| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Sánchez acaba de descubrir que en Feijóo tiene un "hueso duro de roer".
Sánchez acaba de descubrir que en Feijóo tiene un "hueso duro de roer".

Feijóo golpea primero con un baño de realidad a Sánchez: el dinero huele mudanza

Las propuestas del líder popular calan. Gustan, incluso, entre sectores que habitualmente daban la espalda a las cosas que proviniesen del centroderecha. La estrella brilla sobre su cabeza.

| Antonio Martín Beaumont España


Estamos al final de un ciclo político. Para darse cuenta de ello, basta con ver cómo han recibido este viernes en Barcelona a Pedro Sánchez y Alberto Nuñez Feijóo los empresarios del Círculo de Economía.

Al presidente, la élite económica de Cataluña le acogió con protocolaria educación. El líder del PP fue arropado por el largo aplauso de un auditorio que tradicionalmente no ha sido favorable a los populares.

Hace solamente un año, Sánchez salía agasajado de este foro como gran impulsor del diálogo, y Pablo Casado magullado públicamente por reafirmarse contra los indultos a los separatistas condenados del procés.

El dinero huele mudanza y, como siempre ha pasado, el poder económico se da codazos para colocarse con quien escribirá el BOE. Fíjense en lo desarreglada que está la trastienda, que esto le pasa al Gobierno que tiene en su mano el reparto de 140.000 millones de los Fondos Europeos.

En La Moncloa maquillan las evidencias de que los aires ya no le soplan de cola al jefe. Al mal tiempo buena cara. Aunque la procesión vaya por dentro. En tiempo récord, el nuevo presidente del Partido Popular, cuando todavía no le han dado las horas ni para personalizar su despacho de Génova, se ha colocado en los sondeos en datos que apuntan que el cambio es imparable.

En cualquier país de nuestro entorno Sánchez ya habría convocado elecciones. Cada día más solo y aislado, nuestro débil presidente, de tanto pensar en sí mismo, se está convirtiendo en el gran problema

Las propuestas del dirigente popular calan. Gustan, incluso, entre sectores que habitualmente daban la espalda a las cosas que proviniesen del centroderecha. La estrella brilla sobre la cabeza de Feijóo y la de Sánchez se apaga.

El grave problema para España, cuando los ciudadanos viven amargados por la luz, las pensiones y la cara cesta de la compra, es que el Consejo de Ministros languidece enfangado en peleas de coaligados y socios más típicas de series de políticos cochambrosos que de representantes serios.ç

 

Feijóo salvo el viernes con sobresaliente su primer examen de "presidente" ante el influyente Círculo de Economía.

 

Pedro Sánchez repite que va a agotar la legislatura. No tiene dudas sobre esto. Transita políticamente con la obsesión de llegar como sea hasta finales de 2023. Visto desde el lado partidista, no le queda otra, a no ser que anticipe las elecciones para perderlas.

Como se dice en baloncesto, está dispuesto a estirar veinte meses los minutos de la basura con faltas personales continuas para detener el reloj. Sus socios de coalición han llegado a tal grado de enajenación que piden públicamente dimisiones de ministros del Gobierno al que pertenecen.

En realidad, todo es una locura en esa ficticia “entente cordial” de socialistas y comunistas con Pegasus como estación final. La cosa se enreda aún más con los otros grupos que fraguaron la investidura Frankenstein y se pelean para ser el primero de la fila en decir lo insoportable que es Sánchez. Todos se odian, pero se aguantan por el miedo a quedarse sin nada. Y unas partes y otras confiesan que las cosas, en lugar de arreglarse, van a ir a peor.

El grave problema para España, cuando los ciudadanos viven amargados por la luz, las pensiones y la cara cesta de la compra, es que el Consejo de Ministros languidece enfangado en peleas de coaligados

Y España y los españoles, ¿qué? Pues que así no se puede seguir. Los temas importantes están postergados. El Gobierno pone cada día más complicado meter mano a las cosas del comer, arreglar esas cuestiones que garantizan el porvenir del país y de los hogares.

Con una crisis económica como la que cabalgamos, escuchamos más a ministros como Félix Bolaños y Margarita Robles a palos por los espías, que a Nadia Calviño, María Jesús Montero o Teresa Ribera dando soluciones al alza de los impuestos y del precio de la cesta de la compra o de la energía.

Las cuestiones domésticas, se sabe por alguna indiscreción de su equipo, aburren al presidente. Se siente más cómodo en el extranjero, o encerrado en su palacio presidencial, que pisando la calle que le ha dado la espalda.

En cualquier país de nuestro entorno Sánchez ya habría convocado elecciones para escuchar las urnas. Cada día más solo y aislado, nuestro débil presidente, de tanto pensar en sí mismo, se está convirtiendo en el gran problema.