando los gritones se queden roncos, que se quedarán, se verá que refuerza “el efecto Ayuso”.

Al final, me quedo con el acto que ha organizado Nuevas Generaciones en mi pueblo, Villaviciosa de Odón, un torneo de pádel, donde han acudido la flamante nueva presidenta nacional de la organización juvenil del PP, Beatriz Fanjul y la de Madrid, Ana Pérez.

Por cierto, ya puestos, Fanjul es una mujer a la que se entiende todo, con las ideas claras, una joven política, sin embargo, “demasiado” curtida en años para NN.GG. Espero que su paso por Génova no la lleve a “abandonar” sus tareas en un Partido Popular vasco que tanta reforma necesita.

En fin, desde luego, puestos a lanzar algo en campaña, es más conveniente tirar pelotas de pádel de un lado al otro de la red que piedras, balas y descalificaciones entre unos y otros.

Mesura y juego limpio.