| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz

La "luna de miel" de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz ya se da por acabada

La unión entre Yolanda Díaz y Pedro Sánchez va desapareciendo desde que Pablo Iglesias se marchará del Gobierno, pensado que era él el verdadero problema

| Antonio Martín Beaumont España

 cabecera_antonio

El ala socialista del Consejo de Ministros nunca ha echado de menos a Pablo Iglesias. Ahora empieza a echar de más a Yolanda Díaz. Cuando quien fuera líder de Podemos dejó el Gobierno, en La Moncloa sólo faltó descorchar cava. Por entonces, la confianza en la relación de Pedro Sánchez con su ministra de Trabajo, ascendida a la Vicepresidencia segunda, invitaba al optimismo. Cierto, desde el complejo presidencial se advertía de que las diferencias seguirían existiendo, aunque se daba por descontado que “Yolanda va a insonorizar los tambores de guerra” de la coalición. Sin embargo, la “felicidad” del PSOE ha durado un suspiro. ¡Ay!

Ojo, porque los roces no afectan sólo a la relación con la órbita socialista del Gobierno, aunque sean los más visibles. Díaz, inmersa en una personalísima proyección como presidenciable en 2023, tiene también choques con la pata morada. Además, a poco que se rasque en Podemos, reconocen que las relaciones empeorarán. Ser recibida por el Papa Francisco ha sido vendido por los cercanos a la vicepresidenta como un trampolín para su proyecto. A diferencia de Iglesias, que intentó sin éxito pisar la Santa Sede, Díaz ha anotado en su agenda una audiencia con el Pontífice que, frótense los ojos, entusiasma a insignes comunistas, que la consideran “histórica”. Nada extraño. Fue piropeada por su valedora Ada Colau como una “líder mundial” en la clausura de la III Asamblea de En Comú.

 

Al reto cumplido de posar en el cielo del Vaticano, Díaz suma la euforia que desata entre los medios de izquierdas y su popularidad en sectores concretos de la opinión pública. Está por descubrirse el valor electoral de la “candidata designada” por Iglesias, pero nadie puede negarle el apoyo mediático que concita. No obstante, ahora le vienen los mayores desafíos. A saber, la construcción de esa plataforma que esboza y, claro, la formulación de un mensaje coherente, incluso transversal, con caras “presentables”. De momento, lo único que se ha visto es un manual de autoafirmación personal. Mucho ego. Y ello, haciendo equilibrismo. Porque las conjuras palaciegas de las ministras Ione Belarra e Irene Montero, asesoradas por Iglesias, buscan marcar sus pasos de cerca, pese al “pánico a la desaparición” que sobrevuela Podemos.

Otra guerra abierta, que parece irreconciliable, es la que tienen Yolanda Díaz y Nadia Calviño. El propio Pedro Sánchez ha dado carta de naturaleza a ese enfrentamiento cainita. La rivalidad ha llegado al extremo de revelar Calviño, en la última rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, que había estado dos veces con el Papa en el Vaticano: “Y encuentro de lo más normal este tipo de contactos”, dijo. Además, la mecha encendida por quién se apuntará el éxito de la contrarreforma laboral sigue avanzando y amenaza estallar en la coalición gubernamental. Sánchez, hasta hoy, se limita a ejercer de rey Salomón entre sus vicepresidentas. Aun así, según me relatan, Yolanda Díaz lo dejó claro ante los suyos: “Esa señora y yo no tenemos afinidad personal y sí muchas diferencias ideológicas”. ¡Boom!

Estos días son los “ejecutivos” de Ferraz, entre los que se incluyen seis ministros, los exasperados con la “equivocada” estrategia de Díaz. Vuelan las confidencias. Consideran que ha roto su compromiso con el presidente de revitalizar el espacio a la izquierda del PSOE a cambio de recibir la ayuda de La Moncloa en su camino. Lamentan que “la brutal ambición” de Díaz la lleve a rivalizar directamente con Sánchez. A eso achacan sus declaraciones sobre el aviso de la pandemia previo al 8-M o sus ataques al uso de una tanqueta policial en los disturbios del metal de Cádiz. En otras palabras, Díaz rechaza el menú guisado por el sanchismo. Ningún votante “progresista” queda fuera de su radar. ¿Soñará con el sorpasso al socialismo? De momento, la foto de su tú a tú con el Papa busca alejar de ella el miedo que Pablo Iglesias inspiraba.