| 29 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Pedro Sánchez en una imagen en el Congreso.
Pedro Sánchez en una imagen en el Congreso.

Un incidente en la T4 junto a su mujer provoca el ansia de venganza de Sánchez

Lo que destapa las ganas de pelea de Sánchez son reproches recibidos a la vuelta de su periplo estadounidense en el aeropuerto de Madrid mientras esperaba para recoger las maletas.

| Ricardo Rodríguez Opinión

“No hay plan B, ni plan C. El plan A es la abstención, el B es la abstención y el C también es la abstención”. Con esta contundencia se manifestaba hace escasos días un colaborador de Susana Díaz. Y así fue. Cinco horas de debate, dos resoluciones cruzadas, 54 peticiones de palabra y un resultado contundente: 139 a favor frente a 96 en contra. 43 votos ampliaron el margen con el que desalojaron a Pedro Sánchez de la Secretaría General. Entonces, perdió por 107 frente a 132. Esto es, 25 votos de diferencia. Los sanchistas llegaron a confiar en un saldo más ajustado.

Entre los enemigos del destituido Sánchez hay quienes explican el final del Comité Federal de forma gráfica. “La fosa está cavada. Sólo falta su cadáver de cuerpo presente”. De momento, Díaz apabulló a los adalides del “no es no” con su victoria. El escrutinio por llamamiento, de viva voz y no en urna, obligó a retratarse a todos, incluidos al manchego Emiliano García-Page, al valenciano Ximo Puig y al aragonés Javier Lambán, tan pendientes de la amenaza de Podemos sobre sus testas que dejaron a subalternos la defensa de su posición abstencionista. “Cobardes”, resulta lo más suave que les llaman los críticos.

Al menos Puig confesó en privado que debe gestionar “muchas diversidades” en la Comunidad Valenciana. En román paladino, la combinación explosiva del rechazo de la opinión pública a unas terceras elecciones, de la coacción de sus socios de Gobierno y del cabreo de la militancia. El balance de daños preocupa y mucho. La brecha entre ellos y las bases es mayor que nunca. Muchos diputados temen la reacción de las agrupaciones o, sencillamente, esa singular tormenta de odios y pasiones que cualquier cuadro generaría en tales vicisitudes. ¡Qué pregunten a Soraya Rodríguez, de nuevo en primera línea, y que ha aguantado carros y carretas!

El desgarro interno fue aprovechado por Pedro Sánchez (en ebullición, según relatan cercanos) para reclamar en Twitter que los militantes recuperen “un PSOE autónomo, alejado del PP”. Lo que además destapa las ganas de pelea de Sánchez son reproches recibidos delante de su mujer e hijas a la vuelta de su periplo estadounidense en la Terminal 4 del aeropuerto Madrid-Barajas mientras esperó durante una media hora para recoger las maletas. El otrora líder socialista se mantuvo impasible, centrado en su móvil, pero la procesión fue por dentro.

Quizá Pedro Sánchez ha echado la vista atrás una y otra vez al 1 de octubre, cuando fue forzado a capitular. Entre otros, por los mismos presidentes autonómicos que echaron mano de sus peones en el Comité Federal. Page y Puig, a diferencia de Lambán, lanzaron al ruedo a José María Barreda y Ciprià Ciscar, a los que nadie podrá negar nunca su condición de abstencionistas convencidos. Sea como fuere, Sánchez debería tomar nota. Ni sus más afines se molestaron ante el Comité Federal en reivindicar su recorrido como líder. El hecho es el otrora jefe del PSOE tiró la toalla, ante la falta de salidas, pero confiando en sus posibilidades futuras.

Salió mal de la foto de la Secretaría General y de modo violento para la organización. La cuestión es si Pedro Sánchez está dispuesto a pasar así a la historia. Aquí llegamos a la madre del cordero: Él mismo, a decir de cercanos, se muestra tenso ante la idea de ser descrito como un “borrón” por su traumática trayectoria. Como en cualquier acontecimiento, la razón está siempre de parte del que gana. Y Susana Díaz, aunque aún se pierda por los laberínticos pasillos de Ferraz, gana. Por ahora. Sus huestes vienen empujando a Sánchez a entrar de nuevo en el partido, al menos para no cargar por todo lo ocurrido con una frustración mal curada.