| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pablo Iglesias saludando a la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua.
Pablo Iglesias saludando a la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua.

Sánchez convierte a Otegi en el ministro 23 mediante un pacto inaguantable

El sí de Bildu a los Presupuestos anticipa el de ERC y deja fuera de juego a Cs. Se cumple el guión que quería Iglesias: el bloque de la investidura va camino de ser el de la legislatura.

| Ana Isabel Martín España

El destino ha querido que coincidiendo con el primer aniversario de las elecciones generales del 10-N y del posterior pacto del abrazo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, las bancadas del PSOE y Unidas Podemos entonen al unísono un larga vida al Gobierno de coalición

La primera sesión del debate de las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos de 2021 sirvió para certificar que el bloque de la investidura va camino de convertirse en el "bloque de la legislatura", como lo definió el vicepresidente segundo. Y que Sánchez tiene encarrilada la aprobación de sus primeras cuentas públicas, casi dos años y medio después de que llegara a La Moncloa. 

El Gobierno se ha pasado semanas tocando la melodía y dejando que sus posibles socios bailaran a su son en una especie de juego de las sillas, seducidos por unos Presupuestos con gasto récord. Este miércoles, cuando aún no había empezado el debate parlamentario, Bildu fue el primero en parar de bailar y sentarse. 

El tempranero anuncio de su "sí" a los Presupuestos cierra un círculo que empezó cuando Sánchez cruzó la línea y aceptó la abstención de sus cinco diputados para ser investido presidente. Desde Extremadura, el presidente Guillermo Fernández Vara puso el grito en el cielo y rasgó las vestiduras de un PSOE que ya no existe. 

 

"Tengo la sensación de que llevo toda la vida hablando con el PSOE. Nunca ha habido ruptura de la negociación. La relación es fluida, sincera y honesta", declaró Arnaldo Otegi desde el País Vasco, mientras en el Congreso la portavoz de su partido, Mertxe Aizpurua, chocaba codos efusivamente con Iglesias. 

Otegi se convierte en una especie de ministro 23 en un Ejecutivo necesitado de apoyos sólidos ante las veleidades de ERC -siempre rehén de la complicada situación del independentismo en Cataluña- y el pragmatismo del PNV. 

El líder de la oposición, Pablo Casado, exigió escandalizado al presidente del Gobierno y a su ministra de Hacienda que expliquen qué han pactado con Bildu bajo cuerda. "No le vamos a tolerar el desprecio y la humillación para las víctimas", advirtió el popular. 

La ministra de Hacienda pasa por delante del presidente.

 

Pero María Jesús Montero no estuvo en ningún momento por responder a ésa ni a ninguna otra pregunta del presidente del PP, sino que protagonizó una especie de secuela del debate de la moción de censura de Vox: "Usted no sabe dónde va, no sabe cuál es el espacio político que debe ocupar el principal partido de la oposición", le recriminó la titular de Hacienda. 

Después la emprendió contra el portavoz de Vox en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros: "Querían ser líderes de la derecha con una maniobra muy burda que no les salió", dijo volviendo a aquella moción. 

El apoyo de Bildu anticipa el más que probable de ERC, como quería Iglesias, que siempre fue partidario de dejar fuera de la ecuación a Ciudadanos. "Llevamos meses diciendo que era inviable el apoyo de Ciudadanos a unos Presupuestos de un Gobierno de coalición de izquierdas", afirmó este miércoles. 

Es precisamente Cs el partido que está a punto de quedarse de pie en el juego de las sillas presupuestario, cuando la música deje de sonar. Inés Arrimadas lo sabe, por más que en Espejo Público insistiera en que el presidente socialista está a tiempo de elegir "la vía moderada", la de Cs, frente a la "vía radical" que encarnan "Otegi y Rufián". "Si elige la radical será evidente que lo hace porque quiere y no porque no tenga otra opción", argumentó la líder naranja.

Es imposible asegurar si cuando Sánchez abrió el abanico a Cs e inició las conversaciones con Arrimadas lo hacía de forma sincera o era una -otra- maniobra de la factoría Redondo para abaratar el precio de los votos de sus socios de investidura. La propia Arrimadas no se atreve a decir una cosa ni otra, teniendo en cuenta que nunca se ha fiado del presidente.