| 24 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Los planes de Sánchez a medio plazo se han frustrado en el Congreso de los Diputados.
Los planes de Sánchez a medio plazo se han frustrado en el Congreso de los Diputados.

La precaria "mayoría" de Sánchez se desmorona y le empuja al abismo electoral

La hipótesis de elecciones en otoño está ya sobre la mesa. La "revolución" en el PDeCAT y el "efecto Casado" han dejado al líder del PSOE contra las cuerdas y ante la dura realidad.

| Javier Ruiz de Vergara España

Alejada de los focos madrileños, desconocida para gran parte de los españoles, en Barcelona estaba hasta este domingo pasado la mejor aliada de Pedro Sánchez tras la moción de censura: la coordinadora general del PDeCAT, Marta Pascal, la misma que garantizó al PSOE el apoyo de su partido para desalojar a Mariano Rajoy, contra el criterio del expresidente de la Generalitat.

Pero su purga inmisericorde este fin de semana, a manos de Carles Puigdemont, amenaza con arrastrar al Gobierno socialista y obligar al líder del PSOE a contradecirse, una vez más, y convocar elecciones anticipadas. No es aún una decisión que esté sobre la mesa, pero sí una hipótesis que ya nadie descarta en La Moncloa.

Lo decía gráficamente este martes la portavoz del Ejecutivo, Isabel Celaá: "Nadie está pensando en adelantar elecciones, si bien nadie va a resistir más allá de lo razonable porque sería absurdo", enfatizó.

Y es que Puigdemont y su nueva mano derecha en Madrid, Miriam Nogueras, han puesto en rebeldía a sus cinco diputados en el Congreso, que no van a apoyar la estrategia de Sánchez y sus ministros.

Dado que esos cinco votos son decisivos para la acción de gobierno, y para la tarea de demolición del legado de Mariano Rajoy, la estabilidad de Sánchez no es que sea, como hasta ahora, precaria. Es simplemente, inexistente. No suma votos para sacar adelanta ninguno de sus compromisos. 

 

El asalto de Puigdemont al PDeCAT, con David Bonvehí y Miriam Nogueras, deja al gobierno de Pedro Sánchez contra las cuerdas.

 

Y en estas ha empezado a crecer en el PSOE -y también en Podemos- la idea de una cita con las urnas en otoño, una convocatoria de generales que podría coincidir con unas andaluzas adelantadas. Porque al mazazo del PDeCAT se suma la llegada a la presidencia de un renovado PP de Pablo Casado.

Casado ha anunciado en las primeras horas de su mandato que no está dispuesto a votar en el Senado la llamada senda de estabilidad, una derivada del techo de gasto decisivo para la aprobación de los Presupuestos Generales de 2019. El PP ha dado la voz de alarma ante el incremento del gasto público y el incumpliendo del déficit acordado con Bruselas.

Sánchez está obligado a pagar las facturas a sus socios de moción y garantizar partidas a autonomías y ayuntamientos en un año electoral con una triple cita con las urnas. Pero sin el concurso del PP, todos los compromisos esbozados ya por el Gobierno socialista son papel mojado. Imposible que nada salga aprobado ni del Congreso ni del Senado. Un escenario insostenible para el propósito de líder del PSOE de quedarse en La Moncloa hasta 2020, agotando la legislatura.

El entorno de Sánchez está afirmando en estas últimas horas que el presidente va intentar aguantar apelando a la "responsabilidad" de sus socios de moción. Pero es consciente de su extrema debilidad. Y de que Puigdemont -La Moncloa ya ha comprobado hasta qué punto Quim Torra es un simple títere- se ha apuntado a la máxima de cuanto peor, mejor.

A favor del PSOE pesa también el momento dulce en las encuestas tras la formación del gobierno telegénico y el brillo de las primeras fotografías de la agenda oficial de Sánchez. Y en la cúpula socialista todos están convencidos de que cuando su asesor aúlico, Iván Redondo, se lo aconseje, Sánchez apretará el botón nuclear y dará voz a los españoles.