| 23 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Santiago Abascal y Macarena Olona, una "pareja" que se ha roto en el peor momento.
Santiago Abascal y Macarena Olona, una "pareja" que se ha roto en el peor momento.

Vox emite las primeras señales de "fatiga" mientras rastrea candidatos para 2023

La sorpresiva dimisión de Macarena Olona ha dejado en shock a las bases del partido verde. Y los sondeos envían preocupantes señales a unas siglas que no han dejado de crecer hasta ahora.

| Javier Ruiz de Vergara España

 

Decir que la sorpresiva salida de Macarena Olona de la política ha causado auténtica convulsión en más bases y entre los cuadros medios de Vox no es ninguna exageración. Sobre todo por que hace tiempo que esos dirigentes territoriales reconocen "estar a ciegas" sobre lo que realmente sucede en la cúpula del partido de Santiago Abascal.

Más aún, en un momento decisivo, en vísperas de unas elecciones municipales y autonómicas que deben demostrar si Vox es un movimiento político con sustento territorial -de abajo a arriba- o, como temen algunos, se confirma cada día que pasa más como otro fenómeno crecido de arriba a abajo al albor de determinadas coyunturas, en este caso la grave crisis provocada en el PP por la marcha de Mariano Rajoy.

 

Varias noticias de estas últimas semanas han evidenciado que los de Abascal dan las primeras “señales de fatiga”. Nada que no le haya ocurrido antes a todas las siglas de la llamada nueva politica. Primero UPyD, luego Ciudadanos, ahora Podemos.

El resultado del 19-J fue una de estas primeras señales de alarma, tal vez ante las hinchadas expectativas. Y sobre todo por los vaivenes de una campaña que a ratos parecían dos: la de la propia Olona y la de Abascal.

Olona, Monasterio y Gallardo

Hay quienes reconocen que su relación sufría ya cierto desgaste fruto de los celos que la impresionante popularidad de la abogada del Estado ha provocado en un sector de la dirección del partido verde.

Y es que no son pocos los que reprochan a Abascal que ha permanecido en silencio mientras Olona y Rocío Monasterio cultivaban su imagen de forma paralela. Más aún, cuando ambas no recolectan simpatías mayoritarias entre muchos dirigentes de Vox.

Un perfil similar al que empieza a protagonizar el vicepresidente de Castilla y León, Juan García Gallardo, al que un sector del partido acusa de "pisar todos los charcos", abriendo debates no prioritarios y que, además, exceden de sus propias competencias. Y que hacen más antipáticas sus propias siglas.

 

Para algunos dirigentes de Vox consultados por ESdiario, este abrazo es un "antes y un después".

 

Segunda señal, el enfriamiento de Vox en aquellos territorios (caladeros de voto) en los que despuntó. La citada Andalucía es uno de ellos, pero Madrid y Cataluña es el otro. Prueba de este, el CIS catalán que está pasada semana contempla a un PP disparado y recuperando el voto fugado a la lista de Ignacio Garriga en las última autonómicas.

Tercera, la estrategia en el Congreso y la agenda del propio Abascal. La llegada de Feijóo a la presidencia del PP ha convertido a Génova 13 en una máquina de fabricar propuestas, lanzar planes y acoger reuniones del líder con la sociedad civil. Nada de eso parece estar transmitiendo Vox, aferrado a su campo ideológico más extremo: la inmigración o la inseguridad ciudadana.

Hace ya tiempo que algunos dirigentes territoriales reconocen "estar a ciegas" sobre lo que realmente sucede en la cúpula del partido de Santiago Abascal.

 

“Las elecciones de mayo de van a jugar en el campo de la economía, y los ciudadanos respaldarán alcaldes y presidentes cercanos que hayan acertado en su gestión o sepan transmitir esperanza y proyectos. Y ahí estamos huérfanos”, afirma un exfundador de Vox alejado ahora de la cúpula de la formación.

 

Vox tiene tiempo por delante para engrasar su maquinaria. De hecho, ha comenzado ya a buscar candidatos para las 8.000 alcaldías en juego en mayo próximo. En la cúpula verde saben que los comicios pueden derivar también en un plebiscito sobre Sánchez. En ese caso, Vox se enfrentará a otro handicap: el voto útil.

Y en ese escenario el PP y Feijóo parten con ventaja. Porque ofrecen la certidumbre de un partido de gobierno. Algo que, de momento, Vox solo puede mostrar en Castilla y León. Y es que parece que en la Comunidad de Madrid -el otro gran escaparate nacional- el huracán Ayuso ha acabado por eclipsar a Rocío Monasterio, otro de los alfiles del tablero de Abascal para 2023.