| 18 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pablo Iglesias y Albert Rivera, en uno de sus debates en Salvados, con Jordi Évole.
Pablo Iglesias y Albert Rivera, en uno de sus debates en Salvados, con Jordi Évole.

Millones de españoles descubren que Podemos y C's les han dado gato por liebre

En poco más de dos semanas, Pablo Iglesias y Albert Rivera afrontan sus respectivos congresos nacionales. Y casi nada es como nos lo contaron. Resulta que la nueva política era esto.

| Antonio Martín Beaumont España

Cuando el 25 de mayo de 2015 en las elecciones europeas la "nueva política" irrumpió en el tablero nacional, justo en el epicentro de la peor crisis económica e institucional de nuestra historia reciente, Ciudadanos y Podemos se presentaron ante la sociedad española como la vacuna, el antídoto contra los peores males de los viejos partidos, fundamentalmente PP y PSOE, pero también los antiquísimos nacionalismos catalán y vasco.

Con los cinco flamantes eurodiputados del partido morado y los dos de la formación naranja, Pablo Iglesias y Albert Rivera se erigieron en apóstoles de la buena nueva: una forma distinta de hacer política hasta entonces nunca vista, de abajo arriba, sin liderazgos incontestables, con la transparencia jamás vista y con un mantra que se repitió hasta la saciedad: el poder de decisión será de las "bases"; la gente para Podemos, la ciudadanía para Rivera.

Pero ahora, casi tres años después -tras su crecimiento espectacular en los sucesivos comicios del 20D y 26J-, Podemos y Ciudadanos llegan a las puertas de sus respectivos congresos nacionales afectados de todos los vicios, y alguno nuevo, que decían iban a combatir. "La nueva política era esto, quítate tú para ponerme yo", ironiza un diputado del PP con muchos años de política a sus espaldas.

La "odisea" y la "purga": todo bajo control del aparato

En Ciudadanos, este jueves y viernes, los militantes del partido están llamados a elegir a su nuevo líder: semanas antes de su IV Asamblea Nacional. Todo con un censo poco claro y rectificado, un voto telemático con graves acusaciones sobre su irregular funcionamiento, el aparato volcado con la lista de Rivera y la falta de debate entre éste y sus dos rivales, una vez que la gran candidata con posibilidades, la eurodiputada Carolina Punset, arrojó la toalla la pasada semana con gravísimas denuncias contra Rivera y su equipo.

Con este escenario, los dos outsiders que concurren a estas particulares primarias -Juan Carlos Bermejo y Diego de los Santos- han expresado su protesta por la falta de equidad, de acceso a las bases y por la negativa de Rivera a debatir con ellos.

Por si fuera poco, el debate ideológico ha sido teledirigido al máximo. La Ejecutiva tan sólo permitirá que en la Asamblea del 4 y 5 de febrero se debatan 25 enmiendas para cada una de las tres ponencias oficiales. Baste un dato, al Congreso del PP han llegado para su debate y negociación más de 4.000 enmiendas de militantes y afiliados.

Conmigo o contra mí

En Podemos el panorama es aún menos alentador. En la primera votación nacional que el partido morado ha afrontado -la del reglamento para su Asamblea Ciudadana de Vistalegre, en febrero- el secretario de Organización, Pablo Echenique, decretó por sorpresa dos prórrogas del escrutinio, desatando todo tipo de especulaciones entre los errejonistas.

Para su cónclave, las bases -muy difícil conocer su número exacto- habrán de optar por tres documentos elaborados de forma personalísima por los líderes de sus tres corrientes: Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Miguel Urbán. A los círculos las tres propuestas han llegado cerradas y bloqueadas y sólo los tres dirigentes negocian ahora transacciones entre ellos mismos. Además, Errejón ha hecho de la más que opaca Comisión de Garantías uno de sus principales caballos de batalla.

Tras el primer minicongreso del partido morado, el de Madrid, se pudo comprobar cómo entiende Podemos la "integración" y la "transversalidad" de la que tanto presume: en la noche del 23 de diciembre, en vísperas de Nochebuena, el pablista Ramón Espinar fulminó al errejonista José Manuel López, como portavoz en la Asamblea de Madrid. Algo tan viejo como aquellos motoristas que hace décadas salían del Palacio del Pardo con los ceses de los ministros en su cartera.

Iglesias y Rivera, a la búsqueda de su madurez, han podido comprobar en estos tres años que es muy fácil predicar pero mucho más complicado dar trigo. Y que, como dicen algunos desencantados de ambos partidos, más vale viejo conocido que nuevo por conocer.