| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez participa en un reciente mitin del PSOE en Fuenlabrada (Madrid)
Pedro Sánchez participa en un reciente mitin del PSOE en Fuenlabrada (Madrid)

El síndrome de la Moncloa: el protagonismo de Sánchez preocupa a los barones

El presidente del Gobierno está hasta en la sopa, convirtiendo el 28-M en un plebiscito sobre su forma de gobernar. Es justo lo que desea el PP y rechazan los líderes regionales socialistas.

| Benjamín López España

Si algo está sorprendiendo en esta recta final hacia las elecciones municipales y autonómicas del 28-M es el protagonismo excesivo de Pedro Sánchez. Y eso no sienta nada bien en los territorios en los que en un mes las urnas van a decidir quién gobierna. Hay malestar entre los barones socialistas que, es la realidad, huyen del presidente del Gobierno y no quieren verle ni en pintura. Y en el PP se frotan las manos porque precisamente buscan convertir estos comicios en un plebiscito sobre Sánchez. 

El líder socialista “ha perdido el contacto con la realidad”. Ese comentario se escucha cada vez más en el PSOE, sobre todo en las 12 comunidades donde hay elecciones a la vuelta de la esquina. El análisis que hacen muchos barones es que Sánchez no es consciente de las encuestas, no se da cuenta de que sus errores - de manera especial ley del solo sí es sí- lastran las opciones de sus candidatos y es incapaz de asumir que no interesa hablar de política nacional sino autonómica.

Pero Sánchez parece rodeado de un ejército de consejeros que no se atreven a decirle al rey que va desnudo. Vive en el mundo paralelo que le susurran al oído. Anuncian que va a pisar mucho la calle y todo son actos prefabricados con militantes o simpatizantes que simulan ser jubilados que juegan a la petanca o jóvenes que tienen problemas para acceder a la vivienda. La calle real no puede pisarla. 

Esos asesores le hacen ver, y él quiere creer, que es un gran líder internacional y que la foto con el dictador chino o próximamente con Biden le van a dar muchos votos en España. Piensa realmente que la economía marcha como un tiro, hasta el punto de presumir de gestión. “Gestionamos mejor la economía que el PP”, repite Sánchez una y otra vez. Está convencido de que la encuesta que acierta es la que elabora el hooligan socialista Tezanos, casualmente la única que le sitúa como el más votado y querido. 

Sánchez vive en una realidad paralela que crean Tezanos y sus asesores en la que él es un líder indiscutible. Por está asumiendo protagonismo muy a pesar de los barones que no quieren que las elecciones se conviertan en un plebiscito sobre el Gobierno central

Los barones, es evidente, no ven las cosas así. Huyen sin reparo ni disimulo de su presencia. Sánchez viaja a Toledo y Page se marcha a Bruselas. Organiza una Convención Municipal en Valencia y no acuden los líderes autonómicos socialistas que, además, se han negado a hacer una reunión de ese tipo de carácter autonómico. Es llamativo y muy significativo que en una campaña electoral autonómica no haya una Convención Autonómica. 

Sánchez y sus barones incumplen su propio acuerdo 

En enero de este año Ferraz llegó a un acuerdo con todos los barones que consistía en darles absoluta libertad para diseñar sus campañas y estrategias, pero les imponía la presencia de Pedro Sánchez y otros líderes nacionales. 

Según se acerca el 28 de mayo es más y más palpable que ni Sánchez ni los barones quieren cumplir ese pacto. El presidente, de forma incomprensible y suicida, ha cogido la campaña por los cuernos y acapara el protagonismo. En contra de lo esperado por sus barones, eleva los comicios a un debate nacional y acepta un duelo cara a cara con Feijóo. Y los líderes regionales, viendo con frialdad la situación, tratan de alejarse cada vez más y harán lo posible -ya lo están haciendo- por reducir al mínimo sus apariciones junto al supuesto líder. 

La única incógnita está en saber si Pedro Sánchez aguantará el ritmo hasta el 28-M o se retirará de la pelea cuando alguien le haga ver que está desnudo y que va directo al precipicio. Ya ocurrió en Madrid en la última campaña en la que empezó con mucha fuerza y protagonismo y al convencerse de que iba hacia la derrota se metió en la madriguera para alejarse lo máximo del fracaso. Valiente nunca ha sido.