| 21 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Jordi Turull, durante su discurso de investidura ante el Parlament.
Jordi Turull, durante su discurso de investidura ante el Parlament.

El conato de investidura chapucera hunde en la desesperación al independentismo

Jordi Turull acude este viernes ante el juez Llarena sin el blindaje de "Molt Honorable". Y de paso, Junts per Catalunya y Esquerra han puesto en marcha el reloj para nuevas elecciones.

| Miguel Blasco España

Tal vez fue el líder del PSC, Miquel Iceta, el dirigente catalán que mejor definió lo sucedido este jueves en el Parlament. "Esta legislatura empieza tan mal como la anterior", dijo al arrancar su discurso de réplica a Jordi Turull. Y poco antes que el socialista, fue Inés Arrimadas quien dinamitó el último señuelo de Puigdemont y los suyos.

Y bastaba ver los rostros de los diputados independentistas para comprobar -serios y cariacontecidos- que la chapuza que supuso el miércoles la convocatoria del pleno, forzada in extremis por Roger Torrent, ha derivado en otro despropósito mayor: Turull acudirá el viernes al Tribunal Supremo sin ser el nuevo presidente de la Generalitat como Junts per Catalunya y Esquerra pretendían. Y sin el ropaje de Molt Honorable como arma de intimidación contra el juez Pablo Llarena.

Pero al plan del independentismo, improvisado tras el golpe de mano de Llarena al citar a los cerebros del 1-O para comunicarles formalmente su procesamiento, le faltó la tercera pata, la de la CUP.  Y fueron sus propias bases las que se rebelaron contra algunos de sus dirigentes y obligaron a sus cuatro diputados a abstenerse y tumbar así la investidura de Turull.

Pero no solo eso. Si los antisistema que lidera en la Cámara el sustituto de Anna Gabriel, Carles Riera, mantienen su voto el sábado van a provocar un doble roto a JxCAT y ERC. Si estos quieren que Turull salga investido por mayoría simple, estarán obligados a forzar a Carles Puigdemont y a Toni Comín a renunciar a su escaño. Y de paso, habrán puesto en marcha el reloj para la repetición de elecciones en julio.

 

La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, desmontó en un discurso demoledor la candidatura de Turull. Y en la tribuna mostró su vinculación con el clan Pujol.

 

Una repetición de elecciones que puede coger a los principales dirigentes del independentismo inhabilitados o a punto de serlo. Y entre ellos los candidatos con más posibilidades como Junqueras, el propio Turull, Josep Rull, Raúl Romeva, Marta Rovira o Marta Pascal.

De momento, este viernes el juez Llarena va a decidir el futuro inmediato del candidato a la investidura y los de Rull, Romeva, Rovira, Dolors Bassa y Carmen Forcadell. Tras notificarles su auto de procesamiento, el magistrado escuchará en una vistilla a la Fiscalía y a Vox. Y después debe resolver si mantiene su libertad condicional o los devuelve a prisión hasta el inicio del juicio oral, dada la gravedad de las penas por los delitos de rebelión y sedición.

Si este escenario se produce, Turull deberá solicitar a Llarena permiso para acudir a la segunda sesión de su investidura. Y vistos los precedentes, es previsible que el Supremo se la deniegue.

Y el independentismo no tendrá candidato, habrá acabado con el bloqueo, dinamitado sus relaciones con la CUP y prolongado sine die el artículo 155.  Un suicidio político con pocos precedentes. Una chapuza.