| 24 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Manuel Valls, delante justo del candidato del PP, Josep Bou
Manuel Valls, delante justo del candidato del PP, Josep Bou

Cs se harta de Valls, que mastica una jugada para saltar ahora a la Generalitat

La perplejidad en Ciudadanos crece por la actitud del dirigente francobarcelonés y su "apuesta" por Ada Colau, que puede ser el primer paso de una estrategia de más calado aún.

| Javier Rodríguez España

No fluye la química entre Ciudadanos y Manuel Valls, precisamente, aunque en público todo son reconocimientos recíprocos. El sorprendente ofrecimiento del francés a Ada Colau de aceptar su apoyo para conformar Gobierno en el Ayuntamiento de Barcelona junto al PSC, con el fin de apartar de la alcaldía al independentismo, es la gota que no colma el vaso aún pero lo hace rebosar.

"No hay ningún problema con Valls", reitera oficialmente Inés Arrimadas, portavoz nacional, inminente figura en el Congreso y gran conocedora de la realidad catalana, de la que se ha marchado para ayudar a Albert Rivera en el Parlamento y en la pugna por el liderazgo del centroderecha.

Pero sí lo hay, agudizado por el enorme bajón de las siglas en Cataluña, con pérdidas de votos y porcentajes que, en algunas localidades, ha rondado el 80%: comparado con las anteriores Municipales, Cs ha pegado un gran salto en su comunidad de origen. Pero al lado de las Autonómicas, ganadas por Arrimadas, o de las Generales, el roto es llamativo.

Valls no consulta con nadie en Cs, hizo la campaña con su propio equipo y ahora no descarta competir por la Generalitat

Y buena parte de la culpa es de Valls, que diluyó las siglas e hizo la campaña a su gusto, con sus equipos, sin contar con nadie de la central y haciendo en definitiva de su capa un sayo que le aceptaron porque o quedaba otra: "Solo ganando hubiera tenido sentido", pero apenas superó los resultados de 2015 de Carina Mejías, entonces candidata.

Es en escenario en el que Valls, que dice no tener ninguna aspiración política a quien le quiere oír y moverse exclusivamente por razones de Estado, ha hecho una apuesta por Colau, convencido de que la vigente alcaldesa de En Comú representa el "susto", pero su alternativa de ERC, Ernest Maragall, es la "muerte".

A nadie consultó el exprimer ministro de Francia, objeto de un esfuerzo sin precedentes en ningún partido conocido por respaldarle: nadie antes como Cs renunció a sus propias siglas, ganadoras un año antes en las urnas catalanas, para favorecer el aterrizaje de un candidato que aspiró a encabezar una especie de Cataluña Suma a la navarra, con el PP e incluso el PSC bajo el mismo paraguas, y al final acabó siendo el Ciudadanos de siempre pero sin su marca oficial.

No fue una 'Operación Rivera'

No fue una operación de Rivera, sino del propio Valls, que pilló algo por sorpresa al líder naranja, casi de sopetón en un acto público en el que no contaba con que allí se presentara la candidatura del expolítico francés a alcalde de su ciudad natal, pero que tuvo que respaldar viendo la dimensión pública que logró el anuncio.

En el cuartel general de Cs se apuesta más por un pacto previo con el PSC de Collboni que retrate a Ada Colau, apoyándolo o echándose en los brazos del descentrado Ernest Maragall, un independentista de nuevo cuño que compensa fu falta de currículo siendo más agresivo que casi nadie en la defensa de la República: curioso en alguien que colaboró con el Ayuntamiento franquista de Barcelona, después con el PSC y ahora con ERC.

 

 

 

Pero algo puede complicar aún más el jeroglífico catalán, una sopa de siglas y facciones indescifrable que puede retorcerse otro poco si prospera la jugada que, se piensa en Cs, está detrás de la decisión de Valls de hacer una oferta a Colau: fundar su propio partido, con esa idea de movimiento transversal que siempre le movió, y concursar con él en las Elecciones Autonómicas de Cataluña, previstas para 2020.

"Sería una locura y ayudaría a fragmentar aún más el bloque constitucionalista. Es decir, que ayudaría al independentismo", explican a ESdiario fuentes cercanas a la cúpula naranja. "No creo que lo haga", responde el propio Valls en privado cuando le inquieren por este asunto. Pero no lo descarta, lo que avala la sensación de que, al menos legalmente, ese partido/plataforma incluso está ya registrado, lo encabece o no el político francocatalán.

 

El panorama sería desolador de concretarse la jugada y pondría más fácil que nunca al independentismo ganar holgadamente en las urnas: con una ERC potente, la prima en escaños para el primero en votos sería similar a la de Sánchez en las Generales por la atomización del centroderecha, aún mayor en Cataluña de cristalizar ese intento.

Jirones en Cataluña

De momento, Valls ni ha negado ni ha reconocido ese movimiento político, pero sí ha dejado clara una cosa: los seis concejales que logró en las Municipales de la Ciudad Condal son una piña. "Estamos juntos", reconocía este mismo jueves a Carlos Herrera en una entrevista radiofónica.

Y votarán lo que él decida, más allá de que coincida o no del todo con la opinión de un sorprendido e irritado Albert Rivera, descontento con el independentismo orgánico del exsocialista galo y consciente de que, al menos momentáneamente, la marca Cs se ha dejado algunos jirones en Cataluña.